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El poema, de 1994, cerraba “La asamblea de las sombras”. El poema era un recorrido por todas esas sombras… Que sigo llevando, que no sé cuánto tiempo más llevaré aún. La grabación es de 2001 y, además, corre protegida por el esplendor de Bruckner (¡así cualquiera!) en su Sinfonía nº 7. La decisión, de hoy, de esta imaginaria fría y un tanto amarga del 5 de febrero de 2009. Y... algo de eso que me pasa a veces: un tener ganas de no tener ganas.
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El museo del alma está cerrado... Cuántos buenos versos en esta audición, qué voz más adecuada al verso y su contenido. Tal vez me anime algún día a hacer lo propio, auqneu has puesto el listón muy alto.
ResponderEliminarEso nos pasa a muchos. Aunque la capacidad artística de Brucker, nos hace volar...
ResponderEliminarUn beso
Juan Antonio, a la espera me (nos) dejas de la decisión de ese “ánimo”. Además, qué demonio, te cojo la palabra. Quedas pues emplazado, amigo mío.
ResponderEliminarUn abrazo.
...Y tantos otros, Veridiana, y tantos otros.
ResponderEliminarUn beso.
De todos los versos del libro, este poema contine dos de mis preferidos. Ay, maestro, qué voz nos pones. Así me leyeron lo de Roma, y así me quedé:-)
ResponderEliminarUn beso, Antonio.
Vaya, “discípula” (me encanta esto de que me llames “maestro”, aunque, por desgracia para mí, no lo sea); pues, ya sabes lo que tienes que hacer (estoy acostumbrado a “tener razón” y a que se me “obedezca”): siguiendo las indicaciones de Juan Antonio de que el medio natural de la lírica es el oral, coge micrófono, tira de software de grabación y… a “decir la palabra”, que es su sino. Quedo, también aquí, a la espera.
ResponderEliminarMuchas gracias, Olga, y un beso.
Uf, a mí me da vergüenza. Y eso que leo en voz alta todos los poemas, los propios y los ajenos, hasta cuando los recuerdo los voy como "romanceando" mientras trabajo... pero públicamente no me atrevo, se me hace raro. Sorry. Pida usted otra cosa.
ResponderEliminarLe mando otro beso, que aún no tiene muchos;-)
Ni sorry, ni gaitas: los “deberes” son los deberes y hay que hacerlos porque si no bajo dos puntos. ¿Qué te apuestas a que al final me lo agradeces?
ResponderEliminarBueno, en serio, que tampoco soy tan “bruto”: piénsalo. Lo que es evidente es que nunca podría bajarte la nota.
Besos.
¡Cuánta razón tenía el profe cuando decía en su blog En el caso de la lírica, su medio natural es el oral. Donde adquiere todo su sentido la palabra lírica es en la recitación. El ritmo, la melodía, son cuestiones orales. Las propias reglas métricas requieren una recitación. Los silencios y las pausas son, en poesía, tan importantes como las palabras!
ResponderEliminarSaludos, que ya nos hemos abrazado bastante.
Ya sabes, Tato, que yo también estoy de acuerdo con “el profe” porque así fue el nacimiento de la lírica. Aunque también es cierto (y, por supuesto, no está contenido en tu cita) que no todo lo que bien suena es lírica meritoria.
ResponderEliminarMuchas gracias y saludos, que también estoy de acuerdo en esto.
Desde luego que con tu voz el poema suena de otra manera.
ResponderEliminarMe acordé de varios de vosotros (Olga por supuesto) ayer oyendo a Seamus Heaney en el Círculo... y la chica que leía en español (Esther Ramon?) otra estupenda voz.
Un beso y un abrazo, Antonio
aurora
Sin duda esa voz sería estupenda, pero, claro, leía a un Premio Nobel.
ResponderEliminarMuchas gracias, Aurora, y un beso.
P.S.: Por cierto, ¿es que conocías este poema?
He entrado alguna vz en tu blog. Precioso poema. Me perdonarás si te formulo una pregunta... deformación de filóloga. ¿Es la tristeza un recurso literario? Si es así, lo dominas a la perfección. Se me ha pegado en el alma. Tal vez porque has utilizado la vía natural, la oralidad.
ResponderEliminarSaludos desde Tarraco
Perfecta simbiosis de contenido y dicción; cómo te suenan los endecasílabos, amigo. Un abrazo.
ResponderEliminarNunca, Sunsi, nunca la tristeza será un recurso literario –hablo de la lírica, naturalmente–, porque si lo fuera, el poema sería una falsificación; y el poeta, un sinvergüenza. Si la tristeza fuese un recurso de esa índole, sería medio para otra cosa; y entonces la palabra perdería su pureza. Cosa distinta es que el poema sea más o menos triste y en su lectura, en su vocal lectura, exija que la voz no lo traicione. Podría entonces pensarse que es un recurso retórico o dramático; aunque tampoco, porque lo único que en tal caso se hace es intentar no desvirtuar la “honda palpitación” machadiana, a la que tantas veces me he referido, de quien lo hubiera escrito.
ResponderEliminarAsi que, no; no es un recurso literario. Pero si el poema se te "ha pegado en el alma”, es lo mejor que puedes decirme, aunque preferiría que no fuese por mi voz, sino por su palabra.
Muchas gracias por tu visita y por tu comentario.
Muy agradecido, Octavio; aunque, por culpa de vuestra generosidad, esté engordando mis parlantes vanidades. ¡Con lo poco que me gustaba hablar!
