Todo lo grande al cabo es descubrimiento. Todo lo sorprendente. Todo lo conmovedor. Porque todo lo que es ha sido convicción de ser; todo lo que aún no es, esperanza de que será. Puede pensarse que esto se refiere sólo a la historia -que también- o únicamente a la ciencia -que por supuesto-. Pero yo he dicho “todo”. Y todo es mucho más. Todo es la historia, todo es la ciencia, todo es el arte, todo es la música, todo es la poesía… Todo es el día a día de todas las vidas; todo -perdón por la simpleza- es la totalidad. Miguel Ángel hablaba de sí como de un descubridor, casi como de un minero: las formas estaban en el mármol, él se limitaba a extraerlas. Esta idea siempre me ha inquietado: ¿las sinfonías de Beethoven estaban en los pliegues del silencio aguardándolo a él?; ¿el principio de gravitación dormía entre los astros esperando las fórmulas de Newton?; ¿el mejor soneto de amor y muerte que culmina en “...polvo será, más polvo enamorado” ocultaba sus palabras en la eternidad para que la pluma de Quevedo se las dedicara al tiempo…? Todo, sí; también cada quien con su circunstancia, ese regalo que la vida nos pone alrededor para que desvelemos su belleza y desenterremos su maravilla. Porque en eso consiste amar (...Perdóname el dolor, alguna vez. / Es que quiero sacar / de ti tu mejor tú, escribe bellamente Salinas en “La voz a ti debida”), aunque pocos lo saben y casi nadie lo practica.
Al cabo, todo es minería. Pero extraer el mineral más rico exige esfuerzo, resistencia, constancia; virtudes, claro está, de muy rara presencia en nuestro tiempo. Por eso casi todos prefieren adquirir baratijas y lentejuelas de colores en los grandes almacenes. Extraer esmeraldas del fondo de las almas exige demasiado trabajo y, a veces, demasiadas lágrimas.
Tan desolador y criminal está el mundo, tan poco interesado en encontrar grandezas en sí mismo, que uno sólo puede reconocerlo deseando... morir, dormir, tal vez soñar; o quizá desmentirlo desde esta melodía que descubrió a su voz -porque a veces es la belleza la que nos descubre a nosotros en vez de nosotros a ella-.
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A mí me permite creer todavía que el mundo puede ser maravilloso.
8 febrero 2022
*What a wonderful world, Louis Armstrong
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