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Formas de aire

.

Son memoria del aire –porque el aire
es un raro fluido con memoria–;
formas incontinentes o caricias
sobre la piel de un cuerpo sin regreso.

Como una tinta dactilar sublime,
escriben impensables transparencias;
y se acuerdan de gestos, de ademanes,
de sonrisas y otros muchos olvidos.

A veces hablan –o creemos que hablan
cuando su voz acude a los prodigios–;
y nos cerca una inmensa enciclopedia
de cuerpos no presentes, de vacíos
que no vemos y están y se atavían
de un ropaje inviable. Se pasean
todos los días por las mismas calles.
Sonríen con nosotros o discuten,
a veces, y se van. Y vuelven luego
con un ramo de viento en la mirada.

Todos los días a la misma hora
y en el mismo rincón de cualquier parte:
un jardín con acacias, un camino
que suspendió horizontes en septiembre;
la noche de un bolero, la infinita
desolación de una alegría ausente…

Todo guardado aquí, junto a nosotros,
en estas formas donde habita nadie.



29 junio 2010
.

Comentarios

  1. ¡Qué hermoso!
    Gracias Antonio.

    Un beso invisible.

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  2. Gracias a ti, naturalmente, Veridiana, y un beso de parte de todas estas transparencias.

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  3. Te das en pequeños sorbos, pero qué refrescantes. Un abrazo.

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  4. Muchas gracias, Antonio. Lo que yo debería hacer es echarme un gran trago con vosotros.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. Quizá el recuerdo sea un buen lugar en el que descansar... a ratos.

    (...)

    Veridiana, me uno a tu silencio. Un abrazo.

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  6. Para mí, Ana, no son exactamente un lugar para descansar, sino la tierra que piso, me sostiene y me permite seguir mirando, cara a cara, a la vida. Y creo que esto es válido para todos los hombres. Los recuerdos no son la hospedería de la nostalgia, sino las únicas certidumbres que tenemos de nosotros.

    Gracias por tu visita, y un afectuoso saludo.

    ResponderEliminar
  7. Es difícil hablar de esa delicada arquitectura que nos sostiene y a veces también nos habla, o lo creemos, "cuando su voz acude a los prodigios". Todo lo que un hombre guarda es verdaderamente él. Por eso cuando queremos a alguien, queremos también esa nube intangible que a la vez lo rodea y lo habita, queremos conocerle.
    Y uno alguna vez siente, ante un poema, que roza la parte invisible de otro y la siente extrañamente parecida a la suya propia aunque las historias concretas sean tan distintas. Es como encontrarse "en el mismo rincón de cualquier parte" y sonreírse un poco, reconocerse en la lectura.
    Al menos, eso me ha pasado a mí con estas formas del aire. Pero es muy tarde, no sé qué pensaré mañana de este comentario;-)
    Un beso.

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  8. Pues mañana ya es hoy; en realidad, ese ayer “muy tarde” era un hoy muy temprano, así que no sé si seguirás pensando lo mismo. En cualquier caso a mí me parece un hermoso comentario porque refiere la callada pretensión de todos los poemas que en el tiempo han sido: hacer de la modesta anécdota propia zona de identidad común con otros muchos. Gracias por así comentarlo.
    Pero si tu opinión hoy es otra, házmelo saber.
    Un beso.

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  9. Bueno, pues ahora que ya no estoy en la confusa madrugada de celebraciones futbolísiticas (soy pueblo, no puedo evitarlo;-)sino en el mediodía de piscina y ensaladilla rusa, sigo pensando lo mismo.
    "Hacer de la modesta anécdota zona de identidad común". Anécdota, sensación, invención, misterio... todo en los recuerdos o en los pemas nos lleva hacia afuera, al escribirlos, y hacia dentro, al leerlos. Y todo ello está lleno de esa otredad que nos llena, aun en la soledad de los recuerdos.
    Esas transparencias nos traspasan y nos hacen especialmente visibles.
    Yo me alegro de verte, la verdad;-)

    ResponderEliminar
  10. Un poco tarde (como verás, ando con un desfase de unas seis horas más o menos), sin piscina ni ensaladilla, pero rodeado de vencejos (son las diez y pico de la noche y siguen con su particular, bellísimo y acostumbrado escándalo)… Un poco tarde para contestar; quiero decir, para asentir. Así es, “humanamente hablando” –que es principio endecasílabo de Blas de Otero–: “todo está lleno de (…) otredad.” En el fondo, los descubridores biológicos del yo –los hombres– son quienes son por… ¡lo demás!
    La conclusión es evidente: nuestra naturaleza es la contradicción… unamunianamente hablando.
    Besos y gracias por la opinión.
    P.S.: Por cierto, yo también soy “pueblo”: vi el partido. Y siento una felicidad inmensa porque los “españolitos” de Machado encuentren una razón común para alegrarse de serlo… ¡Sin otras prescindibles diferencias!

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