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La mercancía inquietante

 








A veces es preciso detenerse. Bajar de la cabina. Acercarse al remolque.

Visar que el sol no enfada la nitroglicerina,

comprobar si mantiene la temperatura idónea…

Luego se debe examinar la vía;

precisar si hay badenes peligrosos o curvas sorprendentes;

o rectas de intenciones imprevistas;

o brújulas confusas o traiciones del mapa…


Todo esto lo sé por las películas;

ésas con tipo duro y desastrado,

rostro firme y sudoroso; barba de dos, de tres, de cuatro días–

que viaja en un camión polvoriento y grisáceo

cargado de explosivos a no se sabe dónde.

Yo llevo unas setenta botellitas

algo más según consta en el último recuento–

de un líquido mortal camino de un enigma.

Las robé de año en año con la astucia de un héroe

medio tonto y de inútil osadía.


Pero, a veces, me canso y me detengo. Y examino la carga...

Y no sé por qué lo hago…


Será por las películas.


Cualquier día de éstos me aburro del empeño

de ir a no sé dónde embotellando la vida

en pequeños frasquitos robados de año en año

con vulgar arrogancia y valentía...


Me aburro y me detengo.


Y miro el horizonte...


Y pongo en hora a Dios con mi agonía.




14 octubre 2022

Comentarios

  1. Por los caminos polvorientos viajamos en paralelo. Mi camión, más o menos, como el tuyo . También sudorosa y cansada me detengo como tú. A veces te veo detrás entre la niebla que deja el polvo del camino. Te veo parar y otear el horizonte y esperar, esperar que la carga no provoque un sobresalto, que el camino no ofrezca demasiados imprevistos oscuros. Después..., subes, subes de nuevo a tu camión porque sabes que aún no has llegado a tu destino.

    Como siempre, hermoso.
    Un beso

    ResponderEliminar
  2. Gracias, Susi. Lo cierto es que vivir consiste en transportar años cargados de un futuro desastre. Pero, seamos optimistas, mientras tanto podemos disfrutar de nuestro esfuerzo.
    Un beso

    ResponderEliminar
  3. Muchas gracias , Anónimo amigo. Dices mucho en esos pocos reglones, y además con mérito de verdad. Tal vez no podamos detenernos; o tal vez sea posible que lo hagamos. Lo conmovedor, en cualquier caso, es darse en cuenta de lo que al cabo dices. Al final, la vida seguirá siendo el mismo viaje… Sólo le faltará “un” viajero.
    Un saludo

    ResponderEliminar

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