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(Frente al Jardín Botánico, en Madrid se ha sentado un pensador)
¿Qué piensa el pensador tan tristemente? ¿Piensa acaso en la gente que le mira, ésa que está en el margen de la foto deformada por el reflejo de una ventana? ¿Piensa en las precarias existencias que él va a sobrevivir y ahora le observan?... ¿Qué piensa el pensador tan seriamente? ¿Será en el bronce propio? ¿No será el bronce quien reflexiona a fuerza de emular el gesto humano? ¡La idea, muda y remota del metal, de la materia, del ser, del lejanísimo ser que hemos olvidado, volviéndose volumen, seriedad, tristeza; indagándose a fondo ante la absorta mirada de los hombres…!
¿Pensó Rodin si pensaría el bronce después de disponerlo en ese estricto gesto de indagación anónima?
¿Qué piensa el pensador que hemos dejado de pensar nosotros, los demás de carne y hueso, los que ahora le miramos con curiosidad callada?...
Todo en el ser es esfuerzo… Por decirse, primero; por saberse, después; por pensarse, más tarde. Pero las cabezas del siglo están llenas de cosas de andar por casa, de inquietudes instrumentales, de eficacias experimentadas. No quedan grandes preguntas ni vigor humano ante ellas, sólo estúpido desprecio por todo cuanto las supera. La realidad se humilla con esas provincianas preocupaciones y se enloda lejos de su majestad ontológica.
Esto es lo que piensa el pensador, que ha cogido el testigo de nuestro abandono, que se ha quedado en su gesto con la empresa que nosotros hemos menospreciado, la única que tiene raíz en la verdad, aunque, probablemente, también imposibilidad de hallarla.
Heroica tarea de un volumen perfecto… Pero a nosotros nos falta el amor, la voluntad, la fe de Pigmalión… Nos falta todo lo que le sobra a ese montón de bronce.
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¿Qué piensa el pensador tan tristemente? ¿Piensa acaso en la gente que le mira, ésa que está en el margen de la foto deformada por el reflejo de una ventana? ¿Piensa en las precarias existencias que él va a sobrevivir y ahora le observan?... ¿Qué piensa el pensador tan seriamente? ¿Será en el bronce propio? ¿No será el bronce quien reflexiona a fuerza de emular el gesto humano? ¡La idea, muda y remota del metal, de la materia, del ser, del lejanísimo ser que hemos olvidado, volviéndose volumen, seriedad, tristeza; indagándose a fondo ante la absorta mirada de los hombres…!
¿Pensó Rodin si pensaría el bronce después de disponerlo en ese estricto gesto de indagación anónima?
¿Qué piensa el pensador que hemos dejado de pensar nosotros, los demás de carne y hueso, los que ahora le miramos con curiosidad callada?...
Todo en el ser es esfuerzo… Por decirse, primero; por saberse, después; por pensarse, más tarde. Pero las cabezas del siglo están llenas de cosas de andar por casa, de inquietudes instrumentales, de eficacias experimentadas. No quedan grandes preguntas ni vigor humano ante ellas, sólo estúpido desprecio por todo cuanto las supera. La realidad se humilla con esas provincianas preocupaciones y se enloda lejos de su majestad ontológica.
Esto es lo que piensa el pensador, que ha cogido el testigo de nuestro abandono, que se ha quedado en su gesto con la empresa que nosotros hemos menospreciado, la única que tiene raíz en la verdad, aunque, probablemente, también imposibilidad de hallarla.
Heroica tarea de un volumen perfecto… Pero a nosotros nos falta el amor, la voluntad, la fe de Pigmalión… Nos falta todo lo que le sobra a ese montón de bronce.
Y si el pudiera hablar, Antonio, ¿qué haría? ¿Verbalizaría pensamientos sentidos? O pensaría el sentimiento un rato más y luego lo pondría en palabras.
ResponderEliminarYo sé que quisiera oírlo pensar.
Pero sólo es un gesto de bronce. Hablamos de un gesto, nada más.
Un gesto que inspira o duele. El que piensa parece siempre tan lejano…
Buenas noches, Antonio.
