La tesis es el entusiasmo, la afirmación gozosa del proyecto, de la luz. La antítesis, el desencanto –su remordimiento estético– cuando los soles de ayer, o de antes, o de hace un momento, descubren que no sirven para todas las oscuridades; tal vez, para ninguna oscuridad. Y la síntesis… Bueno, la síntesis es una chapuza, un combinado de negaciones, una macedonia de contraluces.
Por eso la afirmación, que es nacer, halla su negación en el paulatino desnacerse de la vida. Luego está la negación de la negación, la superación final de aquélla en su plenitud de esencia, en su ser acabado, irreversible, ya completo… Y entonces sólo somos el asunto de una barcaza que cruza una laguna oscura.
La tesis es nacer. La antítesis, el obligado desvanecerse que es vivir… La síntesis, una barca que aguarda en un desolador embarcadero.
En esa macedonia de contraluces que es la síntesis, tal vez lo desolador no sea la nota predominante (¿no?). El desolador embarcadero será o no será el final, será o no será un desvanecimiento definitivo tras tanto vivir o desvivirse uno.
ResponderEliminarPero no sé, siempre intento llevarte un poco la contraria y al final no voy a saber, no voy a encontrar de dónde;-)
Un beso, maestro.
Bueno, en realidad no me llevas la contraria del todo. Lo que digo que es ‘desolador’ es el embarcadero, no la barca que aguarda. Y la síntesis es ésta. Lo que ocurre tras la navegación con nuestra ‘chapuza’ es cosa de Caronte.
ResponderEliminarGracias por tus palabra, Olga, y un beso.
Cuando los soles descubren que no sirven para todas las oscuridades, siempre podrán ver a la luna.¿no? Y quizás, solo quizás, el embarcadero esté lleno de otros que han desembarcado antes y estén aguardando en esa serena oscuridad. Al final, todo es una cuestión de esperanza.
ResponderEliminarUn beso Antonio.
Sin duda tienes razón, Doña-Anónima: a partir de cierta edad, uno descubre que al embarcadero ya han llegado muchos más de los que quisiera.
ResponderEliminarGracias por seguir visitando estas tonterías mías.
Y un beso, naturalmente.
Qué reconfortante resulta volver a leerte.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo,
Francisco
Jaja,no hay nada que hacer!!!
ResponderEliminar¡Qué peligro pasar del entusiasmo al desencanto!
El placer es encontrarte de nuevo.
Un beso entusiasta.
Lo verdaderamente reconfortante, Francisco, es reencontrar estas lealtades, que no merezco.
ResponderEliminarGracias, y un abrazo.
Ese "no hay nada que hacer", mi temida Circe, ¿lo dices de la dialéctica o está referido a mí (vamos, como si dijeras, 'este sujeto no tiene arreglo')? Probablemente, un poco a los dos, ¿verdad?
ResponderEliminarGracias siempre, Veridiana, y un beso.
jaja,para mi tú eres una incógnita,y eso me gusta.
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