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La otra gula


Tengo el ánimo para pocas lindezas. Una especie de empacho semántico. Una indigestión de palabras. Debería consultar a un especialista y, sobre todo, vigilar la dieta de adjetivos: su abuso aumenta el colesterol del alma.

Por la boca muere el pez; no sé si sería oportuno añadir, y por la palabra el hombre. Mejor, no: podría entenderse lo que no se debe, incluso, algo injusto. Me acuerdo de Zenón, el estoico, el de Citium: la naturaleza nos dotó de dos orejas y una boca, porque hay que escuchar más y hablar menos. Elemental proporcionalidad aritmética. Hablar o… escribir, qué más da.

En El caminante y su sombra, Nietzsche enuncia este aforismo para una moral de constructores: Una vez construida la casa, hay que quitar los andamios. Estoy de acuerdo, pero la moral principal está en la relación estructura-edificio, no sea que al quitar una –la estructura–, resulte que el otro –el edificio– es nada: indigesta verba, simplemente.

Debo hacerme un chequeo inmediato para ver si el aparato digestivo del silencio funciona como es debido. A partir de cierta edad, hay que vigilar el metabolismo del lenguaje.

Comentarios

  1. Enfermedad del ágrafo, como en Vila Matas y su (sobrevalorado, creo) Montano...

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  2. Los hombres que se callan también se mueren, los que escuchan también se equivocan y tú quieres vigilarlo todo, incluido el metabolismo del lenguaje. Pues ánimo, que tienes trabajo. Incluso por encima de lo que digas, se oye como un rumor que me gusta y que tiene que ver con algo tan sencillo como una cierta bondad. A mí lo único que me deja en silencio, silencio, en el triste, es la mala baba. Y no es lo mismo hablar que escribir, por escrito deja un rastro mucho más brillante. No veo eso por aquí, así que no te calles, que ya estoy demasiado deslumbrada.
    Betty B.

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  3. ¿Montano?... ¡Ni siquiera una patética caricatura suya! Algo de Pasavento en momentos de masoquismo narcisista. A veces, mucho del unamuniano Augusto Pérez. Casi siempre, la incertidumbre de Segismundo. Y, en todo momento, el “pecado capital”… Falta la duda, para nada cartesiana, de si lo mío es de consulta de la Seguridad Social o de parroquial confesionario.
    Gracias, Francisco.

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  4. Gracias, Betty B. Lo de la “cierta bondad” le ha puesto tontorrón al ánimo ese de las escasas “lindezas”. Sabe que no es merecimiento real, pero ha dejado de preocuparse por la “gula”. Espero que no se le suba la vanidad a la cabeza y termine en “soberbia”. Mal apaño sería.
    Muy generoso tu diagnóstico: ¡ni siquiera he tenido que buscar una farmacia de guardia!

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  5. El silencio es otra forma de lenguaje, otro idioma, como la mirada o el gesto. Y no son , ni mucho menos más débiles que la palabra.

    Ya sabes,muchas veces, el silencio, es el grito más fuerte.

    Ana


    AVISO; Mira,yo soy profe, pero de ciencias. Quizás necesito la medicina de la prosa y la poesia para limar las esquinas de la mente. Ya sabes, dicen que la tenemos cuadrada. Asi que espero que disculpes mis torpezas literarias (considéralos efectos colaterales de alguien que se mete en un campo que no conoce). ¿Valentia o locura? Quizás para los entendidos sea una tortura :)

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  6. Estoy totalmente de acuerdo, Ana. En “Saber callar”, entrada del 8 de marzo de 2007 de mi otro blog “Al atardecer”, dije cosas de esa onda. Si te das una vuelta por allí, podrás comprobarlo.

    Por cierto, nunca pensé que fueras de ciencias, no por supuestas cuadraturas del pensamiento, sino por tu exquisita prosa. Yo, desde luego, nunca he establecido relaciones entre los “cuadrados” y tu especialidad, por dos razones:

    1. Soy un híbrido, probablemente estéril, de ciencias y letras. De hecho, me cambié a las segundas en la universidad. Además, mi dependencia de las matemáticas es notoria.
    2. Siempre he visto altos índice de poesía y filosofía en Galileo, Kepler, Newton, Einstein, Heisenberg, Schrödinger… Una gran parte de ese “Al atardecer”, vivió de la magia del gato de este último.

    ¡Calcula las movedizas arenas de que me levanto! Otra cosa es que, a veces, sea medianamente crítico con la “excluyente adoración” a la Ciencia.

    Un saludo.

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