Yo creo que no, Olga, yo creo que el que piensa es el que más se acerca a nosotros, a cada uno de nosotros. Sentimos la lejanía de que hablas porque hemos delegado la tarea. Por eso nos duele, porque sólo nos parece un gesto al que ya no nos atrevemos.
ResponderEliminarY si pudiera hablar, ¿sabes lo que imagino que diría...? "Dejad de mirar: ¡hacedlo!"
Gracias y un beso.
Pues sí, a veces las precupaciones se nos pueden quedar provincianas, renunciamos a pensar porque cuesta esfuerzo y sobre todo porque la vida nos come por los pies. Hay días que cuesta todo tanto que pones el piloto automático, la verdad. Así es.
ResponderEliminarUn abrazo y un beso
Aurora
Te robaría el post ... si pudiera. Pero como no puedo, intento sacarle el poco jugo que le queda a lo que ya has dicho.
ResponderEliminarSiempre, desde que era escolar, me ha gustado esta escultura de Rodin. Está sentado. Se para. Apoya la barbilla en los nudillos de sus manos. Baja la mirada para que lo temporal, lo que va y viene y se queda en nada no le distraiga y no le perturbe. Más que tristeza a mí me sugiere silencio interior.
La figura del Pensador permanece en el tiempo mientras todo ha ido cambiando, muchas veces sin rumbo.
Si hablara el pensador... No hace falta que hable. La escultura ya dice bastante. Párate de cuando en cuando. Escóndete a ratos. Cierra a cal y canto los sentidos. Y podrás oír las resonancias interiores. Entonces sí. Entonces..."deja de mirar y ponte tú a pensar.." Llena tu alma de átomos indestructible y configura tus resortes para hacer sin deshacer, para hablar sin atropellar, para subir sin romper los peldaños...
Spot: "Pon un Pensador en tu vida" Aunque sea un fotografía que te sirva de reclamo.
Saludos desde Tarraco
No, Aurora, la metáfora de esta entrada no se refiere a los muy respetables quehaceres del pensamiento cotidiano, sino al pensar como totalidad, a la actividad de la Razón humana que se ocupa sólo de lo eficaz y menosprecia el valor y su consuelo.
ResponderEliminarSólo a eso.
Besos.
Precioso el comentario, Sunsi. Eso es lo que debería hacer la razón científica, o técnica, por la que, en realidad, ha sido absorbida, "esconderse a ratos" para "oir las resonancias interiores".
ResponderEliminarMuchas gracias y un saludo.
Vuelvo a la carga, ahora por tercetos,
ResponderEliminary espístola electrónica te envío,
por ver si salgo de estos vericuetos
en los que me encandena mi extravío.
Que, más que pensador petrificado,
quiero pensar contigo, con el brío
que tiene el pensamiento acompañado.
Y así retomo la cuestión pendiente
de entre las naturales, sobre el hado
que a los libros condena, y la presente
sobre aquella escultura digna y triste.
“Común es el pensar para la gente”,
dice el de Efeso; ¿pero en qué consiste
nuestra forma de usar el pensamiento?
¿pensar en lo que hay o en lo que existe?
Es lo que hay el único argumento
del que dar cuenta puede la razón
y digno de común asentimiento.
Recuerdo que “existir” es invención
con la que quiere darse ser al nombre:
no pasa de ser mera convención,
por eso no es extraño que me asombre
que se quiera afirmar la providencia
siende existencia más allá del hombre.
Común es el pensar, no la creencia,
y con esto a mi epístola doy fin,
pues temo ya cansar vuestra paciencia.
Quedo, como la estatua del jardín,
con el pensar sujeto a la mudanza,
pues, como recitó don Agustín,
mi no saber es toda mi esperanza.
R.H.
Admiro, caro amigo, vuestra ciencia.
ResponderEliminarVeré si yo me explico… Que tomara
Eróstrato una tea y abrasara
la belleza con tanta displicencia
¿hizo de él puro azar o providencia?
Si Darwin por aquél se lo explicara,
para Leibniz la otra era más clara
porque había "razón de suficiencia".
¡Providencia o azar! Lo que hay existe;
si pudo no existir o existir pudo,
no es más que contingencia que consiste
en pensar una ley que da en embudo.
Doce y diez no son primos, ¿por qué once?
