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Mostrando entradas de 2021

Caballitos de mentira

  Los ojos, redondos y negros, sin norte en la mirada. La boca, entreabierta, con un gesto de asombro y confusión. Detuve el coche, lo observé con fraternal melancolía. Estaba empapado de lluvia y soledad junto al último portal de una calle solitaria. En su montura sólo quedaban memorias imposibles de niñas felicidades y horas de párvulas alegrías y jinetes de fingidas galopadas... A su grupa, apenas un equipaje de ayeres repentinamente ausentes. ¡Pobre caballito de mentira! Eras como un cuento triste de Navidad, un cuento vulgar con un asunto común; un objeto forrado con los sueños de un niño, abandonado en la calle, una tarde lluviosa de diciembre.   Normal que fuera así. Producimos para consumir, consumimos para sustituir. Nos hablan de obsolescencias programadas. Nos convencen de usar y tirar. Y, poco a poco, todo se va haciendo indiferente, todo se va diluyendo en una reificación estúpida de objetos sin equipaje de ayeres ni álbumes del alma... Lo doloroso, lo cruel, lo más a

Reflexiones sobre la caverna

No creo que ya importe mucho. Repetirme, quiero decir. Después de todo, el autoplagio está hundido aquí a la izquierda, a siete años de profundidad. Un submundo también, al que he bajado desde submundos que se creyeron superiores para llevar noticias desastrosas. A pesar de Platón, no hay forma de escapar de la caverna, sólo podemos subir a otras cavernas de cadenas más brillantes, pero el mismo olor a mierda; mejor dicho, a otra mierda de exponencial acumulación. Todo el mundo tiene sus fobias. Entre las mías, el mal olor ocupa un lugar destacado. Tal vez esto diga poco de mi racionalidad y mucho de la animalidad que la sostiene; aunque, visto lo visto y de lo que es capaz aquélla, no creo que tal minucia deba preocuparme. Sea como fuere, lo cierto es que me pone mal cuerpo hablar sobre (y desde) la caverna, porque en la caverna hay una oligarquía de esclavos con cadenas relucientes que se cagan en las herrumbrosas cadenas de todos los demás. Esto agrava la situación aquí abajo pues,

Verano del 94 (Colmenar Viejo)

  A Paco Castanedo y a los daños del olvido Recuerdo aquella casa perdida entre otras casas iguales y vacías: los hogares sin gente, los graníticos muros desolados, los jardines de árboles inmensos, los pájaros bullendo entre sus ramas... Recuerdo aquel verano ─el último quizá─ que negó, sin embargo, tantas cosas que acabó declarando en ruinas la esperanza y en derribo inminente su deseo. ¿Qué se estaba muriendo entre nosotros tan anónimamente allí, tan en silencio? Recuerdo aquellas tardes con la sierra enlutada en sus crepúsculos y el escándalo amable de los pájaros. Recuerdo que salíamos al mundo a envidiar los jardines desamados que nadie amó jamás como nosotros ─olía hasta la luz a madreselvas, y los perros extraños nos ladraban─ Entretanto, distante, abandonado, ibas tú muriéndote por tardes un poco cada vez, tan sólo un poco... Un poco más después... Y, de improviso, la noche desterró a tu madrugada y el alba se empañó de anocheceres. Recuerdo que era hermoso y que fue triste aq

El idiota

  Como dispuesto desde hace mucho, como un valiente, saluda a Alejandría que se aleja. Y sobre todo no te engañes; nunca digas que fue un sueño... Konstantin Kavafis,  El dios abandona a Antonio   Lo he sido por creer, porque creía con entusiasmo, con pasión, casi con locura. Aunque después de todo… ¡Después de todo siempre hay nada!   A veces es la muerte la última razón del desengaño.   A veces, otras cosas que ocurren entre medias, poco antes de morir o mucho antes.   Un día, por ejemplo, se nos rompe un sueño, una asunto pequeño que nunca imaginamos que fuese tan crucial.   ¡Y en él estaba todo sin embargo!   Una foto, un collar, una canción traidora; el puñal de una voz; un verbo arrebatado al sueño que lo dijo… Un sueño como otro que no tenía importancia y se hubo de romper, mal a mal, para tenerla.   Lo he sido por creer. Porque creía. Porque elegí la fe, que era mi reto. Porque el mundo del mundo me asqueaba, me aburría su gris estupidez, el eterno retorno de los vicios vulgare

La soledad real

Pronto hará nueve años. Apareció por aquí un domingo de noviembre allá por 2012. Los domingos, sus tardes sobre todo, siempre me han parecido momentos de soledades, y esta soledad real , más real según va pasando el tiempo de la humanidad, sigue habitando en ciudades que no existen porque ya no les quedan verdades. Basta clicar en la imagen para recordarla:

Creer, saber...

