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Dice el diccionario que "gente bien" es la de posición social y económica elevada.
El mundo, la historia, se hace con “buena gente”, donde buena es epíteto inseparable del nombre a que acompaña, no con “gente bien”, donde aquélla insulta gramatical y semánticamente a éste. Porque –siempre que no hablemos de poesía, en que la palabra sueña lo inefable– los adverbios no tienen ocupación con los sustantivos. Lo suyo son los adjetivos, los verbos y ellos mismos. Es decir: las cualidades, las acciones y las circunstancias. Por eso los sustantivos son unos intrusos cuando se pegan a los adverbios, y lo único que hacen es confundir los diccionarios del alma.
El mundo tiene clarísimo lo que es la “buena gente”, pero titubea mediáticamente ante lo que es la “gente bien”. Porque la gente bien –que no es siempre la misma– es la que impera en determinados momentos; “la que se lleva”, como diría cualquier idiota al uso. Es decir, la gente bien es moda, anécdota, pasajero estrellato del poder y su podrida gloria.
Así que hay que dejar de mirar a la gente bien y empezar a fijarse en la buena gente. Hay que dejar de seguir a los proxenetas de los adverbios, que mercadean con atributos que no merecen las acciones de que hablan, o, lo que es peor, prostituyen los que se elevaron a platónicas sustancias. Como pasó con el Bien, que, de ser el referente de los actos cuya sombra humana eran la bondad y su sabiduría, se convirtió en adminículo enfermo que pretendía dignificar a quienes detentan lo que ostentar no podrían nunca.
Menos mal que la historia y el mundo siguen siendo el quehacer cotidiano de la anónima, innumerable y bendita buena gente.
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El mundo, la historia, se hace con “buena gente”, donde buena es epíteto inseparable del nombre a que acompaña, no con “gente bien”, donde aquélla insulta gramatical y semánticamente a éste. Porque –siempre que no hablemos de poesía, en que la palabra sueña lo inefable– los adverbios no tienen ocupación con los sustantivos. Lo suyo son los adjetivos, los verbos y ellos mismos. Es decir: las cualidades, las acciones y las circunstancias. Por eso los sustantivos son unos intrusos cuando se pegan a los adverbios, y lo único que hacen es confundir los diccionarios del alma.
El mundo tiene clarísimo lo que es la “buena gente”, pero titubea mediáticamente ante lo que es la “gente bien”. Porque la gente bien –que no es siempre la misma– es la que impera en determinados momentos; “la que se lleva”, como diría cualquier idiota al uso. Es decir, la gente bien es moda, anécdota, pasajero estrellato del poder y su podrida gloria.
Así que hay que dejar de mirar a la gente bien y empezar a fijarse en la buena gente. Hay que dejar de seguir a los proxenetas de los adverbios, que mercadean con atributos que no merecen las acciones de que hablan, o, lo que es peor, prostituyen los que se elevaron a platónicas sustancias. Como pasó con el Bien, que, de ser el referente de los actos cuya sombra humana eran la bondad y su sabiduría, se convirtió en adminículo enfermo que pretendía dignificar a quienes detentan lo que ostentar no podrían nunca.
Menos mal que la historia y el mundo siguen siendo el quehacer cotidiano de la anónima, innumerable y bendita buena gente.
Quizá a la "gente bien" le falte la preposición que relacione ambos términos, la "gente de bien", la "buena gente".
ResponderEliminarClarificante entrada
Bien lo dices, Capitán: de eso se trataba, de la importancia de lo insignificante. Como las preposiciones o los innumerables hombres “insignificantes” que enlazan “gente” con “bien.” Como concluyes, la “buena gente”, vamos.
ResponderEliminarMuchas gracias y un saludo.
Esta semana de Madrid,he estado en casa de mi querida amiga C, que es de clase bien,buena gente y encantadora. Ella,se sale de las normas "pijas" tiene carrera de Bellas Artes,Filosofía y toca un instrumento.
ResponderEliminarPero los pijos que andan por esas zonas,es algo que no soporto: criticones " superiores" y aburridos.
Me gustaría escribir un artículo sobre ese fenómeno " fascinante" de raza urbana insopotable.
Tal vez no merece la pena...
Un beso bohemio.
No, desde luego no "merece la pena" el esfuerzo, Veridiana. Pero yo no me refiero a la gente pija, ésa es otra. La gente bien de que hablo es la que impera en determinados momentos; “la que se lleva”…. Los otros ni se llevan ni imperan: sólo son por inercia del tiempo.
ResponderEliminarUn beso de Max Estrella
jajaja...¿ Por el Esperpento ?
ResponderEliminar¡Sin duda!
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