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La sonrisa invisible

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La naturaleza gusta de ocultarse, escribió Heráclito. Oscar Wilde aseguró que lo que hacía la naturaleza era imitar al arte. Yo no voy a hablar de los “fragmentos” de aquél ni de "La decadencia de la mentira" de éste; yo sólo voy a escribir un tramposo silogismo. Tramposo, porque los silogismos Barbara no son viables en la tercera figura. Qué más da: siempre podré ampararme en la transitividad, tan matemática ella. Así que, haciendo uso como término medio de esa naturaleza a que los dos se refieren, voy a concluir que el arte gusta de ocultarse. Más incluso: no lo hace por timidez, ni mucho menos; lo hace por elegancia, por deber y finalidad, por imperativo de su sentido.

Porque el arte no es contar lo que hay ni inventarse lo que no hay. El arte es partir de lo que hay y velarlo, ocultarlo, para que aprenda a decirse debidamente. Por eso es un desafío siempre para la imaginación y para el sentimiento; porque, sin éste o aquélla, se convertiría en una tomadura de pelo. O en una moda que se haría precipitadamente prescindible. O en un fósil que acompañaría un instante perecedero de la historia. Pero no, porque el arte, el de verdad, es una permanente reinterpretación de lo oculto.

Ayer –qué suerte, El Prado– me prendé de una sonrisa invisible. Una sonrisa que estaba y no había forma de verla, que la dejó Sorolla en un cuadro sin la pincelada de ninguna curvatura amable. Una sonrisa de espaldas, que se siente sin darse uno cuenta, que se le pega a uno en el gesto y hasta la imita inconscientemente de sólo imaginarla. Está “escondida” en una obra menor (?) del pintor de la luz y el Mediterráneo: Después del baño (1902). Título y tema repetidos en su herencia; éste, para mí, de singular emoción.

Hay que fijarse en la joven que está en primer término, la de la camisa blanca. Hay que detenerse en esa parcela precaria de su rostro no visible… Y, entonces, uno ve la feliz sonrisa que no dibujó Sorolla, que sólo nos dejó a nosotros, elegantemente oculta, para que la sintiéramos, para que nos emocionara.

Pintar lo que no se pinta, decir lo que no se dice, alzar lo que no se alza… Soñar, al cabo, lo que no se encuentra.

¿Qué otra cosa es el arte?... ¿O la naturaleza?... ¡O la vida!
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Comentarios

  1. Preciosa entrada, y ver el cuadro tras tus reflexiones lo hace mucho más atractivo.

    Y las reflexiones sobre el arte buenísimas.

    Un abrazo

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  2. "El arte es partir de lo que hay y velarlo, ocultarlo, para que aprenda a decirse debidamente"

    (...)

    Y lentamente, despacio.
    La verdad descubierta así, como a "raticos". Saber que una obra no entrega su esencia en ese primer encuentro, sino que lo va haciendo de instante a instante... a través de leves momentos en que nuestros ojos descansan mientras parecemos estar perdidos.

    El arte se descubre a instantes. Uno detrás de otro. Sólo así reconocemos el trozo de verdad que quería ser entregada... y que sólo es reconocida cuando dejamos perder la mirada en la obra una y otra vez. Quizá por eso hay cuadros que son infinitos... que nunca te cansas de mirar.

    Por cierto, es una sonrisa eterna, cuyo origen está más allá del tiempo...

    Saludos.

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  3. Muchas gracias, Capitán. Por desgracia, la imagen no es todo lo buena que yo quisiera.

    Un abrazo.

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  4. Sabias palabras, Ana, que amparan, y mucho, esta entrada. Porque, efectivamente, la derrota del tiempo es otro de los rasgos del Arte, ya con mayúsculas.

    ¿Será que la eternidad está "oculta" en nuestras fugacísimas vidas…?

    Gracias, y un saludo afectuoso.

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  5. Vaya disertación veraniega tan placentra, bella, filosófica, y bien pergeñada, ante el cuadro de "la sonrisa invisible" de Sorolla.
    Antoine de Saint-Exupery en su obra "El pricipito" ya nos decía que "lo importante está oculto a nuestra vista".
    Por eso, hay que abrir otras posibilidades internas para leer el arte de verdad, en otra tesitura que permite por ejemplo, lo que tan bien describes deteniéndote en esa figura amable con su sonrisa "elegantemente oculta" y un gesto y actitud que la subrayan...
    Un poema visual descrito con tu particular finura Antonio, eres la caraba! no dejas de sorprenderme con algo siempre más depurado, alado, sutil, que además da pistas para disfrutar aún mejor de nuestros grandes artistas, como lo es Sorolla.