  No hay nada ya que se piense imposible. Me atrevería incluso a asegurar que nuestro mundo corrige a Hegel; que, en vez de “todo lo real es racional”, proclama envanecido que “todo lo imposible es racional”. Nada hay ya que pueda maravillarnos. La mayor de las mentiras es tan creíble  como la más hermosa de las verdades; la atrocidad más brutal, tan real como la bondad más admirada. Es decir, nada hay increíble porque ya nada hay sorprendente; porque lo más vulgar, lo más exótico, lo más cruel, lo más tierno, lo más grandioso, lo más insignificante, lo más estúpido, lo más inteligente… Nada puede sorprendernos. Todo tiene cabida en el inmenso desván de nuestro  adocenado aburrimiento. Porque, cuando ya todo es creíble, ya no creemos en nada, nada hay ya capaz de provocar el estupor delicioso que nos permitía proclamar: ¡eso es imposible! Para creer es necesario reservar un territorio a lo que no es posible creer; es decir, un espacio a lo inesperable, unas coordenadas a la admiración,

Perdón...

  Ahora que tan de  moda está pedir perdón por lo que hicieron gentes de otros tiempos y vidas de otras hormas... Ahora que pedir perdón es todo un homenaje a nuestra cínica virtud −si seremos virtuosos que nos arrepentimos de lo malísimos que fueron los otros−... Ahora que los actos no pasan de ser gestos, pancarta y narcisismo de falaces bondades... Ahora que nos hemos liberado del gravoso dolor de las maldades propias... Ahora que hacemos espectáculo de la infidelidad, escaparate de la traición, circo de la deslealtad... Ahora que la verdad es una mentira que ha sabido repetirse −como predicara Göbbels− las mil veces prescriptivas (últimamente no se requieren tantas ) ... Ahora que es tan lábil y tibia la conciencia… Sólo queda esperar el paraíso, es decir, apartar la nariz cuanto antes de toda la basura que hemos generado... ...Y volver a escribir palabras para nadie. Perdón por la verdad. Perdón porque soñara la verdad ser verdad. Perdón por las heridas que me llevan y arrastro

El abandonado

  Las noches de imaginaria son lugar de soliloquios; y cuando uno habla consigo, en realidad lo hace con sus recuerdos. Vuelvo pues  otra vez a ellos porque hay abandonos que, al cabo, nunca nos abandonan: Que te llame y no estés, o no respondas; que el dolor sea un frío cristal cortando el labio  azul de la esperanza; que haya un rastro de líquenes abriéndose camino por los ojos de los muertos; que el corazón de un niño se eclipse entre algodones;   que un disparo reviente la sien de un inocente... Que te llame y no estés, o no respondas, o pongas cara a cara mi voz con el vacío; que el mundo esté cansado de tanto vuelco inútil en la noche; que amanezca de pronto la falsa compañía; que nos hayan mentido; que una idea diluya su grandeza en la tierra... Que te llame y no estés, y no respondas, y no sepas de mí, y no apartes del hombre este cáliz amargo, y no haya inocencia, ni virtud, ni ternura... Que de pronto la nada sea la última nave... ¿Hay mayor soledad o más grave derro

El fabulador y la lógica adverbial

  Sé que no habrá después , que es un momento último que no dispondrá de otro, de ningún otro; que no habrá ningún luego posible, sólo un jamás donde aparcar cualquier más tarde. Sé que no habrá otra noche ni otra calle como ésta, ni otra nube, otro pájaro, otro cielo; ni tu voz otra vez, ni tu sonrisa desconcertando a Dios ante su ingenio… Sé que no quedarán ya verbos defectivos con que salvar la nada de la nada; ni ojos permeables para la tilde de una lágrima... Sé que después es ya . Y que ya no hay después… Porque la lógica adverbial no se discute: nunca sucede un luego al que antes jamás lo precediera . Porque nunca hay después si antes no hubo … Porque antes fue inventado… ¡Porque antes no fue nunca! 14 septiembre 2021 (un hoy cualquiera sin ayer siempre y nunca mañana)

El pensamiento y 'las redes'

  Durante los muchos cursos (cuarenta y seis para ser exacto) que estuve dedicado a la enseñanza siempre creí − e intenté − que la cimentación del pensamiento crítico fuese uno de mis objetivos prioritarios, convencido, además, de que los tres mil y pico millones de años que llevaba invertida la vida en su desarrollo se merecían esta mínima consideración. Naturalmente, el pensamiento, como actividad que es, necesita serlo sobre algo; y este algo son los datos. Si no hay datos, no hay pensamiento; y si no se contrastan objetivamente, no hay pensamiento crítico. Es más, no hay ni opinión; sólo un amontonamiento de palabras apedreadas por emociones incapaces de ir más allá de sí mismas. De lo que no me cabe la menor duda es de que tales datos, por simple practicidad, deben estar incorporados a la memoria propia, y no delegada su posesión exclusiva a los almacenes de que se obtuvieron, llámense internet, como algún ministro predica, o bibliotecas, como siempre se supo que lo eran. Este en

Museo de cera

  Apareció en esta I maginaria en febrero de 2009. Pero se borró el audio. Este poema, como entonces decía, cerraba La asamblea de las sombras (Exlibris 199 8 ) y visitaba en las galerías del alma los personajes con que, mal que bien , hemos hecho la vida. Hoy, sabe Dios por qué, he sentido un aldabonazo en la memoria y la necesidad de recordarlo. Agradezco una vez más a Bruckner que, desde el paraíso de su inmortalidad, no me reproche el amparo inmerecido de la Sinfonía n.º 7.

