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Perdón por la verdad. Perdón porque soñara
la verdad ser verdad. Perdón por las heridas
que me llevan y arrastro –¡su huella y el dolor!-
Perdón por la batalla y el ruido del combate,
gozoso tras un roce de repente sublime
–una mano en la mano, un vencejo en el aire,
el instante de un tacto que pasó y no sabría
suceder otra vez, ocurrir otro nunca–.
Perdón por el empeño, la terca voluntad
del corazón vencido; por el lirio en la nieve,
la branquia ante el desierto, el día entre la noche,
el siervo del esclavo, el norte y el deseo,
la quilla en la mirada rompiendo lo imposible…
Perdón por el jardín que no hubo primavera.
Perdón porque he perdido la paz frente a unos ojos.
Perdón por tantas cosas… Perdón por la derrota. …
Perdón por no pedir clemencia al desengaño.
(24 de abril de 2009)
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Se va. Se ha vuelto insolente y se va. No entiendo bien por qué, pero se va. He recibido una carta suya que lo dice. Éstos son los últimos párrafos:
…Tu mundo lo vende todo: frigoríficos, coches, motos, ordenadores, móviles 3G, casas, libros, pueblos… Todo. También la salud, el dolor, la agonía, la tristeza, la desolación, la alegría, el entusiasmo, la pasión, el terror… Y la vida. ¡Y la muerte…! Nada queda fuera del mercado. Tu mundo es indecente porque piensa que el sufrimiento es cosa de los otros, y que estos otros son unas cosas bípedas que salen en los telediarios para morirse a chorros todos los días. Porque es lo normal, porque es “lo que siempre ha sido”. Hasta que, de pronto, un día descubre que él también es vulnerable. Y no se lo cree, y dice “esto no puede ser”. Pero vende su incredulidad. Y fabrica mascarillas a mansalva. Y se reúne. Y hace estadísticas y pronósticos desconcertados… Y vende… ¡Vende! Vacas en vez de cerdos, cerdos en vez de pollos, pollos en vez de vacas… Cualquier cosa en lugar de cualquier otra que se tercie. Y además de venderlo, vende su venta a un pensamiento –el pensamiento–, a una idea –la idea–. Entonces, “se” piensa, “se” habla, “se” preocupa el mundo. Un “se” demasiado heideggeriano para que yo lo soporte.
Me voy a Andrómeda que, como sabes, me gusta muchísimo porque uno se muere cuando le toca. Y los que quedan lloran de verdad su ausencia… Y admiran la grandeza sin suponer que lo son… Me voy a Andrómeda porque sé que no existe y me da lo mismo que vuestras utopías hayan dejado de funcionar: cuando la razón pierde la esperanza en lo que “no es”, se convierte en la caricatura de lo que “podría haber sido”.
Lo siento mucho, amigo mío, pero no tenéis ni idea de lo difícil que es merecer la pena de ser hombre.
P.S.: te dejo un poema “de recuerdo”. Es un fracaso personal, cuya razón me callo, pero se acerca demasiado a lo que os pasa. Lo demás es cosa vuestra.
…Tu mundo lo vende todo: frigoríficos, coches, motos, ordenadores, móviles 3G, casas, libros, pueblos… Todo. También la salud, el dolor, la agonía, la tristeza, la desolación, la alegría, el entusiasmo, la pasión, el terror… Y la vida. ¡Y la muerte…! Nada queda fuera del mercado. Tu mundo es indecente porque piensa que el sufrimiento es cosa de los otros, y que estos otros son unas cosas bípedas que salen en los telediarios para morirse a chorros todos los días. Porque es lo normal, porque es “lo que siempre ha sido”. Hasta que, de pronto, un día descubre que él también es vulnerable. Y no se lo cree, y dice “esto no puede ser”. Pero vende su incredulidad. Y fabrica mascarillas a mansalva. Y se reúne. Y hace estadísticas y pronósticos desconcertados… Y vende… ¡Vende! Vacas en vez de cerdos, cerdos en vez de pollos, pollos en vez de vacas… Cualquier cosa en lugar de cualquier otra que se tercie. Y además de venderlo, vende su venta a un pensamiento –el pensamiento–, a una idea –la idea–. Entonces, “se” piensa, “se” habla, “se” preocupa el mundo. Un “se” demasiado heideggeriano para que yo lo soporte.