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  6. La poesía, el arte en general, parece estar llena de amores invisibles que quieren respirar un poco, y de sus sonrisas invisibles y sus llantos. No sé si es posible reconocer el trozo de verdad que quería ser entregada, como dice Ana, ni si siempre se sabe cuál es, ni si importa. A la naturaleza le gusta esconderse entre evidencias y no sabemos si la naturaleza imita al arte o es al revés.
    De todas maneras, es hermoso seguir mirando -como tú en este cuadro-, a todo lo visible y lo invisible.
    Te mando un beso y una sonrisa de aquellas que le mandaba al caballero;-)

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  7. Coincido con Capitán: hermosa entrada. Ver lo invisible no porque no exista, sino porque sólo se insinúa, tímidamente, para invitar al espectador/lector/oyente a penetrar en su espesura. En la poesía griega de época helenística (Calímaco, Teócrito...) se jugó mucho a esta insinuación, recurso que un estudioso moderno llamó "arte allusiva". Un abrazo.

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  8. Espléndida entrada, amigo Antonio.

    Dicen, y es totalmente cierto, que una sonrisa puede ser percibida por teléfono a poco que uno ponga empeño. Y que el interlocutor al otro lado sonría mientras habla, claro.

    No hay duda de que esa joven sonríe. Tu entrada nos ha ayudado a darnos cuenta y ahora somos incapaces de mirarla sin ver su sonrisa.

    Un abrazo

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  9. Me ha gustado, Montse, ese giro tan castizamente castellano de “la caraba”, de “ser la caraba”; que no lo soy, ni mucho menos, pero que te agradezco igualmente.

    Es evidente que este cuadro me gusta y que con él me pasa lo que con un amanecer, el de “El embarque de Santa Paula Romana” de Claudio de Lorena, cuya luz sí veo, pero cuando lo miro con visión indirecta, es decir, con la periferia del ojo, descubro además el círculo perfecto del Sol. Y no me lo invento: está allí, “oculto”; aunque en este caso no funcionan las fotografías: sólo pasa delante del cuadro.

    Muchas gracias y un saludo.

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  10. Cierto, Olga. Los ojos están para ver, o para leer, y el corazón para traducir. Y probablemente la traducción siempre es imperfecta e inacabada. Pero, como dices, tal vez no importe: el espectador siempre es una mitad de las infinitas mitades que componen cualquier obra que merezca la pena.

    Y encantado de ser yo el destinatario de una sonrisa de ésas que fueron para el caballero ausente. Seré leal custodio y diligente albacea de ella.

    Gracias, como siempre, y un beso.

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  11. Creo, Antonio, que esta idea es inseparable de la condición humana, desde la verdad como “aletheia” a tu espléndido y recentísimo poema de ayer que anhela la “transparencia de los nombres”. Sin olvidar al Marqués de Santillana y su decir cosas “cubiertas e veladas por muy fermosa cobertura”; o a Miguel Ángel que “sacaba” las formas perfectas de los barullos del mármol… Todo para el hombre está escondido; y todo lo descubre el hombre. Y cuando lo hace y luego lo vuelve a cubrir de emoción y belleza, entonces aparece el Arte.

    Gracias y un abrazo.

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  12. A veces, amigo Tato, hay sonrisas detrás de los teléfonos que son verdaderas obras de arte; únicamente se diferencian de las que así solemos llamar porque de ellas disfruta un solo espectador. Una pena, para los demás; un lujo, para el que las descubre.

    Muchas gracias por tus palabras.

    Un fuerte abrazo.

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  13. Llevo un buen rato observando el cuadro, Antonio... No como me enseñaron en la escuela... así no. Observándolo después de leer tu post.

    La sonrisa que se intuye dice mucho más que una sonrisa que se planta ante la retina. Es una sonrisa que sugiere tanto como has experimentado... tanto como has sonreído... o hubieras podido sonreír.

    El reloj da vueltas y me traslada en el pasado... Hoy sonrío por todos los momentos que la vorágine del tiempo no me dejó... Me acabo de meter en el los labios... y los ojos de la mujer de sonrisa imaginada... y he achicado a los míos... y los he contemplado con ojos nuevos... sin prisa... con aquella sonrisa esquiva que faltó porque todo era demasiado rápido.