Habrá que preguntar qué piensa el bronce.
Muchas gracias, Rafa. Estás más fuera del siglo que yo –¡y ya es decir!–, no sé si por la vecindad de Platón o por la nostalgia de Quevedo.
Un abrazo.
Más bien por la cercanía de Góngora y la añoranza de Heráclito.
ResponderEliminarPero tampoco se crea,
también me gusta jugar
como a Diego con Larrea.
Rafa
El concepto de " Liberar la figura humana de la piedra o bronce" por Rodin me impresiona, y veo en el Pensador algo tan real, que no le interesa quien pueda observarlo y admirarlo.
ResponderEliminarUn beso pensado.
Pues yo ando por pareja cercanía,
ResponderEliminaramigo Rafa: de Don Luis el nombre
nombra quehaceres de mi cada día,
que son nostalgias del saber del hombre.
¡La sombra de Miguel Ángel es tan larga como la de Platón! Gracias, Veridiana (me tiene hasta la coronilla este Office: cada vez que escribo “Veridiana”, me lo cambia por “Meridiana”); y además, me encanta eso del “beso pensado”. Pensar un beso…; se ha dicho poco, que yo sepa. Si te lo robo algún día para un soneto, te lo dedicaré.
ResponderEliminarRizando el rizo, me despido con el silogismo de un beso.
Después de todo lo que se ha dicho, en prosa y en verso, sólo añadir que para que el Office -que ése sí que no sabe pensar ni es de bronce-, no te importune con meridianas y otras zarandajas, pasa el corrector al texto y cuando aparezca la ventana de correción, añade la palabra a su diccionario.
ResponderEliminarVisto los comentarios anteriores, no es gran cosa, pero la intención es lo que vale ¿no? Magnífica entrada, amigo Antonio
Un abrazo
"… Pero a nosotros nos falta el amor, la voluntad, la fe de Pigmalión… Nos falta todo lo que le sobra a ese montón de bronce."
ResponderEliminarYo Antonio, no cómo sabría demostrarte que no es así, pero sé que no es así. No, el ser humano no se ha olvidado del amor, de la voluntad, de la fé... sólo que cuando enarbola estas banderas, permanece en silencio...
Esa es su oración.
Recuerda aquel 2+2=15... el ser humano es así, una potencia, como el bronce...
¿Puedes escuchar el silencio?
Muchísimas gracias, Tato. Desconfiaba del proceso porque una vez lo hice con Garcilaso, que convertía en Gracilazo, y no me funcionó. Esta vez sí; así que algo haría mal.
ResponderEliminarPor aquéstas e otras maravillas que habéisme descubierto en tan diabólicas industrias, nombrado seáis desde hoy “El caballero del dorado Cluster”.
Un abrazo.
Me meto con el “ser humano” (no con “todos” los seres humanos), Ana, por la pereza secular que advierto en lo común del hombre. Y me acuerdo siempre de que dos más dos siguen sumando quince, porque esa pereza secular nada tiene que ver con la diligencia individual de aquéllos que en el fondo sostienen tan extendida decadencia.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras y un saludo.
P.S.: Oigo mucho, muchísimo, el silencio… del bronce.
No sé... a veces me parece que tus palabras están tan llenas de pesimismo, de una tristeza tan profunda... como si mirases desde una atalaya en la que estás tú solo... muy solo...
ResponderEliminar... siento como si no pudieras ver la brisa que dejan la bondad, el esfuerzo... la risa... cuando habitan a nuestro lado, cuando se sostienen en la sonrisa de las personas que nos acompañan, que coinciden con nosotros... en un tiempo... en una ventanita como esta...
Otras veces llego a pensar que será que no entiendo. Quizá sea esto, que no soy capaz de comprender... que tu nivel es otro... que yo no sé de palabras... y que mi mundo está más a ras de suelo. Será esto...
... yo no puedo entender esa decadencia que ves en el ser humano.
A mi me parece tan enorme la presencia de cada persona (con cada una de sus limitaciones) que no puedo ser pesimista. No sé... he visto sonrisas tan enormes en circunstancias tan extremas, que me quedo en silencio y me digo... sí... 2+2=15... y con eso... con eso... no puedo dejar ya de sonreir...
