Cuando
ayer no es ayer, o cuando es cualquier día
que
alguna vez lo fue, que completa sus horas
con
risas y palabras en relojes sin tiempo
–o que ya
no son tiempo, sino confuso abismo
donde
esparce el invierno su memoria maltrecha
de vida
arrinconada–. Cuando arrecia el pasado
un
temporal de lágrimas y vuelven quienes eran
un
rostro en el olvido, o trastornan la vida
sin
permiso del alma extrañas muchedumbres...
¿Qué
tiempo es ese tiempo que anochece ciudad
y
amanece suburbio, que anquilosa los miembros
y enfría
las manos, que invierte en nostalgia
el
pudor del silencio y su noche infinita?...
Cuando
ayer no es la causa de que hoy sea un día
diferente
a otros días, sino sombra estampada
en un mismo reloj de quietud intratable.
Cuando
ayer se detiene porque es nada y fue todo.
Cuando
no es voluntad de quererse mañana.
Cuando
quiere ser siempre… y no quiere ser más.
Un día
que no tiene más días de reserva.
Una
casa cerrada, una ciudad vacía…
¿Qué
día es ese día que ya no quiere serlo?
Agosto 2015
Un tiempo que ya no quiere ser más tiempo, que está parado quizás en la niebla de los recuerdos que se deshacen a jirones. Que está en la nada y en el todo de lo que fui y de lo que soy. Y ya no quiero ser más que la paz en el silencio. No se si estoy comprendiendo bien este texto tan difícil para mi. En cualquier caso, esto es lo que yo entiendo. Perdón si no es así.
ResponderEliminarUn beso.
Así es, Susi. El tiempo se detiene en la mirada de los ancianos. Se basta a sí mismo; nada encuentra fuera de sí mismo. No hay mucho más que comprender. Gracias por hacerlo.
ResponderEliminarUn beso.