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Oír la lluvia es un acto religioso. Lo digo porque lo religioso siempre anda peleando con el tiempo; no el de las palpitaciones del clima, sino el de las demoliciones de los relojes. El taconeo insolente de la lluvia en un patio es una burla para todas las cronometrías. No es un tic seguido de un tac periódico y mensurable, sino un tic sorprendido por dos imprevisibles tacs; o media docena de tacs interrumpidos por dos inesperados tics. La lluvia es un ejercicio de rebeldía contra los cronómetros. Y nosotros, que no somos nada más que galeotes al remo de los segundos, deberíamos venerar su adorable impertinencia. No es exactamente metáfora de la eternidad, sino tiempo caprichoso que ocurre y no puede encarcelarse. Para criaturas como los hombres, que sin tiempo no somos nada y con el tiempo acabamos siendo lo mismo, es todo un ejemplo: no es cosa baladí suceder de modo tan desconcertante para los segunderos. A pesar de Machado y su “monotonía / de lluvia tras los cristales”, yo proclamo la acracia atemporal y liberadora de los días lluviosos.
Tanto adoro la lluvia, que me he convertido en su profeta. Por eso soy impopular. Porque un profeta amparado en la común aquiescencia… ni es profeta ni es nada.
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Tanto adoro la lluvia, que me he convertido en su profeta. Por eso soy impopular. Porque un profeta amparado en la común aquiescencia… ni es profeta ni es nada.
Profeta de la lluvia, con lo que a mí me gusta oírla y mirarla y nunca había pensado que era un acto religioso. Abandonarme a su ritmo un poco anárquico y desconcertante es fácil para mí.
ResponderEliminarTambién, como la lluvia, soy un ácrata de los horarios. Fíjate a qué horas ando escribiendo... es que he estado pensando en los cortes de mangas que el tic tic tac de la lluvia hace a los segunderos, y en los que debería hacer yo, como bien dice el caballero inactual (tan desubicado en el tiempo como esa lluvia). Voy a dormir la decisión.
Un beso de buenas madrugadas.
A mí, más que la lluvia, me gusta la inquietante amenaza de lluvia, aunque para un profeta como tú, la certeza haga aburrida esa amenaza.
ResponderEliminarUn abrazo
Pues lo que más deseo, mi Señora Doña Olga, es que esa decisión haya despertado enteramente decidida; y que, bien cubiertos alma y cuerpo del todo-sanador bálsamo de Fierabrás, volváis a acariciar estas tierras con vuestra lluvia, ácrata, perfecta y con los resentidos por montera (o yelmo, según gustéis).
ResponderEliminarBesos del “caballero", y míos, por supuesto.
La verdad, Tato, es que más que aburrirme, me inquieta y me pone de los nervios. Aun estando seguros de la inminencia de los buenos sucesos, los minutos previos duran tres veces los ordinarios. Debe de ser una venganza del otro tiempo, el que llevamos en la muñeca.
ResponderEliminarY gracias por haber invitado tan generosamente al “caballero” en tu “taberna”.
Un abrazo.
A mi a diferencia de Er Tato, no me gusta nada la amenaza de lluvia, me hace sentir inseguro.
ResponderEliminarAhora, Antonio, te digo que nunca pensé en la lluvia como acto religioso, y creo que tienes razón.
Un abrazo.
Si soy sincero, Javier, y pienso en la Semana Santa y en Sevilla, no debería tener mucha “razón”, porque la lluvia en ese caso parece más una conspiración perversa. Menos mal que este año se ha quedado un poco más arriba (espero que Juan Antonio no lea la entrada porque se va a enfadar con tan cenizo profeta).
ResponderEliminarAgradecidos saludos.
Profeta de la lluvia...Antonio ¿qué vaticinas?
ResponderEliminarQue con la lluvia se para el tiempo ... que las calles se desalojan y desde las alturas no vemos más que paraguas en los que jugamos a intuir qué o a quién cobijan.
El chirimiri que empapa sin notarse a corto plazo y que empapa. A mí me limpia. No me gustan los paraguas... prefiero mojarme y llegar a casa chorreando... calada. Y poner a secar la ropa cerca del fuego y volver a abrigarme . Me siento nueva. También yo me acurruco junto al fuego. Y luego pego mi la nariz al cristal, para seguir viendo llover.
A veces, cuando llueve, el cielo me vuelve a bautizar. Y retomo o revivo. La lluvia borra huellas desviadas, alisa la arena y puedes volver a pisar... como si los pies fueran nuevos, recién nacidos.
Gracias, Antonio.
Más que parar el tiempo, Sunsi, lo que yo creo es que lo desconcierta; o lo intenta, por lo menos. Por eso “nunca llueve a gusto de todos”, ni de los relojes siquiera.