... y pienso que todos, todos... tarde o temprano nos hacemos las mismas preguntas. Unos con las palabras de la filosofía, otros más rutinariamente... con las palabras del corazón, más campechanas y espontáneas, menos elaboradas... pero todos, siempre, intentamos responder a lo mismo: intentamos saber del por qué de nuestra presencia, el por qué de todo lo que sentimos.
Todos seremos o somos como ese trozo de bronce con todo su silencio;
cada uno lo será en su momento y desde su mirada, desde su pobreza o riqueza intelectual, desde su dolor...
Tengo siempre la sensación de que tu blog es pausadamente triste... como si en verdad nunca hubieras visto ese 2+2=15...
Un saludo.
jaja...Gracias Antonio.
ResponderEliminarGracias, Ana, por la sinceridad de tu comentario, pero no pretendía yo dar una visión tan negativa como tú interpretas. Desde luego, nunca la de mirar “desde una atalaya” tan ensoberbecidamente solo, ni la de ser incapaz “de ver la brisa que dejan la bondad, el esfuerzo... la risa... cuando habitan a nuestro lado”, o la de hablar desde “otro” nivel con una pretendida clarividencia. De verdad que no. Una cosa son las personas y otra el aglutinado magma con que su totalidad llega a caracterizar una época. Una gota de agua es transparente e incolora; el océano, los mares, no lo son. La totalidad adquiere características que no corresponde estrictamente a sus unidades. Nuestro tiempo y nuestra sociedad tienen un perfil propio, una axiología propia, una forma de entender, pensar o preguntarse (?) que a mí no me gustan, que rechazo visceralmente. Resumiendo, no me gusta este mar y es este mar lo que critico, pero sus gotas tienen la transparencia que han tenido siempre por el mero hecho de ser gotas, por la trascendente razón de ser personas.
ResponderEliminarGracias de nuevo.
De nada, Veridiana. Sólo falta convocar a las musas... Y que vengan, claro.
ResponderEliminar"sus gotas tienen la transparencia que han tenido siempre por el mero hecho de ser gotas, por la trascendente razón de ser personas".
ResponderEliminarProfesor... esta frase da para unos cuantos posts. La dignidad de la persona sólo por el mero hecho de ser, sin ningún atributo.
Por circunstancias que no vienen al caso, yo estoy en esta batalla. "Es", luego merece que le dejéis vivir, que le deis la oportunidad de existir a pesar de sus limitaciones. Es esencialmente persona, ni más ni menos que los demás. Luego si no hay rutas para que exista como tal, habrá que roturar el planeta abriendo surcos donde hay roca para que puedan caminar.
Quién sabe si el Pensador sí pueda estar triste porque los caminos de la tierra se van estrechando, se hacen angostos para algunos y demasiado amplios para que otros campen a sus anchas.
Esa sería la verdadera globalización. Una red de fibra incorruptible que enlace a todos los que son por el mero hecho de ser, sin excepción.
Lo que da de sí la escultura de Rodin.
Un saludo
Gracias a ti, por el espacio que nos dejas compartir.
ResponderEliminarCon toda probabilidad, Sunsi, eso de “roturar el planeta” para inventar caminos sea una de las cosas que inquietan al pensador.
ResponderEliminarMe meto con la ciencia al uso y tengo la mitad del alma en ella. No niego a Darwin, que nos pone en la lógica selectiva, ni a Hawking, que quiere explicar “la mente de Dios”. No niego los hechos, y la ciencia es un hecho portentoso del hombre. Pero me crispa la monopolización que se hace de su “perspectiva”, porque la perspectiva ya no es un hecho, sino una “interpretación”, una hermenéutica que, dígase lo que se diga, antes de pasar por las ideas, cruza por los subterráneos ideológicos de cada cual. Y aquí ya no sirve la lógica, aquí vale el valor, que es una sutileza por descubrir, tan objetiva como el "principio de incertidumbre" cuántico, pero sin proyección técnica que valga. Por eso se menosprecia, porque la “evolución” de nuestra sociedad ha elegido la eficacia, la utilidad sobre el valor. Una elección, nada más; respetable porque el hombre es libre, pero discutible porque no es la única.
