No estaba allí, donde solía
aminorar la luz el paso,
entretenerse, dilatarse,
confundirse bajo los párpados.
No estaba, convenciendo al mundo
de ser real por ser milagro;
no allí, la mirada perfecta
ni su voluntad de espectáculo.
El silencio estaba en la sombra.
Y en la sombra, un reloj parado.
(11 de junio de 2008)
Antonio, tus poemas parecen ser cada vez más sencillos y contundentes, eso me gusta mucho, aunque no me resulta tan fácil leerlos bien. Supongo que es un error querer entender y no sólo dejar que te sugieran cosas. El reloj parado en la sombra, y también el silencio, recuerdan a la ciudad fantasma. Pero no hablas de ti. Será porque, pensemos en quien pensemos, el tiempo que se para o que se escapa y el silencio acaban por aparecer. Siempre están en la sombra de todas las personas, si tienen más sombra que la que se ve.
ResponderEliminarMuy bonito. Un saludo.
Gracias, Betty B. No sé si resultarán más sencillos o más contundentes, pero lo cierto es que la lírica siempre habla de uno. Y en este caso, también.
ResponderEliminarUn saludo y encantado por tu atención.
Hola Antonio, te agradezco mucho el comentario.Me vuelve a hacer feliz.Además he aprendido lo que es la avancarga que no sabía lo que era.He mirado en el diccionario. Mientras no me tires a mí o a otro ser humano,las artes venatorias me parecen muy respetables. ¿por qué eres imperfecto?
ResponderEliminarNo soy cazador, sino "tirador". Algo parecido al golf. Se trata de meter unas bolas en un agujero a cierta distancia; pero, en mi caso, además hay que hacer el agujero al mismo tiempo. Un lío, vamos.
ResponderEliminarAh, soy imperfecto por 773,5 razones, lo malo es que sólo soy consciente de una y media: cuando escribo y cuando tiro (ésta es la media).
Un saludo.
¿Ves como no sabía? Y eso que lo he buscado en el diccionario. Entonces vuelvo al mismo argumento: mientras no me tires a un blanco móvil que coincida con un ser humano me parece respetable.Todos somos imperfectos.Andamos en construcción.
ResponderEliminarAhora, a estas horas he entendido tu comentario sobre la imperfección y la asimilación a la imagen.Así, a veces, funciona un corazón.Imagino.Me alegra que la reconozcas.Un abrazo.
ResponderEliminarSin duda, un poema sencillo en apariencia, pero complejo en su reflejos.
ResponderEliminarUn saludo.
Siento, Ana, no haber respondido antes: las madrugadas las tengo que dormir y las mañanas son, lógicamente, complicadas. Para tu tranquilidad apunto que mis blancos no son móviles ni por supuesto humanos y, además, son reciclables.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu visita y perdón por la descortesía de mi retraso.
Un beso, si vos me lo permitís.
¡Si supierais lo que me cuesta escribir en esos “ingratos” eneasílabos…!
ResponderEliminarBromas aparte, es verdad que el poemilla quería ser sencillo: sólo habla de una mirada ausente.
Muchas gracias, Hernán, por tus palabras.
Hacer sencillo lo díficil es el fin.Y es una maravillosa forma de entre tenerse escribiendo, que para eso está.Perdóname por haber mal y sobre entendido lo que estaba diciendo.No conocía los códigos.El texto está bien.Gracias.
ResponderEliminarjejejeje y a lo de la dilatada respuesta, no te preocupes. La gracia de esto es que admite la posibilidad de lo diferido. Yo duermo muy poquito en estos momentos porque el día es muy corto, sobrevivo aunque me veo acabando como el licenciado Vidriera.
ResponderEliminarbesos.
Lo de reciclabes, me da un poco igual.La verdad, he tenido la desgracia de vivir con alemanes y...
ResponderEliminarReverenciada Ana, gracias por las puntualizaciones, aunque os debo confesar que me tenéis hecho un lío entre las “imperfecciones”, “imágenes”, “códigos” y demás industrias de vuestros mensajes. Leerélos en mi próxima imaginaria con mayor detenimiento: soy, como buen varón, algo breve de entendederas.
ResponderEliminarYo, como veis, de alemán tengo poco (aunque de “corto”, mucho), así que me ocurre cual vos con lo de “reciclable”. Decíalo únicamente por explicaros la materia “cartoneril” de mis blancos.
Quedo a vuestros pies rendido, mi señora doña Ana.
Es un poema espléndido, como al acecho.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Francisco. No había reparado en esa visión recechante, pero es cierto que ocurre con las miradas que, sin estar, siguen estando.
ResponderEliminarUn abrazo.
jajaja.eso es mi teclado recicable por reciclable es el amable teclado que tengo y la meca-no-grafía. Nada, no te preocupes, presume buena intención en cualquiera de mis asertos. Ayer estaba espesa: "de tanto leer y de poco dormir, se le secaron los sesos y perdió..."Me refería a que tú dijiste que eras imperfecto,imagino, por la "pólvora seca sobre la escarcha" ¿no? y me costó entenderlo,después de que me contextualizaras lo entendí.
ResponderEliminarBuenas noches ya, no sé si entendida.Gracias de nuevo por tu encanto.
Entendida, amable Ana, entendida. Para mí lo espeso ha sido el día. Y la tarde después.
ResponderEliminarGracias, a ti.