Historia de la verdad

  La razón primero narró bellas historias que daban sentido a todo y todo lo comprendían. En ellas soñó la verdad. Siglos después hizo reinar a ésta al final de un camino hecho de hermosos argumentos e impecables silogismos; aunque, más tarde, un poco obligada por el auge de la pragmática burguesía, empezó a perseguirla por la piel de los fenómenos hasta acabar creyendo ser ella la propia verdad. Al cabo, se desesperó y se defraudó a sí misma. Y en los tablaos del escepticismo se hizo palmera de los zapateados de la incertidumbre por su amargo sinsentido. Entonces empezó a hablar con la posverdad, que no es sino la humillante destitución de la verdad ante los triunfantes galones de los sofistas. Y así fue como la razón se convirtió en su falsificación. Lo malo es que, entre la razón falsificada y la verdad destituida, al ser humano le cegaron todos los nortes. Y, cegado y desnortado, no halló mas paisaje en el horizonte que el de su vieja y animal condición. De ahí el cinismo de to

Dudas angustiosas

¡Que en tan poco tiempo tal lengua entre cristianos haya! Lope de Vega Me llegaba días atrás, por vía de esas enredadas sendas de los smartphones , una nominal candonga que me llenó de dudas gramaticales. Referíase la misma al jugueteo inclusivo con el término votante, que en su triple, y hoy por algunos aplaudida, morfológica flexión penduleaba de votantes a votantas y de votantas a votontos . Con independencia de que en el último caso se ejerciese cierto forzamiento en el lexema a fin de hacerlo chistoso, despertome la angustiosa incertidumbre de cómo se habría de aplicar en la nueva gramática la concordancia de género en palabras comunes al respecto (tan justamente denostadas, por cierto, debido a la heterocontaminación despreciable y patriarcal de nuestra Historia). Pensaba yo si a los cantantes habría de referirse uno añadiendo cantantas y cantontos, aunque más justo me parecía, para obviar el forzamiento chistoso antes dicho, emplear cantantos que, aun sonando igual d

Aclaraciones sobre "La escala animal"

    La entrada de hace tres días hablaba de algunas tragedias que, he de reconocer, no dejé muy bien definidas. La causa de tal imprecisión fue sin duda que el texto, más que un texto, era un puñetazo de ira en el teclado; un estallido emocional ante la barbarie de ese acto aberrante que es matar un niño. Un acto, por cierto, en que las manos sucias se multiplican hasta llegar a implicar, en muchos casos cotidianos, la de todos nosotros. Las tragedias, que con tan precaria definición redacté, se referían   a las siguientes pequeñas almas: Pescaíto era, evidentemente, Gabriel Cruz, el delicioso chavalín de ocho años que tuvo en vilo a toda España hasta el doloroso desenlace de su hallazgo. Lo mató una maldita mujer Aylan , claro está, se refería a Aylan Kurdî, un angelito de tres años cuya foto de sueño sin vida boca abajo en una playa de Turquía conmovió al mundo entero. Lo mató la huida de una maldita matanza contra su pueblo, que él ni pudo saber jamás cuál era. Mari Pili  e

La escala animal

    El mundo es una pesadilla. La vida es una pesadilla. El hombre es una pesadilla... Me avergüenza escribir. Todo acaba repugnando. Me da asco todo lo que rodea nuestro tiempo. ¿Verdad,  Pescaito? ¿ Verdad que a tus ojos de estrellas también le repelen los días que embadurnamos con tanta maldad? O a ti, Aylan, ¿verdad que tus niños pulmones, cruelmente ahogados y ya en tanto olvido, reclaman justicia a todos los hombres? Y tú, oscura tristeza, siempre sin nombre, con tu cuerpecito rodeado de moscas en un lecho sucio, ¿no nos exiges a todos nuestra anónima parte de culpa? A veces hasta invocando “grandes ideas”, reventamos el alma a los niños. La madre que os… ¿Verdad, Mari Pili, que fuiste robada a los días que te correspondían con sólo ocho años por un miserable estallido en un patio de paz donde estabas jugando? Y días atrás, un juicio en Godella... A unos padres de mierda y de vómito. Y tantos... Y tantos... Y hoy… Maldito sea hoy! Maldito sea el hombre que hizo

La rosa y el eterno retorno

                             ¡La eterna clepsidra de la existencia dará vueltas incesantemente, y tú con ella, polvo del polvo!                          F. Nietzsche (La Gaya Ciencia)                                       De pronto una luz nos confunde. Besa un jardín, una rosa. Descoloca un tiempo mal vivido…   Y se confiesa al resplandor la sombra que provoca.   Piensa la oscuridad, hace memoria de un entonces sin ser, ninguneado, confuso, disponible en otra historia; inesperadamente iluminado.   Un entonces que el alma no sabía y cree saber de pronto, sin paisaje ni calendario ni lugar ni día; un nunca de ontológico coraje...   Mientras, la luz eterna y silenciosa vuelve y vuelve a volver en una rosa.       25 mayo 2021