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Una cita recomendable

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No son éstos malos días para hablar con una vieja amistad, para citarse con ella en un café nostálgico y estrechar sinceridades en la esgrima de dos copas. Yo lo he hecho hoy.

La he llamado por teléfono esta tarde. Le he preguntado por su ayer y por su ahora después de tanto no saber de ella. Y hemos quedado para brindar por todo lo que nos debíamos y no habíamos hablado. Ha sido a las diez, en un bar de barrio antiguo y pobre donde solíamos vernos cuando apenas nos conocíamos. Yo he pedido un Four Roses, sin hielo, naturalmente; ella, una tónica sin firma –siempre tuvo un paladar puritano–. Y he vuelto a preguntarle por su hoy y por su antes.

Hemos pasado dos horas –cuatro vasos de bourbon y dos tónicas– despertando palabras y desordenando soledades; porque la verdad es una soledad ordenada que retiene innumerables silencios. Algo parecido flameaba ya en el templo de Delfos. Hasta que lo divulgó Sócrates y lo divinizó San Agustín. Ahora se ha vuelto impopular defender tales cosas porque el conocimiento sólo tiene crédito si lo avala la observación de otros. Así es como nació la psicología, como un indecente voyeurismo de intimidades enajenadas.

Hemos pasado dos horas desnudando las metáforas que nos disfrazan ante los demás y extrayendo el mineral y la ganga que nos define; la verdad y su farsa inevitable. Sólo nosotros porque, como ocurre con las incertidumbres cuánticas, cualquier observador ajeno a la veracidad de uno acaba distorsionándola.

A las diez, en un bar de barrio antiguo, hoy he quedado con el alma… Para saber de ella lo que en mí tan a menudo se hace extraño.
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Comentarios

  1. Recomendable y creo que necesaria, Antonio. Suelo tener citas como la tuya cuando me enfado con Platón porque ella se aleja ... se aleja y hace días que no la llamo. No quiero que deje de formar parte invisible de mi cuerpo ... cada año con un año más, con más arrugas y más preguntas. Busco la Luz y la saco de la cueva. Los tres: La Luz, ella y yo... en el bar más solitario y alejado del barullo de la ciudad. Un tiempo para respirar hondo, para encajar las piezas saltarinas, para ver dentro. Yo no sé qué sería de mí sin estas citas. Tal vez caminaría a tientas y me caería mucho más de lo que ya de por sí es inherente en nuestra naturaleza... Naturaleza caída.

    Citas que son plegaria. Susurros de esperanza: "Confía".

    Gracias por este post, profesor. Me ha recordado que es urgente que hoy, precisamente hoy, debería pasar la tarde...casi toda la tarde con ella. Tal vez me liberará de este cansancio infinito que me impide caminar.

    Un abrazo cordial.

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  2. Es necesario hablar y ajustar cuentas con uno mismo. Yo creo que es ahí donde reside la fuerza del ser humano. Pero el mundo actual parece empeñado en no dejarnos tiempo para ello, y cuando nos lo deja, lo rellena inmediatamente con un montón de estímulos foráneos para evitar que lo hagamos. Si nos conociésemos más, comprenderíamos más y mejor a los otros. Y todos, probablemente, seríamos más justos y menos infelices de lo que nos creemos… Y sería bastante más difícil que “nos vendiesen la moto” quienes se ganan la vida como “trapisondistas”.

    Gracias a ti, Sunsi, y un abrazo de los de siempre.

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  3. Yo debería beber de vez en cuando bourbon con tónica. Miedo me da. Y no es porque en lo de ajustar cuentas no tenga práctica, pero me temo que esa enseñanza no me sirve.

    A veces, escribir poesía -o intentarlo- es algo parecido.

    También me gustaría tomarme un bourbon contigo. Yo soy más de whisky, pero mi amiga Marta (que conoce al caballero y le gusta sonreírle) es muy partidaria de Jack Daniels;-)

    Feliz nochevieja, feliz año nuevo y feliz todo, querido Antonio.
    Un beso.

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  4. Conste, Olga, que yo no bebo el bourbon con tónica ni con niguna otra cosa; ni siquiera con hielo. Lo tomo solo, aunque a veces también adorno el café con él. La tónica no era para mí exactamente.

    Y es verdad lo que dices; con una pequeña corrección: escribir poesía no es "algo parecido" a la cita aquí recomendada, es lo mismo. Y tú -¡no quieres enterarte!- eres una experta en concertar encuentros de esa índole.

    Recuerdos a tu amiga Marta de parte del caballero; y para ti, ya sabes… ¿o tengo que repetirlo? Naturalmente no, porque ya lo sabes. Brindaré por ti, por tu merecido ahora y su consecuente después, a las doce de la noche del día treinta y uno. Con bourbon, por supuesto.

    Un beso de fin de año.

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  5. ¡Qué peligrosas esas citas y que añoradas a la vez!
    Me cito contigo,aunque sea virtual,en el bar del Ritz,y brindemos por un año feliz,rodeados de esa atmósfera de música arte y lujo.

    Un beso amistoso.

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  6. ¡Qué buen apunte, Veridiana: peligrosidad…! Es cierto: lo más peligroso es poner sobre la mesa las cartas de uno ante uno mismo. Peligroso, pero muy, muy aconsejable.

    En cuanto a lo del Ritz, siendo virtual, no hay inconveniente, porque con los recortes salariales la extraordinaria se me ha quedado en una caricatura (no me quejo, sería una indecencia: hay muchos que no tienen ni la caricatura de “la ordinaria”); y el Ritz… ¡sigue siendo el Ritz! Así que, mañana a las doce brindaré también con Circe (y esto sí que es un peligro) frente a la silenciosa felicidad de la mejor pinacoteca del mundo (no puedo evitar decir esto: ya sabes que soy de aquí).

    Un beso y feliz año.

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  7. Será un placer seguir charlando con usted a lo largo del once que comienza.

    Un cordial saludo de todos para todos,

    Hernán

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  8. Sin duda, admirado amigo, el placer será mío.

    Un fuerte abrazo.

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