    El arte... que detiene un momento del tiempo real y lo hace eterno. Y se queda para siempre. Ahí, para que podamos contemplarlo. E, incluso, prestarnos su sosiego.

    Muchas gracias, profesor. Hoy, especialmente, muchas gracias.

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  14. Me alegro, Sunsi, por esa mirada, que me atrevería a llamar la mirada necesaria. Toda pintura la busca. No es una mirada horizontal que se pasea por superficies multicolores, es una mirada perpendicular al lienzo, una banderilla de emoción que no se limita a mirar, sino que contempla. Por eso se detiene.

    Esta joya de “Don Joaquín” tiene como núcleo la alegría, la felicidad. Un tríptico de sonrisas, la madre, el niño, la joven (que se llamaba Pilar, según creo, y se volvió universal sin darse cuenta), encuadrado en un triángulo cuyos vértices son la mirada también escondida de aquélla, la sonrisa patente de éste y la otra, la invisible y más sugerente, la más lograda por Sorolla, la más invisible. No me extraña que hayas ensayado memorias que no tuvieron tiempo. Eso que es sentir la vida es lo que pasa, o debería pasar, con el arte cuando no es un cuento.

    Gracias a ti, y un afectuoso saludo.

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  15. ¡ Qué tema tan interesante expones!

    Me recuerdas a John Ruskin,escritor de páginas bellísimas.
    Presenta gran dificultad definir el concepto de Arte de una manera absoluta;según partan de los sentimientos del hombre o del análisis de la obra artística considerada en si misma.
    El hombre no puede explicarse los valores,pero los intuye gracias a su naturaleza espiritual y tiende a reflejarlos en acciones y objetos.
    El Arte no muere, abarca también lo que está ocurriendo,vive constantemente en el pasado y el presente.

    Un beso alegórico.

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  16. Tu “…recuerdas”, Veridiana, hace conmigo demasiado.

    Desde luego, yo no pretendo –porque no puedo, entre otras cosas– definir el Arte. Aunque en la entrada hay definiciones, siempre empleo intencionadamente “arte” frente a “Arte”, no por pequeñez de lo que hablo, sino por insignificancia de quien lo dice. Lo que por aquí uno se deja es como pensar en voz alta. Por eso metí esto en la etiqueta “Prosas íntimas”, porque ni siquiera me parece un “punto de vista” que merezca la pena. Lo que pasa es que aparecéis vosotros, y vuestra generosidad lo transforma en mucho más de lo que es. Y el narcisismo de “este pensamiento en voz alta” acude al trapo.

    Con todo, salvaré la tesis de la “emoción”, del “sentimiento”, de la “segunda” razón pascaliana: el arte es un corazón que se gana el apellido Universal. Pero también es cierto que hay “Universales” que ni pasan, ni han pasado, ni pasarán jamás por el corazón. A mí, ésos no me interesan lo más mínimo.

    Gracias por tus palabras, y un beso “en voz alta”.

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  17. ¡¡ Tú si tienes Arte !!

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  18. Es arte el decir sin decir todo

    un arte reservado a unos pocos,

    hay que mirar y ver con nuestros ojos

    y con nuestro sentir, de otro modo.

    Maravillándonos la pincelada,

    comprender más allá de la mirada...

    La feliz sonrisa
    que no dibujó Sorolla

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  19. Bien por esa personal sextina, Montse, que obliga acertadamente a una lectura pausada porque prescinde de sinalefas. Sobre todo por el final: “comprender más allá de la mirada”. Porque de eso se trata, de “comprender”; no de “entender” como erróneamente piensan todavía algunos. No es un ejercicio “intelectual”, en el peor sentido de la palabra, sino de comprensión, algo que queda “incluido” en uno mismo. El pueblo llano del siglo XII “comprendía” perfectamente el arte románico. ¡Y ni siquiera sabía leer!

    El Arte, en efecto, es algo “…reservado a unos pocos”… hacedores, pero es –o debería ser– un lugar de plenitud común para todos los demás hombres. Nuestro tiempo, también esto, lo ha vuelto del revés

    Gracias por el complemento, Montse.

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  20. Deliciosa entrada, Antonio. (Y qué estupendos comentarios).
    "El arte es una permanente reinterpretación de lo oculto", y acaso también del tiempo que por él y con él fluye cambiado.
    Saludos cordiales

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  21. Muchas gracias, Gemma. Tu amable visita es mucho más que una tormenta refrescante sobre esta desidia canicular que me aqueja.

    Saludos y, como diría Bogart, “siempre nos quedará…” el arte.

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