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Mostrando entradas de octubre, 2022

La mercancía inquietante

  A veces es preciso detenerse. Bajar de la cabina. Acercarse al remolque. Visar que el sol no enfada la nitroglicerina, comprobar si mantiene la temperatura idónea… Luego se debe examinar la vía; precisar si hay badenes peligrosos o curvas sorprendentes; o rectas de intenciones imprevistas; o brújulas confusas o traiciones del mapa… Todo esto lo sé por las películas; ésas con tipo duro y desastrado, – rostro firme y sudoroso; barba de dos, de tres, de cuatro días– que viaja en un camión polvoriento y grisáceo cargado de explosivos a no se sabe dónde. Yo llevo unas setenta botellitas – algo más según consta en el último recuento– de un líquido mortal camino de un enigma. Las robé de año en año con la astucia de un héroe medio tonto y de inútil osadía. Pero, a veces, me canso y me detengo. Y examino la carga... Y no sé por qué lo hago… Será por las películas. Cualquier día de éstos me aburro del empeño de ir a no sé dónde embotellando la vida en pequeños frasquitos

Leyendo a Ovidio

                (*)   . ..veo las hordas de los Escitas, las turbas con bragas de los Getas, y así, lo que veo y lo que no veo contribuye por igual a mi suplicio. La única esperanza que me consuela en tanto extremo, es que la muerte abreviará la duración de mis tormentos. (Tristes VI, Ovidio) En mi patria final, mi Ponto Euxino, cada hora, de mí tan desterrado, prefiriendo la muerte a este destino de ayer sin hoy, de ahora sin pasado. Deletreo la tarde… Es tan tarde que nada sueño en Roma que me importe. Cada día, la urbe es más cobarde; cada hora , su norte es menos norte... En mi tiempo final, leyendo a Ovidio me aturde la tristeza y me consuela el verso que perfuma su fastidio y enmarca la esperanza en una esquela... En mi tierra sin luz ni Ponto Euxino, sin urbe ni retorno... S in destino. 7 de mayo de 2022 (*)   Ion Theodorescu-Sion Ovidiu în exil