ResponderEliminarBromas aparte, lo cierto es que me gusta la lluvia y me pongo pesadísimo con ella. Llevaba algún tiempo sin dedicarle aplausos y por eso ayer (bueno, todavía hoy) decidí convertirme en su profeta. Aunque, poco tengo que decir: como tú hablas de ella es bastante mejor.
Gracias y un saludo.
Antonio... enmienda parcial. Como tú hablas de ella es mucho mejor.
ResponderEliminarEl maestro es el maestro. El discípulo sólo sigue el hilo...
Buenas noches y una saludo afectuoso.
Bueno, bueno..., dejémoslo.
ResponderEliminarFeliz descanso, Sunsi.
Nunca se me había ocurrido oír así la lluvia. Mira tú, qué cosas descubre una en los blogs ;-), a oír la lluvia de una manera distinta.
ResponderEliminarY estoy contigo, mientras no sea pertinaz -como la sequía- a mi la lluvia me encanta, claro está si luego luce el sol entre las nubes.
Y por favor, sigue siendo profeta, para "vendedores" ya hay muchos ;-). (Me acabas de recodar al profeta de Gargallo y así en tu foto esa a media luz hasta te das un aire ;-)
Un abrazo y un beso
Aurora
¡ Pero cómo andais todos de " mojados" !
ResponderEliminar¡ Cómo se vé que vuestos astros os son favorables y no vivis en un lugar donde casi 300 días al año está nublado y lluvioso.
Con tanta melancolía lluviosa...esta Dulcinea...¡ Un asquito !
Un beso húmedo.
Jajaja… Qué humor, Aurora… ¡Gargallo y mi media cara! Tengo que hacerme con un cayado.
ResponderEliminarNo me extraña que no oyeras así la lluvia, pero ya sabes que los profetas vemos y oímos unas cosas rarísimas. Y descuida que nunca voy a vender nada: yo como vendedor no valgo un ardite (como lo demás tampoco, pero como vendedor menos).
Muchas gracias por tu visita, y un beso.
Ay, mi Señora Dulcinea: sólo echamos en falta la salud de que disfrutamos cuando la perdemos; pues en teniéndola, no advertimos el bien que así gozamos y pensamos que de ella despréndense otros males. Así vos y la lluvia, que hallándoos en tan húmedos paraísos, menospreciáis la dicha que os bendice y creéisla infortunio y enfado con Apolo.
ResponderEliminarUn beso desde un poco por encima de La Mancha.
Vaya trabajos y fatigas que me proporciona tu blog!
ResponderEliminarDe entrada entender algunas palabras como "ardite", y personas o entes como el que menciona Aurora, dándolo como por sabido: el "profeta de Gargallo".
Se hace realidad aquello de "aprender callando" que mencionaba en una de mis cuartetas y ahora mismo voy a buscar un diccionario para lo de "ardite" y darle al ordenador hasta que aparezca el misterioso personaje mentado.
De la lluvia, no tengo una idea tan elaborada como para poder decir algo con su cuenta y razón, lo pospongo pues para otra ocasión.
La princesa encantada (todavia..)
Como no puedo elegir, me quedo con el poderío de Zeus.( y que no nos parta un rayo).
ResponderEliminarPara “trabajos y fatigas”, Montse, los míos en tus “blogs”: si tú dudas de una palabra, yo tropiezo en un montón, tanto que aún no me he atrevido a comentarte nada. Tú, sin embargo, navegas perfectamente en estas aguas. Así que, el que tiene verdaderas deudas con el aprendizaje soy yo. Para que veas que no es difícil encontrar ensalmos contra tu encantamiento.
ResponderEliminarMuchas gracias y un saludo.
Pues eso, Veridiana. Además, Zeus, que era un ligón, se sirvió incluso de ella (de la lluvia quiero decir) para su asuntillo con Danae.
ResponderEliminarEs que no hay como ser Dios para ligar.
ResponderEliminarY si ligas te quedas como Dios...
La escultura de Gargallo
ResponderEliminarla moneda, vive Dios!
poco ha costado el hallarlo
siempre de cultura en pos..
De la lluvia no comento,
con ritmo tan poco cierto
del meteoro al respecto
contradictoria me siento
Gracias por tu comentario, ufff, ya me veo traduciendo todo el blog... o haciéndolo bilingüe. Sí, lo haré un poco bilingüe intercalando algun post en castellano, así practico un poco y tu me podrás corregir algun error garrafal, que seguro que los habrá.
La princesa encantada (y que dure!)
Ay, mi Señora Dulcinea-Veridiana, ¿me habláis agora como Aldonza Lorenzo?
ResponderEliminarSea cual fuere la figura que adoptáis, siempre a vuestros pies rendido
No, por Dios, Montse: es Mahoma, ya que hablamos de profetas, quien debe ir a la montaña, no lo contrario. No tienes que traducir; aunque agradezco, si así lo decides, que alguno salga en castellano. Y estoy seguro (tu verso y prosa así lo dicen) de que no tengo que corregir nada.
ResponderEliminarSaludos.