Me voy a Andrómeda que, como sabes, me gusta muchísimo porque uno se muere cuando le toca. Y los que quedan lloran de verdad su ausencia… Y admiran la grandeza sin suponer que lo son… Me voy a Andrómeda porque sé que no existe y me da lo mismo que vuestras utopías hayan dejado de funcionar: cuando la razón pierde la esperanza en lo que “no es”, se convierte en la caricatura de lo que “podría haber sido”.
Lo siento mucho, amigo mío, pero no tenéis ni idea de lo difícil que es merecer la pena de ser hombre.
P.S.: te dejo un poema “de recuerdo”. Es un fracaso personal, cuya razón me callo, pero se acerca demasiado a lo que os pasa. Lo demás es cosa vuestra.
Perdón por la verdad. Perdón porque soñara
la verdad ser verdad. Perdón por las heridas
que me llevan y arrastro –¡su huella y el dolor!-
Perdón por la batalla y el ruido del combate,
gozoso tras un roce de repente sublime
–una mano en la mano, un vencejo en el aire,
el instante de un tacto que pasó y no sabría
suceder otra vez, ocurrir otro nunca–.
Perdón por el empeño, la terca voluntad
del corazón vencido; por el lirio en la nieve,
la branquia ante el desierto, el día entre la noche,
el siervo del esclavo, el norte y el deseo,
la quilla en la mirada rompiendo lo imposible…
Perdón por el jardín que no hubo primavera.
Perdón porque he perdido la paz frente a unos ojos.
Perdón por tantas cosas… Perdón por la derrota. …
Perdón por no pedir clemencia al desengaño.
(24 de abril de 2009)
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No se ha vuelto insolente, amigo Antonio, se ha vuelto hombre y se ha estremecido con el espectáculo. Pero volverá. Seguro que volverá porque es un caballero utópico al que no asustan los gigantes.
ResponderEliminarAntes de que se marche, dale las gracias por esa carta, inquietante y tristemente hermosa. Y dale también un abrazo.
Ay, qué pena perder a uno de los nuestros. No me lo creo, Antonio, no me lo creo.
ResponderEliminarEsta misma noche, cuando la luna enseñe su guadaña creciente, saldré a la mar, solo la mar, a mandar un mensaje a tu caballero, lo invitaré a acompañarme por los poblados parajes de la ausencia y tal vez, ya ebrio de trementina y largos besos, mude su propósito.
No me lo creo, no me lo quiero creer.
Que aún tenemos que hablar de tantas cosas...
Soy una recién llegada a este blog, Antonio. Intuyo al personaje... sólo lo intuyo. Me caía bien el "caballero inactual". Pero no me extraña en absoluto que se haya cansado. Porque, como él dice, "no tenéis ni idea de lo difícil que es merecer la pena de ser hombre".
ResponderEliminarPasa el tiempo. Van goteando, espaciadamente, verdaderas perlas del alma... mientras los hombres huecos duermen y él se queda despierto . Su personal imaginaria... descubre lo que en nuestro siglo es difícil descubrir. La vorágine lo impide. Y de tanto correr sólo sirve lo que sirve, lo que es útil. Lo que no se pesa ni se compra ni se vende... se arroja al contenedor y al día siguiente ya ha desaparecido. El puntual camión de las basuras lo ha recogido, triturado y vete a saber dónde terminó.
Si me lo permites... me gustaría darle la vuelta al poema que te ha dejado "tu caballero":
Gracias por la verdad…
Gracias por haber mirado
de frente y sin coraza
todo lo que olía a falsedad.
Gracias por las heridas
que permiten el dolor
de sentirte vivo...
que permiten el dolor
de los que están vivos.
Gracias por la batalla
y el combate.
Gracias por el empeño
en rescatar:
un lirio en la nieve,
una branquia ante el desierto.
Gracias por descubrir
el día entre la noche,
un hombre entre los siervos,
la mirada de lo posible...
en lo imposible...
y hacerlo nuevo.
Gracias por los jardines,
por describir ojos
que estaban cerrados...
por arrancarnos del suelo.
Gracias por la derrota,
que se suma a más derrotas
para entender que no es fracaso
sino lucidez… en todo caso.
Gracias, Antonio, por tu amistad con el caballero...
Un saludo afectuoso
Es una pena, porque ha sido un placer conocer a este caballero. Espero que el otro, el imaginaria, no se marche con él. Un abrazo.
ResponderEliminarNo, no puede ser. Si mañana viene mayo, y eso también es verdad.
ResponderEliminarUn poco más sola se quedará ella (y yo), que le quiere tanto.
"Sin su rumor de alas, sin su beso".
Y sin pedir perdón por esas cosas.
