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Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.
Antonio Machado
No serán muchas cosas; tú bien sabes
que detesto llenar el maletero
de empeños prescindibles, que prefiero
las alforjas de viento de las aves.
Y sobre todo, no olvidar las llaves,
para volver –si puedo– adonde quiero
–mi billete de vuelta es un llavero,
un renglón de metal de amadas claves–.
No serán muchas cosas… Tres o cuatro
pinceladas del alma entre la gente.
Un aplauso que no tuvo teatro;
tal vez un verso, que quedó pendiente...
Y en mis ojos, de lejanía llenos,
los tuyos... donde echar a Dios de menos.
7 agosto 2010
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Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.
Antonio Machado
No serán muchas cosas; tú bien sabes
que detesto llenar el maletero
de empeños prescindibles, que prefiero
las alforjas de viento de las aves.
Y sobre todo, no olvidar las llaves,
para volver –si puedo– adonde quiero
–mi billete de vuelta es un llavero,
un renglón de metal de amadas claves–.
No serán muchas cosas… Tres o cuatro
pinceladas del alma entre la gente.
Un aplauso que no tuvo teatro;
tal vez un verso, que quedó pendiente...
Y en mis ojos, de lejanía llenos,
los tuyos... donde echar a Dios de menos.
7 agosto 2010
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