ResponderEliminarGracias por la aclaración. Y perdón... También te aclaro que no sólo es la voz... es la palabra que la voz le da vida la que se me ha pegado. La voz de quien escribe sabe cómo ha de ser la dicción,la pausa, la entonación, el quiebro...para que la palabra sea fiel a su sentido.
ResponderEliminarUn saludo
Querido Antonio, perdona que no te haya contestado, acabo de ver tu respuesta. No, no conocía el poema escrito, sí sabía del libro (soy curiosa de natural).
ResponderEliminarQuería decir que con tu voz la poesía -ésta o cualquiera- suena mejor. No es darte coba, es que de verdad tienes una voz preciosa. Y como han dicho ya varios, la poesía está hecha para ser recitada. Pero si encima es tu voz, todavía mejor. Tómatelo como un cumplido sincero.
Lo del premio nobel yo creo que es lo de menos, por cierto. Porque hay premios nobel y premios nobel.
En cualquier caso Heaney me gustó, pero es que Irlanda me apasiona. Y luego además lo dicho: oír recitar es mucho mejor que leer. Le estoy cogiendo gusto.
Hace unas 2 semanas estuve en Navacerrada oyendo un recital de poemas "musicados" de la puertorriqueña Julia de Burgos (los de la Discreta, no sé si los conoces). Me encantó. Lo pasé en grande. Eran 3 chicas, un pianista y un tipo de mediana edad, pusieron música a poemas distintos. Te llegaba mucho más. Y de eso se trata ¿no?
Perdón, vaya rollo, soy de un locuaz que asusta.
Buen fin de semana ... e imaginaria esta noche. Un beso y un abrazo
Aurora
¿”Perdón” por qué, Sunsi? Me encanta, eso sí, que haya sido la palabra la “adherente”. En cuanto a que sea uno el lector idóneo de la propia, no siempre. Recuerdo haber oído a Alberti recitar su “Marinero en tierra”, y a mí, por lo menos, no me gustó un pelo.
ResponderEliminarGracias otra vez y un saludo
Tienes razón, Aurora, en lo que dices del Nobel: fue una sinécdoque inapropiada para referirme a Heaney.
ResponderEliminarEn cuanto al “Museo de cera” me extrañó la posibilidad de que pudieras conocerlo, porque, aunque es de lo poquito que tengo publicado, creo que son muy pocos los que lo han leído.
En mi opinión, es una pena que la poesía recitada sea tan infrecuente. Yo pienso que serena el alma y nos hace reflexivos. Todo lo contrario que las estridencias al uso que han esqueletizado los sonidos humanos a los rudimentos del ritmo explosivo y recalcitrante, ése que se empleaba para acompañar el combate, ése que enerva (a mí, desde luego) y que lo único que provoca es excitación, que es el prefacio de la agresividad.
¡Así nos luce el pelo!
¡Eres un egócentrico.!¡ Qué plasta!
ResponderEliminar¡Ja, ja, ja...! Pues, si eso piensas, “extraño anónimo”, te libero de la molestia que te tomas en leerme y comentarme: no creo que esto vaya a cambiar mucho. ¡Lo tuyo es masoquismo puro!
ResponderEliminarY ánimo, decídete a llevar un nombre y una referencia.
Un cordial saludo.
Perdón porque la pregunta de la "tristeza" como recurso ha sido, creo,poco afortunada.
ResponderEliminarDe acuerdo con "Marinero en tierra" de Alberti. ¿Y Neruda? Buf...
Saludos de nuevo
Dejó dicho mi querido Gerardo Diego:
ResponderEliminar"Qué pena que el archivo de palabra española
no captase en su cera la voz única.
Cuando todos nosotros sus amigos testigos
terminemos de morirnos,
con nosotros el timbre inolvidable
sus inflexiones se desvanecerán."
Lo dejó dicho de la voz de Federico. Pero seguro que también lo decía de tu voz. Te he escuchado y reescuchado emocionado cómo escandes, saboreas, revives, revisitas cada verso." Qué lujo, Antonio, poder escucharlo.
Gracias y mil gracias.
Un abrazo.
No fue en absoluto desafortunada, Sunsi; así que. no era necesario.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Juan Manuel. En los dos años que llevo de esta experiencia “bloguera”, lo más positivo para mí ha sido la cantidad de buena gente (como tú) que he llegado a encontrarme: el verdadero lujo es que se dirijan a uno con tanta generosidad.
ResponderEliminarUn abrazo.
P.S.: Qué bien que alguien recuerde y aprecie a Gerardo Diego, del que tan poco se habla últimamente.
Antonio, no sabia que habias publicado esta poesia tan impresionante, se puede encontrar todavia?
ResponderEliminarCreo que es de escalofriante belleza y seguramente irá acompañada de otros poemas tuyos.
No sé si dispones de un sistema de detección de comentarios, pero si lo lees algun dia, dame información sobre la editorial y fecha y miraré de encontrarlo.
Me gusta oirla, recitas muy bien, pero quiero saborear cada una de las palabras con calma. Vaya tesoros escondidos se encuentran en tu blog!
La princesa encantada
Muchas gracias, Montse. El libro –que sabe Dios si se encontrará en alguna parte– se titulaba, como la entrada dice, “La asamblea de las sombras”. Fue premio “Villa de Leganés” en 1997, y lo publicó Exlibris Ediciones –sospecho que ya ni existe– en 1998. El seudónimo era éste mismo de Antonio Azuaga.
ResponderEliminarComo ves, soy algo “dejado” para estas cosas.
Gracias otra vez, y un cordial saludo.