Respeto la libertad del caballero, únicamente le doy tres consejos para el viaje que ha escogido, a una galaxia lejana unos cuantos años luz.
ResponderEliminarLo que me sabe mal es que se vaya algo cabreado por lo que veo, no sin razón para ello.
Ahí van pues:
1) Que se procure algo para no pasar frio por los espacios siderales, y que no se olvide de esta tierra donde ha estado de paso, al igual que todos los que todavia estamos.
2) Le recomiendo tambien,que vea la siguiente web, donde encontrará unas interesantes metamorfosis, que le recordaran formas y miradas que seguro que conoce y le consolaran en su soledad interestelar:
http://www.artgallery.lu/digitalart/
women_in_art.html
3) Si le gusta la música,le propongo la interesante obra de Haendel: "Il triomfo del tempo e del disingano", donde se explican claramente las razones que provocan el desengaño, a pesar de la defensa que hace el personaje "Il piacere", del placer al cual representa.
Me ha gustado conocer al caballero inactual, de verdad, si algun dia decide volver, avísame Antonio, le iremos a recibir como se merece.
P.S.Ayer llegaron las oscuras golondrinas a la comarca de Osona, que bien!
Toc... toc... ¿Te fuiste con el caballero? Espero que no... Aquí, la que se asoma a ésta tu casa, lo sentiría mucho.
ResponderEliminarCon afecto:
Sunsi
¿Qué?
ResponderEliminarNo puede ser, Antonio, hombre. Claro que yo creo que volverá, quizás le vendrán bien unas vacaciones, como a todos. Un respiro, vamos.
Pero que vuelva, ¿eh? Y si se lo pedimos varias mujeres ¿no volverá? ;-)
Un abrazo Antonio en este primero de mayo tan bonito, se corta el aire con la luz.
Aurora
Ya no hace falta ni preguntar. Te fuiste con el caballero definitivamente, Antonio. Pues qué pena. ¿Ya no escribirás más? ¿En serio? Con lo que me gusta este blog.
ResponderEliminarBueno... pues qué le vamos a hacer. Otro rato entro y te escribo argumentos para que sigas. Me da que no me harás caso, pero lo intentaré. ¿Quién me refrescará a Platón? ...
Un saludo afectuoso. Espero que estés bien.
Muchísimas gracias a todos, por vuestro interés, por vuestra generosidad, por vuestra palabra y compañía... Ando con laxa voluntad literaria y, en general, con escaso entusiasmo. Pero nunca se dice adiós del todo: siempre aparece un después que lleva un reencuentro en los bolsillos.
ResponderEliminarHasta entonces, besos y abrazos para todas y todos a quienes tanto debo.
Después de mucho cavilar, yo pienso,
ResponderEliminarque de astenia primaveral se trata,
enfermedad no muy grave por cierto,
pero que es una verdadera lata.
Tener tu, laxa voluntad, sorprende,
puesto que has hecho bandera de ella,
me inclino pues a creer firmemente
será mal de poca monta, sin mella.
Tu recia cultura da la medida
de lo que puedes hacer por nosotros
enseñandonos algo cada dia.
Aqui estaremos pues entretanto,
esperando mejores circunstancias
y cuando vuelvas,seguirá el "encanto"...
La princesa encantada
Desolado, el embozado le envía este breve epilio culterano:
ResponderEliminarEn el abrazo adúltero de quien princesa fuera
de la arena, y de alado vagabundo trofeo,
que fue por culpa ajena rendida ante la fiera
y de un azul al otro reclamo del deseo,
pues viaja ya clavada por la celeste esfera
y padres y marido secundan su apogeo
-a no ser nunca libre la condena el destino,
ya sea el mar su cárcel o el cielo su camino-
su desengaño engaña segundo caballero
bebiendo los encantos que legó Casiopea;
fugitivo del mundo donde manda el dinero
y venal la palabra se somete a la idea,
procura con su exilio más seguro asidero
lejos del que a sus hijos incierta brinda Gea.
En ella seguiremos esperando su verso,
que para extraviarlo no basta el universo.
La primavera, tan hermosa
ResponderEliminarhuérfana está sin tu presencia,
y ni el perfume de la rosa
llena el vacio de tu ausencia.
Estos paréntesis suelen ser buenos... incluso fructíferos, Antonio. Cuando se vuelve... hay más ganas y ha dado tiempo de llenar el bolsillo. Son horas, días, semanas... de silencio creativo.
ResponderEliminarHasta pronto.
Ese caballero ya se ha ganado una indulgencia.
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