Intento volver al orden de la memoria y sólo encuentro el desorden de mi tristeza. Ni aquél de aquélla ni éste de ésta tienen la menor importancia. Ya lo sé. Sólo son los renglones de dos o tres sueños y la firma implacable de su desencanto. O su desesperación. ¿No merece la pena haber soñado…? Lo que no la merece es el día que al cabo ha amanecido.
No me importa morir antes de tiempo si el tiempo de vivir que me queda es el de toda la basura hoy prometida. No me importa el silencio interminable si las palabras que me consienten son necia enfermedad, antojo del poder, capricho de cualquier imbécil. No me importan el olvido, la oscuridad, la nada si la memoria, si la luz, la vida no son más que la vidriosa doctrina del infame.
Sólo temo que alcance esta agonía a quienes quiero, al pequeño plural que aún me sostiene.
Sólo ellos preocupan mi tristeza.
8 julio 2022
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