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Flor que desdeña el avance del tiempo...
Antonio Serrano Cueto
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Flor que desdeña el avance del tiempo...
Antonio Serrano Cueto
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Nos guste o no, el misterio es nuestra auténtica columna vertebral, el principio de nuestra verticalidad arrogante. Ni australopitecos ni pitecántropos, el eslabón perdido de la especie fue un "chimpancé" que se decidió al misterio. Y le pasó eso porque se dio cuenta de que su mundo de lianas, plátanos y funambulismo arbóreo ya no tenía ningún interés. Era una aburrida y repetida vulgaridad. Lo suyo fue una verdadera hazaña: gracias a él, se puso un punto y aparte en la narración de los bosques y comenzó un párrafo nuevo.
Luego, claro, vino el después. Porque el misterio primero se admira y luego se curiosea. Más tarde se intenta explicar; e incluso, a veces, se consigue. La vanidad de estos modestos logros (el misterio es muchísimo más interesante que todas las explicaciones de que nos creemos capaces) y esa oscura inclinación a vegetar muellemente entre lianas (…como a nuestro parecer / cualquier tiempo pasado / fue mejor) nos están arruinando la especie y debilitando la espina dorsal. Nos pasa últimamente que no somos capaces de convivir con lo inexplicable. Y, víctimas de esta incapacidad, o bien lo banalizamos y vulgarizamos en librerías y carteleras (hay una apestosa invasión de enfermas fantasías), o bien lo despreciamos y ridiculizamos desde cuatro ideas provisionales (todas las ideas humanas lo son) que mal digerimos y peor empleamos.
Un error, sin duda, que lo único que pone de manifiesto es la melancolía de una hazaña.
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Para todos los niños, que ni me leen ni me entenderían si lo hicieran; aunque lo de ‘hoy’, queridas y pequeñas posibilidades, no es exactamente un misterio, sino un prodigio entusiasta para vuestra inocencia. En cualquier caso, no os olvido en mi carta. He pedido que os dejen en los zapatos un misterio. Para mañana… Para vuestro largo mañana… Para que podáis caminar mañana.
Y siempre.
Luego, claro, vino el después. Porque el misterio primero se admira y luego se curiosea. Más tarde se intenta explicar; e incluso, a veces, se consigue. La vanidad de estos modestos logros (el misterio es muchísimo más interesante que todas las explicaciones de que nos creemos capaces) y esa oscura inclinación a vegetar muellemente entre lianas (…como a nuestro parecer / cualquier tiempo pasado / fue mejor) nos están arruinando la especie y debilitando la espina dorsal. Nos pasa últimamente que no somos capaces de convivir con lo inexplicable. Y, víctimas de esta incapacidad, o bien lo banalizamos y vulgarizamos en librerías y carteleras (hay una apestosa invasión de enfermas fantasías), o bien lo despreciamos y ridiculizamos desde cuatro ideas provisionales (todas las ideas humanas lo son) que mal digerimos y peor empleamos.
Un error, sin duda, que lo único que pone de manifiesto es la melancolía de una hazaña.
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Para todos los niños, que ni me leen ni me entenderían si lo hicieran; aunque lo de ‘hoy’, queridas y pequeñas posibilidades, no es exactamente un misterio, sino un prodigio entusiasta para vuestra inocencia. En cualquier caso, no os olvido en mi carta. He pedido que os dejen en los zapatos un misterio. Para mañana… Para vuestro largo mañana… Para que podáis caminar mañana.
Y siempre.
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Preciosa petición para los niños. Gracias por haber dado este giro al misterio "real", precedido de ese verso. Un abrazo.
ResponderEliminarLes has pedido a los Reyes la fuente de la vida, nada menos que un misterio, casi la eterna juventud.
ResponderEliminarEspero que lo traigan.
Felices Reyes, Antonio; en particular, para tu hija.
ResponderEliminarUn abrazo
Tienes razón, Capitán; lo he pedido para que no dejen de ser niños; lo que, por otra parte, resulta bastante evangélico.
ResponderEliminarIguales felices Reyes que para Antonio.
Un abrazo.
Si que ha sido una bonita petición. Y curiosamente sensata: si en algo es generosa la vida, es en misterios. De hecho, parece un tiempo para intuirlos, aunque siempre se nos van como escapando. Tal vez el querer seguirlos es lo que nos hace andar. Todos los niños quieren andar, mirar, vivir. Encontrarán muchos en sus zapatos. ¿Y tú? Seguro que has recibido tu misterio.
ResponderEliminarBuenas noches, caballero.
Ya toca volver a empezar con la vida normal. Feliz vuelta al cole.
Sin duda, la vida es pródiga en ellos, Olga, aunque nosotros nos hayamos vuelto bastante rácanos en su cultivo.
ResponderEliminarGracias y un beso, pero todavía no "vuelvo".
Estupendo, Antonio. Ya lo dijo elpoeta: mientras haya un misterio para el hombre... Misterios que traen dolor, claro, pero que nos hacen sentirnos vivos. ¿Cómo vivir sin ellos?
ResponderEliminarUn abrazo.
¿Qué podríamos hacer si perdiésemos la expectativa de lo prodigioso, Octavio? Nada, sin duda; o comer plátanos y olisquear la posibilidad de un peligro. Me gusta más presumir (algunos dirán "inventar") lo sorprendente que conocer lo común... Y creo que, en el fondo, a todos nos pasa lo mismo.
ResponderEliminarGracias y un abrazo.