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Mostrando entradas de enero, 2022

De Epiménides a la posverdad

  La palabra posverdad es una palabra jovencita que anda por nuestros días causando más daño que beneficio, entre otras razones porque es una palabra okupa, un signo que ha venido a invadir el domicilio habitual de la verdad y no parece haber nadie que intente desalojarla. La verdad es algo que últimamente parece importar bastante poco. Como adecuación del conocimiento a los hechos o coherencia del pensamiento con sus enunciados, en ambos casos parece que ha dejado de interesar al mundo. En lo primero, por lo que podríamos llamar la pandemia de lo opinable, es decir, esa enfermedad de la ignorancia que hace creer a cualquier indocumentado que lo que él opina es tan verdadero -¡o más!- que lo que ha comprobado y sabe el experto. En cuanto a lo segundo, esto es, que lo que se diga se corresponda con lo que se piensa, la patología imperante tiene otro feo diagnóstico: el cáncer de la rectitud o, en términos acordes con una estúpida cultura actual, la “cancelación” de la autenticidad .

Glosando a don Juan de Tassis *

  Siempre he sentido una especial debilidad por Villamediana. Este Conde, este don Juan de Tassis, tan de su tiempo y leyenda, se me ha cruzado cientos de veces en la vida. Leía ayer una composición suya sobre el desengaño; y se me que quedó en la memoria la última redondilla. Lo justo era glosarla. Me gusta la lejana musicalidad que deja una glosa. No son frecuentes hoy, o yo no las conozco. Recuerdo a Gerardo Diego (otra debilidad mía) haciéndolo, también del “Conde”, sobre un soneto de milagrosos ojos que no se conoce lo suficiente (en mi opinión por lo menos). Innecesario es decir que lo mío no es más que un ejercicio de temporal vecindad del alma. Y, ya se sabe, hay vecinos que viven en el “Bajo”, yo por ejemplo, y vecinos que miran desde el “Décimo”, don Gerardo sin ir más lejos. Para Charo Las razones que no digo no son las que menos siento, mas por no darlas al viento quiero que mueran conmigo. Tantas cosas he callado a lo largo de la vida; tanta palabra vencida; tanto yu

Soleares del ayer

Pasó otra vez por mi casa el Caballero Inactual. Hablamos largo y tendido, como siempre heterodoxos (más él sin duda que yo), de todo lo que nos duele, que es todo después de todo. Y de enredar las palabras con el tiempo, las naciones con su historia, las vidas con sus recuerdos, me dejó estas soleares con billetes de ida a lo que fuimos y regreso plausible a lo que somos. Acerca de aquel ayer que no quisiera haber sido, no vale cegarle el ser. Maldito remordimiento si sanar se cree arrancando los ojos a los recuerdos. Déjalos en paz mirar lo que son y lo que fueron y abraza su oscuridad. Sólo quien se atreve a ser, siendo quien no se quería, se puede al cabo querer. Porque la vida se hace a fuerza de tropezones con un yo que es un don nadie. Un yo de ensayo y error, de probeta cotidiana mezcla de sueños y amor. Laboratorio del alma empeñada en descubrir de qué ayer se hacen sus lágrimas. Para al cabo comprender que sin ellas nada fuera, que por ellas todo es. 10 enero 2022