Ir al contenido principal

Plenilunio de silencio


Eloí, Eloí, ¿lamá sabactaní?


Caiga el silencio como nieve blanda
sobre el olvido del amor del hombre.

Caiga y cubra el silencio algunas horas
su asamblea de sombras, su estridencia.

No salga hoy a segar aquél que arroja
la esperanza en el borde del camino.

No quien la muerte siembra siembre hoy nada.

Duerma el arado y la guadaña ceda;
y los ojos del hombre puedan ver
sus campos recubiertos de tristeza,
la tierra atribulada por sus manos,
el pan de su crüenta cobardía.

Caiga el silencio como nieve blanda…
y llore cada cual su injusto olvido.


(19 marzo 2008)

Comentarios

  1. Cada día que paso por aquí me arrepiento más de hacerme mayor poco a poco y de no estar aún junto a ti, Maestro, en uno de esos magníficos ensayos u oyéndote hablar de Platón. ¿Te he contado que he sacado sobresaliente en Filosofía con un trabajo sobre la influencia de Hipócrates en Platón? Yo, con lo desastre que soy y lo poco que pienso. Sobresaliente en Filosofía y capaz de hacer un endecasílabo, lejos ya de mi pueril arte menor. ¿Qué habría sido de mí si no te hubiera conocido? Magníficos versos, Sr. Azuaga.

    ResponderEliminar
  2. En los treinta y varios años que llevo en esto, han debido de pasar por mis manos cerca de cuatro mil alumnos. Que yo recuerde, sólo tú me llamas “maestro”, lo que, sin duda, me halaga tanto como me excede. Amigo Diego de geniales etimologías, eres un mentiroso. Dices que no piensas y llamas a aquellas extraordinarias décimas tu “pueril arte menor”. Falso, claro está, lo primero (enhorabuena por ese sobresaliente, ¡qué callado te lo tenías!) y falso lo segundo (¿qué es eso de “pueril”?; yo sólo te dije que ensayaras otros metros, lo que has hecho con espléndida pulcritud). En cuanto a los “ensayos”, yo también echo de menos el teatro y aquellas tardes con Giraudoux, y su particular “guerre de Troie”, y ese “gracias, gracias, gracias (decir algo más es mero ornamento)” que escribiste tú en aquel cuadro de firmas que me regalasteis (lo tengo a mi izquierda, sobre esa mesa “anarquista” de que alguna vez he hablado). De todas formas deberé “vigilar mi línea”… para evitar el sobrepeso cada vez que me envías tus generosos comentarios.
    Muchas gracias (mías ahora), aunque tendré que privarme de “torrijas”.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares

La metáfora amable

El mundo está tenso, enrarecido. Casi todo lo que uno oye o lee es desagradable; y si no lo es, parece contener un inquietante presagio. A los felices veinte del pasado siglo les sucedieron los amargos treinta y los trágicos cuarenta. Latía extraño el hombre, y cuando el hombre late de ese modo, algo podrido cocina la historia. Cientos, miles de veces ha ocurrido así. Para Sísifo –siempre Sísifo–, al final del esfuerzo sólo está la derrota. Su modesto placer de coronar la cumbre es efímero y repetidamente inútil. No hay paz ni paraíso al cabo de la escalada; sólo desolación, tristeza, crueldad, destino… ¿Existe el destino? ¿Debe ocurrir siempre lo que siempre ha ocurrido? ¿Es de verdad la historia la brillante sustitución de la fatalidad natural por la libertad humana o es simplemente la metáfora amable de la ‘ordenada’ crueldad de aquélla? Las especies combaten, y se destruyen y sustituyen. ¿Y las culturas? ¿Y los pueblos del hombre?... ¿Qué de especial creímos ver en los h

El destino de las supernovas

. . Luz, ¡más luz! J. W. Goethe …somos polvo de estrellas C. Sagan La mayor parte de los átomos es vacío . Al cielo le ocurre algo parecido con la oscuridad. La luz es toda una excepción: un paseo puntual de diminutas y alejadas insolencias. Porque la luz es una insolencia, un atrevimiento, una osadía rodeada de sombras que, al cabo, revienta hastiada de tanta y tan constante hostilidad. Luego se esparce en la noche, como un raro prodigio, y siembra lugares y posibles miradas. Del agotamiento de la luz ante su empresa nacen rincones en la oscuridad, surgen otras diminutas y alejadas insolencias que miran al cielo y admiran su vencida hazaña. Eso dicen al menos los sabios que de aquélla saben. El hombre es la mies de una derrota, el pan de un desastre. Pero también el atleta que recoge el testigo de una rebeldía luminosa. El hombre es un héroe trágico que se obstina en la luz, como la luz se obstina en no ser su contrario. Supongo que es así porque si no, ser humano sería una indecenc

La tristeza de la inocencia

Por Julia y a su hijo Julio Me han llegado noticias tristes por ese golpe tan temido de los teléfonos, repentinos y traidores como es su costumbre. Un familiar lejano, una mujer, mayor desde luego, aunque eso... ¿qué importa? …Y  he pensado en uno de sus hijos; un niño detenido por la vida, varado en una luz de infantil inteligencia que oscureció la caprichosa divagación de un cromosoma y nació bendecido de inocencia interminable. He pensado en ese niño, que ha cumplido ya los años de los hombres, aunque no sus soberbias ni vanidades... Y he pensado en la tristeza y el abandono, un abandono en su caso más cruel por la distancia inmensa de los otros. He pensado en el desconcierto de su ternura mirándose al espejo; y en el estupor de su niña memoria ante el beso sin labios de su madre. Un río de pequeños recuerdos; tal vez, algunas lágrimas; un no saber, un  sí sufrir la soledad repentina, inexplicable...Y el dolor de su alma en carne viva golpeándose desconcertada