A mi nieta Irene Tendría que indagar qué geometrías avalan tan perfecta curvatura, qué ecuación de belleza y de ternura la explica entre infantiles alegrías, y ponerme a estudiar filosofías en tu carita sonriente y pura, y no las que nos llenan de amargura con la edad los trabajos y los días. Ya sé que aún no me entiendes. Lo que escribo cruza por tu inocencia entre rumores que no sabes que están en verbo vivo. Ríe siempre como hoy y nunca llores. Nunca tu seriedad; te lo prohíbo… Esa risa es de Dios, aunque lo ignores. 27 junio 2020