Hace algunos años
escribía... Pero todo es coherente. A fin
de cuentas un fracasado crea puestos de trabajo: consultas, terapias
psicológicas y fármacos variopintos. A un derrotado le basta el abrazo de un
amigo.
Pero por entonces la
derrota era aún un ejercicio de metafísica estatura, una tilde filosófica
rodeada de grandeza.
Han cambiado mucho las cosas en este tiempo. La heraclitiana
hoguera de la realidad se ha transformado en brutal incendio. No sé dónde poner
el alma que pueda respirar el aire fresco de la esperanza. Las verdades del
hombre están podridas. Incluso cuando claman por su resurrección en los foros
de la historia, se hacen irrespirables. No queda oxígeno para el mañana; ni cultivos
hoy para el oxígeno. La preocupación por el clima que amenaza el futuro del
planeta no debería ser meteorológica, sino histórica.
Rousseau (y otros
muchos) fue un embaucador. La naturaleza del salvaje no es la bondad porque
nada puede ser bueno antes de que exista su definición. Y ésta sólo es posible
cuando el salvaje deja de serlo, es decir, cuando ya no es naturaleza sino
cultura, sociedad, historia...
Pero hoy la Historia arde
por doquier... Y se convierte en cenizas de su contrario.
Rodolfo Lampiño, hacia el año 1000: “El tumulto de la guerra comenzó súbitamente en toda la extensión del mundo occidental. Llevados por la indignación, los reyes y príncipes comienzan a asolar las poblaciones y acaban degollándose unos a otros, a lo que se unen, epidemias, carestías, hambrunas. Por otra parte, se cometen por todo el mundo, actos que violan el derecho y la justicia. Una codicia desenfrenada, hace que no sea posible hallar en casi nadie, esa confianza en los otros que es el fundamento y sostén de toda buena conducta. Y para que sea más evidente que los pecados de la tierra han alcanzado el cielo, en casi todos los órdenes sociales, se difunde la arrogancia, se atenúa el debido rigor. Una avidez descarada invade el corazón humano y la fe desfallece en todos…”
ResponderEliminarComo dices muchas veces, la historia se repite así misma, no hay tanta diferencia en los hombres de una época y de otra, pero sigue existiendo el bien en medio de tanto mal, sólo hay que graduar las gafas adecuadamente. Un beso
Pues si es cuestión de ópticos, querida amiga, lo tengo claro; quiero decir, 'oscuro' porque cada día veo menos... De lejos, de cerca, desde cualquier perspectiva. Lo mío es cuestión de edad, naturalmente. Pero lo grave de la ceguera histórica, la cíclica ceguera de los tiempos, es su voluntariedad porque, como dice nuestro viejo adagio, no hay peor ciego que el que no quiere ver.
ResponderEliminarLa vida,siempre ha sido dura,pero queda la certeza de que algo puede cambiar...
ResponderEliminarBuenos días Antonio!!.Y FELIZ AÑO!!.
Besos.:)
¿"Certeza", Veridiana?... ¿De verdad crees que al siglo XXI le queda alguna "certeza"? ¡Qué grande es el continente de tu esperanza!
ResponderEliminarTodo un placer verte por aquí.
Besos y feliz año para ti también.
Querido Antonio: no sé qué decirte. Creo que tienes razón pero no me apetece dártela. Además, igual no la tienes. En las cenizas puede quedar algún rescoldo de bondad, belleza... qué sé yo. A pesar de lo que somos, siempre quedará alguien que las busque y, de alguna manera, las convoque.
ResponderEliminarUn beso, maestro.
Harás bien en negarme la razón, Olga; de hecho, yo hago todo lo posible por no dármela. Y, por supuesto, creo que habrá mineros de las cenizas que extraerán los rescoldos aún ardientes de ellas. También creo (en realidad lo sé) que con su calor evocarán sueños y con los sueños harán leyendas. Así, una vez más, parecerá que el hombre es nuevo y todo recién inventado...
ResponderEliminarPero lo más amable de todo, Olga, es que tú me sigas visitando y, además, llamándome "maestro"... ¿De qué, Olga?...
¿De qué?
Un beso
"Así es como el joven Ícaro, por su excesiva soberbia, imprudencia y temeridad encontró la muerte, cuando debería haber alcanzado su libertad".
ResponderEliminarNo se si se puede aplicar esta leyenda a los políticos pero quiero pensar que esperaban crear una sociedad mejor y su soberbia acabó por destruirlos. Pero... ¿no es acaso lo que pasa siempre? Si la historia es la eterna búsqueda de equilibrios ahora tocará algo mejor.¿No crees?
Un beso, amigo.
Es que no me refiero sólo a los políticos, Susi, sino a todos nosotros. En ocasiones, pienso que nos viene de perlas afirmar aquello de Sartre de que "el infierno son los demás". No nos engañemos: no hay un "demás" que nos justifique. Si la Historia arde es porque todos arrimamos la leña de su árbol caído. No hay sólo fraude o corrupción, hay bestialidad, crueldad, infanticidio, pederastia, amputaciones, exterminios, claudicaciones axiológicas, silencios cómplices con "síndrome de Estocolmo", morales de doble cara... ¡Hay barbarie, estupidez, cobardía...!
ResponderEliminarNo, no creo que sirva Ícaro, Susi. Mejor, Sísifo: a la cima no le aguarda otra cima, sino el valle de siempre y el agotador e inútil esfuerzo. El hombre solo no sabe ni puede salir del hombre.
Gracias siempre por acompañarme y un beso.