Ir al contenido principal

El sueño de Juan de Tassis

.

Me pasó hace casi un lustro. Lo conté algo después: un domingo de mayo alejado poco más de cincuenta meses. Nada nuevo, por tanto… ¿Que, por qué lo recupero ahora, al cabo de tantos “atardeceres”...? ¡Sabe Dios! A lo mejor, porque no puedo conmigo; a lo peor, porque no sé qué hacer con lo demás; eso que yo no soy, pero no puedo distraer de quien fui sin dejar de ser el mismo.


Es el más bello siglo de los siglos,
el más bello: valor, honor, palabra;
la espada o el amor… ¡Es el más bello!

Te dije al detenerme en un semáforo.

Y de pronto, cruzó Villamediana.
“…a ser morir, morir por esos ojos”–,
murmuró mientras dos hojas caían
sobre el capó del coche.
..........................................No lo viste,
ni siquiera llegaste a darte cuenta,
y eran tuyos los ojos de que hablaba.
Ni siquiera le oíste, ni siquiera.

Juan de Tassis besó esos dos milagros–,
pensé cuando la luz se puso verde.

Por la noche soñé que recorría
callejones oscuros y desiertos
de un Madrid inviable entre latidos
metálicos de espadas y de espuelas;
soñé con soportales inquietantes
y citas misteriosas, y traiciones;
soñé que en San Ginés un mercenario
me arrancaba la vida a cuchilladas;
soñé que vi tus ojos… Vi tus ojos.

Te juro que los vi mientras moría.


Febrero 2007



.

Comentarios

  1. Los sueños son un misterio.Mira que yo te veo más como Lope de Vega...
    Ese Lope de Vega,con su irrefrenable pasión,su desenvoltura y firme creencia en la vida y en los valarores íntimos del hombre y su fe en las cosas y en las gentes.
    Tal vez a través de los siglos,seamos destinatarios de su abudante producción,o reencarnados en otros cuerpos.
    "La muerte no puede matar tu alma"decía Ovidio.

    Un beso renacentista.

    ResponderEliminar
  2. ¿Que me veis como a Lope, divina Circe…? Será que me habéis convertido vos y que además habéis cambiado de proveedor de hechizos: antes convertíais a vuestros prisioneros en otras criaturas. En cualquier caso, yo sería un Lope muy poco Lope; casi nada Lope, una mierdecilla de Lope. Y en cuanto a las reencarnaciones, la vacante de Lope la ocupó hace menos de un siglo Gerardo Diego. Él mismo lo dijo en uno de esos sonetos magistrales que parecían salirle sin querer. Merece la pena recordarlo:

    Quiérele mucho a Lope: por ti vela
    –madrugada de hielo– por ti canta,
    decanta el verso de agua fresca y santa,
    por ti, chiquilla, y no por Micaela.

    Al nuevo albor reza por ti, locuela,
    baja al jardín, le riega planta a planta,
    peina a Micinda el lomo que levanta
    y una comedia –tú en disfraz– encela.

    Quiérele mucho a Lope: él nunca muere.
    Ya pronto cuatro siglos que te quiere,
    todos los siglos, años, meses, días.

    Amale con amor arrebatado,
    que él por ti sueña y canta enamorado.
    Porque Lope soy yo, ¿no lo sabías?

    Precioso, ¿verdad? Don Gerardo sí que llevaba algo del alma de Lope

    Gracias, Veridiana, y un beso (el mío, barroco, naturalmente).

    ResponderEliminar
  3. jaja,no subestimeis a una hechicera...

    Sí,es precioso el poema.
    Gerardo Diego, insiste en la actualidad estética del contraste entre lirismo e ironía.

    ResponderEliminar
  4. A mí, personalmente, me parece una preciosidad, será que tengo imaginación, pero lo de fundir los tiempos en uno,que al final es lo que es, un solo tiempo,donde coexisten ambos y decirlo de esa manera me parece especialmente bello. Creo, Antonio, que esta vez te mereces un..... BESAZO.
    Doña Anónima

    ResponderEliminar
  5. ...¡Líbreme Dios de subestimaros, mi temida Circe!

