Para Gonzalo, por si un día llega a leerlo
El cuento era ingenuo como todos los cuentos, y como todos
los cuentos acababa dando la razón a los sueños. Lo escribí para tu madre
cuando ella aún no podía leerlo, ni escucharlo siquiera; cuando sólo podía oírlo,
de fondo, como el rumor ronco de un viento aún por descifrar. Lo escribí cuando
ella tenía ese mismo tamaño que hoy tiene tu ternura. Y lo escribí para que
nadie pudiera romperle nunca los sueños, para que ella se hiciera más fuerte
que los días de la vulgaridad demostrada. Porque todo lo que se demuestra acaba
siendo vulgar, tediosamente vulgar. Y así no hay forma humana de vivir. Tu
madre se hizo científica; y tu padre, navegante de igual barco. Pero yo sé que,
en el fondo, una y otro llevan cartas de navegar con coordenadas de un no sé
qué inalcanzable.
El cuento era ingenuo y acababa en una no verdad como todos
los cuentos. Y digo no verdad porque los años me empañaron la vida de vulgaridades,
es decir, de demostraciones. Pero ahora, que estás tú entre mis brazos, otra
vez con el tamaño estricto de la ternura, otra vez recogiendo lo que no puedes
leer ni escuchar siquiera, lo que sólo me oyes, como el rumor ronco de un
viento aún por descifrar, quiero que un día me cumplas también esta esperanza:
intenta con todas tus fuerzas desvelarlo todo; y desea, con toda tu alma, no
conseguirlo nunca.
La felicidad, te digan lo que te digan, consiste en descubrir
que un cuento es un sueño inalcanzado; y un sueño, la verdad que hace al hombre.
“El tamaño de la ternura” y de la belleza, y del amor, ¡del infinito!, del “Misterio”. Cambiando un poquito a Prov 4,18 : La senda de la vida es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta llegar el pleno día. Hermosa foto Antonio. ¡Ya tienes a quien enseñar a colocar el “viejecito”! en su puente. Un beso de Cupi y felicitaciones a todos
ResponderEliminarGracias Papá! Y tú le guiarás sabiamente en ese camino hacia los "sueños inalcanzados" como hiciste conmigo. Un beso muy grande de parte de los dos.
ResponderEliminarEn efecto, Cupi, la vida es como dice el proverbio. La pena es que ni siempre ni todo el mundo lo entiende, y a los más de quienes sí lo logran, les pasa al anochecer.
ResponderEliminarMuchas gracias por el cariño de tus palabras.
Mira, hija, aquí el único que tiene que dar las gracias soy yo. Y más si consideras que yo te guié (¡os guié!) hacia "sueños inalcanzados"; no "inalcanzables", que es cosa muy distinta. Porque, a pesar de lo que muchos piensan, lo no alcanzado deja intacta la voluntad de perseguirlo. Lo no alcanzable, sin embargo, hunde en la desolación y nos convierte en clientes de los psiquiatras.
ResponderEliminarGracias por animarme a seguir predicando con don Quijote.
Un beso muy fuerte.
Enhorabuena a todos, querido Antonio. Un beso enorme (aunque septembrino).
ResponderEliminarMuy bello, Antonio!!
ResponderEliminarUn beso.
Muchas gracias, mi querida Olga. La ternura de un niño que se nos duerme en los brazos es la felicidad “más grande que pueda pensarse”. Siguiendo el ‘argumento ontológico’, esto demuestra que la felicidad existe; aunque no estoy seguro de que el ser humano tenga cabal conciencia de ello.
ResponderEliminarUn beso.
Así es, mi temida Circe y querida Veridiana: es bellísimo esto cuando nos ocurre.
ResponderEliminarMuchas gracias por compartirlo y un beso.