Suena otra vez, y yo como si nada.
Insiste, y yo distraigo la memoria.
No puede ser... Y vueltas a la noria,
a la pulpa en su lágrima encerrada.
El teléfono muerde otra llamada.
Me extravío en la niebla de esa historia
irreal, perdidiza, transitoria,
en que yo fui verdad y tú inventada.
Basta ya, que hoy la tarde fue más tarde
que de costumbre. Cierro las ventanas
y mudo soledad en extrañeza.
No me encuentro la voz de tan cobarde:
faltan de responder coraje y ganas.
¡Hoy ha vuelto a llamarme la tristeza!
Como siempre, redondo.
ResponderEliminarMuchas gracias, como siempre, Fran.
ResponderEliminarA mí me ha sonado el móvil también, Antonio, y era la Alegría: quería decirme que había un poema buenísimo en la Imaginaria. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Cómo eres, Diego!
ResponderEliminarMuchas gracias y un abrazo.