En esa interpretación, por ejemplo, está la literalmente evolutiva de que el hombre es un “punto y seguido”. Bien, pues cabe otra; un correlato cualitativo de las diferencias entre un montón de tierra y una montaña. El salto de uno a otra no es precisable –¿cuándo ocurre?–, pero “es”. Para mí, con el hombre sucede otro tanto: no se trata de un “punto y seguido”, sino de un “punto y aparte” como he dicho muchas veces. A este “punto y aparte” es a lo que llamo “persona”.
Entiendo, pues, que haya que roturar otra vez el planeta: a fin de cuentas el “homo faber” fue anterior al “homo sapiens”. Sería de desear que nuestra “tecnología”, nuestra agobiante “instrumentalidad”, hubiera aprendido la lección.
Ni el bronce ni yo estamos muy seguros de esto: él, porque piensa que tanto esfuerzo evolutivo para llegar a las mismas determinaciones que ya físicamente tenía no merecía la pena; yo, porque, según la monopolizada interpretación de mi ciencia, soy una de esas determinaciones, desconcertada por tan innecesario esfuerzo.
Muchas gracias, Sunsi, el pensador de bronce da tanto de sí gracias a vuestros comentarios.
¿”Compartir”, Ana? Hoy, mejor que nunca, habrá que decir “repartir”.
ResponderEliminarSí claro... y cada uno con su trozo, eso es lo que le pega al mundo de hoy.
ResponderEliminarPero aquí es tu espacio, y tú nos dejas entrar.
Gracias de nuevo.
Vale, Ana: a cada unidad su peculiaridad; a la totalidad, su sentido. Como la gota de agua y el océano, vamos.
ResponderEliminarFELIZ ETI(M)OLOGÍA
ResponderEliminarComo al nombre de Verónica
cuando se hizo latino
nuevo sentido le vino,
así ahora la electrónica
-¿providencia, azar, destino?-
a la amiga Veridiana
nos la vuelve meridiana:
habla clara como el día;
¿no será, además, murciana,
canaria, de Andalucía...?
R.H.
Sigo pensando que la suma de esas gotas transparentes no es tan negativa, y sí... tienen color.
ResponderEliminarSupongo que me resulta muy complicado entender tu tiempo.
Tu manera de ver el mundo.
A veces quisiera verlo más alegre...
Es lejano el siglo XVII para mí.
Será eso.
Gracias por tu atención.
¡Genial, Rafa!, aunque…
ResponderEliminarNo sabe el asunto este
de cuál es la procedencia
de esa voz mi pobre ciencia.
Si es terrenal o celeste,
si es del sur o si es del este,
del norte u occidental
no lo sé ni bien ni mal.
De dónde vienen ignoro
muchas voces que este foro
vuelven corte angelical.
Conste, Ana, que yo no tengo la intención de cambiar el pensamiento de nadie. Y en cuanto al XVII, mi residencia es metafórica y literaria: también tenía sus cosas, sus muchas, ingratas y bárbaras cosas. Además, como he dicho en otra parte, también soy "friki" de Star Wars, que debe de ser como el siglo XXVII, más o menos. ¡Una locura! Lo que tengo clarísimo es que el mío no me gusta. ¡Qué le vamos a hacer!
ResponderEliminarSí, que le vamos a hacer!
ResponderEliminarSé que tu intención no es convencer a nadie, que tus post son una exposición de tu punto de vista, y yo a mi manera, también quise exponer el mío en esta ventana.
Gracias por tu atención.
Y bien expuesto ha sido, Ana.
ResponderEliminarGracias por ello: habéis dado a esta entrada mucho más lustre del que por sí merecía.
Un saludo.
Buenas noches profesor
ResponderEliminar¿no va siendo ya hora
de sustituir al Pensador?
Sólo falta que un forense
le haga la autopsia al escultor
o que llegue el fiscal jefe
y acuse al bronce de corruptor.
Y que el juez lo sentencie
a perpetuarse en la Plaza Mayor.
Disculpa el ripio... Una forma como otra de reírnos un poco. Es saludable.
Y un saludo (valga la redundancia ) desde Tarraco
Mañana, probablemente; o el día menos pensado, Sunsi.
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