Ni el del Cachidiablo, académico de La Argamasilla, ni el del bachiller Sansón Carrasco tienen que ver con la realidad. El verdadero epitafio de Don Quijote, dictado por él mismo en un rebufo de conciencia, que, no se sabe por qué, Don Miguel silenció, fue éste:
Si el tiempo no es cabal, alejaos del tiempo. No merece la pena hacer curso de su enemistad. Los sueños no envejecen ni olvidan. No son ellos los derrotados, sino nuestro comercio con el mundo.
No entiendo cómo a Unamuno le pasó inadvertido.
No, no son ellos los derrotados. Pero del tiempo no podemos alejarnos: estamos donde estamos y cuando estamos. Lo único que podemos hacer es inventarnos cosas, si las cosas no son de verdad que sean por lo menos “de memoria”, como el amor que produjo el huevo de Rigoleto, para pasmo de hombres de poca fe. ¿El huevo no servía para nada? Bueno, pero Rigoleto puso todo -nunca mejor dicho- de su parte. Y déjate de epitafios.
ResponderEliminarBuenas noches, caballero.
Betty B.
¿Alejarnos del tiempo? ¡Santas y respetadas palabras! A mis años, sigo sin saber lo que es el tiempo, no sé si porque soy lento o porque soy cortito. En cualquier caso, es consejo del de “la Triste Figura”.
ResponderEliminarEn cuanto a “Rigoletta” (porque no es un transexual, sino una víctima de la ignorancia común sobre el sexo de los pájaros), te diré que ha seguido poniendo huevos. Unos seis que yo recuerde. Así que lo suyo no debe de haber sido sólo un amor de memoria, sino toda una pasión de “sueños alocados”. Y digo yo, si la ensoñación funciona de esa guisa en un canario (o canaria) ¿va a ser menos en un bípedo implume que goza de mayor consideración filogenética? Definitivamente, hay que estar de acuerdo con el apócrifo epitafio.
Gracias, Betty B., por tus palabras.
Yo quiero alejarme del tiempo, como Rilke: "Ésta es la nostalgia: morar en la onda
ResponderEliminary no tener patria en el tiempo." Gracias por tus certeros comentarios y por tus consejos.
Quijote estaba enfermo de tiempo. Sólo tenía que esperar.
ResponderEliminar“Es amor fuerza tan fuerte
ResponderEliminarque fuerza toda razón”
Los huevos que pone Rigoletta son tan naturales y mágicos como los mejores poemas, tan lógicos y locos como las salidas de Don Quijote. Son de una autenticidad rara y tienen algo de final feliz.
Pero, ¡seis! Rigoletta se excede. Tienes que hablar con ella seriamente.
Betty B.
P.S.: Ay, Rilke . “Y éstos son los deseos: quedos diálogos de las horas cotidianas con la eternidad”.
No hay de qué darlas, por supuesto, Diego. Don Quijote es buen amigo para levantarnos de las caídas, para seguirle siempre, para repetir con León Felipe:
ResponderEliminar“…hazme un sitio en tu montura
caballero derrotado,
hazme un sitio en tu montura
que yo también voy cargado
de amargura
y no puedo batallar.”
Y luego seguir buscando gigantes.
Yo creo, Francisco, que la enfermedad es del tiempo, que nunca ha querido esperar a Don Quijote.
ResponderEliminarTienes razón, Betty B.: hablaré con Rigoletta en cuanto la vea. Y si ése hacer suyo tiene que ver con la poesía, hay, en efecto, que preocuparse. De momento va por la sextina, pero a lo mejor le da por llegar a la octava real, o al soneto, con lo que tendríamos ya 14 huevos… Y no digamos si esta pensando en series indefinidas como el romance… ¡estaríamos hablando de una auténtica huevería!
ResponderEliminarTe tendré al corriente de sus intenciones.