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Mostrando entradas de septiembre, 2021

El abandonado

  Las noches de imaginaria son lugar de soliloquios; y cuando uno habla consigo, en realidad lo hace con sus recuerdos. Vuelvo pues  otra vez a ellos porque hay abandonos que, al cabo, nunca nos abandonan: Que te llame y no estés, o no respondas; que el dolor sea un frío cristal cortando el labio  azul de la esperanza; que haya un rastro de líquenes abriéndose camino por los ojos de los muertos; que el corazón de un niño se eclipse entre algodones;   que un disparo reviente la sien de un inocente... Que te llame y no estés, o no respondas, o pongas cara a cara mi voz con el vacío; que el mundo esté cansado de tanto vuelco inútil en la noche; que amanezca de pronto la falsa compañía; que nos hayan mentido; que una idea diluya su grandeza en la tierra... Que te llame y no estés, y no respondas, y no sepas de mí, y no apartes del hombre este cáliz amargo, y no haya inocencia, ni virtud, ni ternura... Que de pronto la nada sea la última nave... ¿Hay mayor s...

El fabulador y la lógica adverbial

  Sé que no habrá después , que es un momento último que no dispondrá de otro, de ningún otro; que no habrá ningún luego posible, sólo un jamás donde aparcar cualquier más tarde. Sé que no habrá otra noche ni otra calle como ésta, ni otra nube, otro pájaro, otro cielo; ni tu voz otra vez, ni tu sonrisa desconcertando a Dios ante su ingenio… Sé que no quedarán ya verbos defectivos con que salvar la nada de la nada; ni ojos permeables para la tilde de una lágrima... Sé que después es ya . Y que ya no hay después… Porque la lógica adverbial no se discute: nunca sucede un luego al que antes jamás lo precediera . Porque nunca hay después si antes no hubo … Porque antes fue inventado… ¡Porque antes no fue nunca! 14 septiembre 2021 (un hoy cualquiera sin ayer siempre y nunca mañana)

El pensamiento y 'las redes'

  Durante los muchos cursos (cuarenta y seis para ser exacto) que estuve dedicado a la enseñanza siempre creí − e intenté − que la cimentación del pensamiento crítico fuese uno de mis objetivos prioritarios, convencido, además, de que los tres mil y pico millones de años que llevaba invertida la vida en su desarrollo se merecían esta mínima consideración. Naturalmente, el pensamiento, como actividad que es, necesita serlo sobre algo; y este algo son los datos. Si no hay datos, no hay pensamiento; y si no se contrastan objetivamente, no hay pensamiento crítico. Es más, no hay ni opinión; sólo un amontonamiento de palabras apedreadas por emociones incapaces de ir más allá de sí mismas. De lo que no me cabe la menor duda es de que tales datos, por simple practicidad, deben estar incorporados a la memoria propia, y no delegada su posesión exclusiva a los almacenes de que se obtuvieron, llámense internet, como algún ministro predica, o bibliotecas, como siempre se supo que lo eran. Est...