    ResponderEliminar
  6. ¡Jajajaja…! Me hace gracia lo del “BESAZO”.

    Dices bien, el tiempo es “un solo tiempo”, el mismo entramado para todos los hombres.
    Por eso no podemos prescindir de la Historia nunca y por eso podemos sentir (¡y hablar!) con cualquier ser humano de cualquiera de sus momentos.

    Muchas gracias, Doña Anónima, por sus lisonjeras palabras.

    Un beso de tamaño semejante al suyo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares

La metáfora amable

El mundo está tenso, enrarecido. Casi todo lo que uno oye o lee es desagradable; y si no lo es, parece contener un inquietante presagio. A los felices veinte del pasado siglo les sucedieron los amargos treinta y los trágicos cuarenta. Latía extraño el hombre, y cuando el hombre late de ese modo, algo podrido cocina la historia. Cientos, miles de veces ha ocurrido así. Para Sísifo –siempre Sísifo–, al final del esfuerzo sólo está la derrota. Su modesto placer de coronar la cumbre es efímero y repetidamente inútil. No hay paz ni paraíso al cabo de la escalada; sólo desolación, tristeza, crueldad, destino… ¿Existe el destino? ¿Debe ocurrir siempre lo que siempre ha ocurrido? ¿Es de verdad la historia la brillante sustitución de la fatalidad natural por la libertad humana o es simplemente la metáfora amable de la ‘ordenada’ crueldad de aquélla? Las especies combaten, y se destruyen y sustituyen. ¿Y las culturas? ¿Y los pueblos del hombre?... ¿Qué de especial creímos ver en los h

El destino de las supernovas

. . Luz, ¡más luz! J. W. Goethe …somos polvo de estrellas C. Sagan La mayor parte de los átomos es vacío . Al cielo le ocurre algo parecido con la oscuridad. La luz es toda una excepción: un paseo puntual de diminutas y alejadas insolencias. Porque la luz es una insolencia, un atrevimiento, una osadía rodeada de sombras que, al cabo, revienta hastiada de tanta y tan constante hostilidad. Luego se esparce en la noche, como un raro prodigio, y siembra lugares y posibles miradas. Del agotamiento de la luz ante su empresa nacen rincones en la oscuridad, surgen otras diminutas y alejadas insolencias que miran al cielo y admiran su vencida hazaña. Eso dicen al menos los sabios que de aquélla saben. El hombre es la mies de una derrota, el pan de un desastre. Pero también el atleta que recoge el testigo de una rebeldía luminosa. El hombre es un héroe trágico que se obstina en la luz, como la luz se obstina en no ser su contrario. Supongo que es así porque si no, ser humano sería una indecenc

La tristeza de la inocencia

Por Julia y a su hijo Julio Me han llegado noticias tristes por ese golpe tan temido de los teléfonos, repentinos y traidores como es su costumbre. Un familiar lejano, una mujer, mayor desde luego, aunque eso... ¿qué importa? …Y  he pensado en uno de sus hijos; un niño detenido por la vida, varado en una luz de infantil inteligencia que oscureció la caprichosa divagación de un cromosoma y nació bendecido de inocencia interminable. He pensado en ese niño, que ha cumplido ya los años de los hombres, aunque no sus soberbias ni vanidades... Y he pensado en la tristeza y el abandono, un abandono en su caso más cruel por la distancia inmensa de los otros. He pensado en el desconcierto de su ternura mirándose al espejo; y en el estupor de su niña memoria ante el beso sin labios de su madre. Un río de pequeños recuerdos; tal vez, algunas lágrimas; un no saber, un  sí sufrir la soledad repentina, inexplicable...Y el dolor de su alma en carne viva golpeándose desconcertada