Quiero manos de viento porque sólo
me queda tu distancia entre las manos.
Ojos quiero que puedan ver la ausencia,
la nada de tu cuerpo, en su mirada.
Quiero oídos capaces de inventarte
en sonidos que callan, que no existen.
Quiero ser quien no soy, ni puedo serlo:
las manos que acarician tu vacío,
los ojos que te ven, aunque no ocurras,
los oídos que advierten tu silencio…
Quiero ser quien no soy, quien nadie ha sido:
la oración vertical de tu palabra.
(16 de junio de 2008)
Me parece muy bueno. Es muy dulce hasta el final. Los últimos versos, especialmente el último, clavados (tengo razón en lo de la contundencia). Te felicito. En fin, está el patio como para no atreverse más... aunque ya se me pasará.
ResponderEliminarUn saludo, querido Antonio.
"La oración vertical de tu palabra". Creo que aquí se encierra todo: el amado creado/evocado en la palabra/oración de la amada. Me gusta el juego poético de los contrarios.
ResponderEliminarSaludos.
Ay, Betty B., conociendo tu exquisita sensibilidad, tus palabras son toda una recompensa. Gracias siempre por tu leal compañía.
ResponderEliminarUn beso.
Tienes razón, Antonio, ¡cómo no, un filólogo! Además, "oración" quiere ser anfibológica, religiosa y gramaticalmente.
ResponderEliminarGracias y un saludo.
Simplemente, perfecto. Los versos finales, sobre todo.
ResponderEliminarUn abrazo
Muy agradecido, Fran. Por cierto, ya está encargado el "Pata-Negra" de que hablamos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Estás en racha, tocayo.
ResponderEliminarNo sé; a lo mejor tienes razón. La verdad es que sólo me apetece escribir estas cosillas.
ResponderEliminarOtro abrazo, tocayo (cuantísimo Antonio hay por el mundo; ¿será por aquello de que “lo bueno abunda”?).
Me uno al común sentir del resto de compañeros comentaristas. Muy hermoso poema, y qué bien se encamina hacia ese final de ensueño, rotundo endecasílabo, "ejemplo de delirios verticales". Un abrazo y gracias.
ResponderEliminarLas gracias por supuesto a ti, Juan Mauel, que además me cobijas a la sombra de aquel “prodigio isleño” de Diego.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡es precioso¡
ResponderEliminarSoy fan de Francisco.Con el entusiasmo se me había olvidado poner la nota de publicación.Mañana lo haré.Buenas noches.
Mil gracias, Ana: tu joven autoridad, conforta mi “edad provecta” (puesto a decir cursiladas, no hay quien me gane).
ResponderEliminarYo también soy “fan” de “Don Fran”, más conocido en la andante caballería como el “Caballero de las mil façañas” (aunque algunos puntillosos cronistas cifránlas en 777). Estoy seguro de que la “nota” (aunque tú te refieres a otro significado) que habrá de ponerse a su publicación (aún no la he leído) no bajará de sobresaliente. A lo que ya nos tiene acostumbrados por otra parte.
Una vez más, a vuestros pies rendido, mi Señora Doña Ana.