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En Coslada, Madrid. Otro verano
besando la costumbre del solsticio.
Tú, donde siempre: allá en el edificio
perfecto de un delirio transmundano.
Tú donde tú… Y yo, en el mano a mano
con la tierra, el olvido y ese oficio
de inventarle a la luz un artificio
que para nadie alumbra. Luce en vano
la palabra en las noches estrellada;
gravitación inversa del deseo
que se arroja a la altura para nada;
para sacar a un verso de paseo,
como a un perro, y caer donde no existe
nada más que una ausencia larga y triste.
25 de junio de 2009
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En Coslada, Madrid. Otro verano
besando la costumbre del solsticio.
Tú, donde siempre: allá en el edificio
perfecto de un delirio transmundano.
Tú donde tú… Y yo, en el mano a mano
con la tierra, el olvido y ese oficio
de inventarle a la luz un artificio
que para nadie alumbra. Luce en vano
la palabra en las noches estrellada;
gravitación inversa del deseo
que se arroja a la altura para nada;
para sacar a un verso de paseo,
como a un perro, y caer donde no existe
nada más que una ausencia larga y triste.
25 de junio de 2009
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Tus sonetos son muy buenos, al menos bajo mi punto de vista, me alegro mucho haberlos descubierto, y el recitado fantásticos.
ResponderEliminarUn saludo
Muchas gracias, Capitán. Sin duda eres un ingeniero de la estirpe de Leonardo; vamos, de los que no se limitan a modificar el mundo, sino que además conservan la generosidad del aplauso... Incluso, para quien no lo merece.
ResponderEliminarUn saludo.
Antonio, Capitán sabe mucho de perros y yo nada. Si tus versos se comparan con ellos, debes sacarlos de paseo a diario.
ResponderEliminar… Me lo pensaré, Alejandro. Entre mis memorias perdidas, hay un perro que no aprendíó Latín por didáctica pereza mía, pero le enseñé a decir “lobo”. La veterinaria casí se cayó de espaldas cuando lo oyó. Era un Malamute con un C.I. de 130. Me temo que mis versos ni en broma llegan a tales índices. Pero, bueno, ¡compañía hacen!
ResponderEliminarMuchas gracias y un saludo
Fiel a ti mismo Antonio,con tus rimas
ResponderEliminarnos ofreces los nuevos resplandores inventando artificios de colores,
de palabras que alumbran nuestras vidas.
El fluir de un deseo que gravita
en alturas un momento nada más,
es tiempo fugaz de la vida al compás
instante feliz, delirio que excita.
Lejos de ausencias, lamentos y olvidos,
el verano trae presencias vivas
las bellas rosas, mensajes de amigos.
Solsticio que alienta la vida doquier:
maravilla es el saberse vivo
es tiempo de holganza, de amor y placer.
Estupendo poema, estupendo final. Eso de "sacar a un verso de paseo" es a lo que aspiramos algunos, aunque sea bajo la luz furtiva de la noche. Un abrazo.
ResponderEliminarYa sé que me repito, pero es que este soneto es fantástico. Sobre todo las dos últimas estrofas.
ResponderEliminarUn abrazo, Antonio
Mucho más positiva tú que este vigilante de madrugadas, Montse. Es mejor mirar así; el verano o cualquier otra cosa de que se trate. Voy a ver si me entreno.
ResponderEliminarGracias y un saludo.
Cierto; Antonio; además a los versos también les encanta la noche porque podemos soltarlos para que corran sin molestar a nadie.
ResponderEliminarMuchas gracias y un abrazo.
Agradecido, una vez más, Tato. Y, sea o no repetida, la amabilidad de un amigo es todo un placer.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me encantaría ser la Diosa Circe, de lindas trenzas,la terrible diosa dotada de voz, para poder corresponder tus hermosos versos.
ResponderEliminarUn beso en compañía de un café.
Jajaja... ¿Y en qué me convertiría vuestra seductora y bella divinidad?... En cerdo, no; os lo ruego... Mejor en perro. En Malamute, por ejemplo, para reencarnar a mi querido "Rama".
ResponderEliminarGracias, Veridiana, por tus palabras.
Un beso, protegido tras un bourbon frente a vuestros encantamientos.
¡ Hum....! tengo que pensar...jajaja. La idea me fascina.
ResponderEliminar¡Miedo me dais!
ResponderEliminarPues yo acabo de mandar algo hacia Coslada, que es un poco como ir. "En Coslada, Madrid, cerca del cielo..."
ResponderEliminarSigue sacando versos de paseo, muchas veces te imagino así, y pienso que me ayuda abrir esta ventana y encontrarte con tus sonetos y tus cosas; que fue una suerte estar cerca "cada vez que encendiste la terca luz de un verso".
Buen fin de semana, querido Antonio.
Para suerte, Olga, la de Coslada, que se queda pendiente de tu envío…
ResponderEliminarGracias siempre. Esa “…terca luz de un verso”, de un espléndido poema tuyo, tiene otra vez la generosidad de hablar con estas linternas que saco de paseo.
Un beso.
Qué duras se hacen las ausencias, y cómo acompaña tu poema, Antonio. Gracias.
ResponderEliminarGracias a ti, Aurora: si de verdad este poema acompaña, entonces merece la pena.
ResponderEliminarUn beso.
P.S. Que no se me olvide: recuerdos a Olimpia de parte de Rama; ya sabes, ese perro inactual que llegó a hablar con su veterinaria...
Abra Calabra.....
ResponderEliminarYa está, serás el Ave Fénix, símbolo de la Inmortalidad.
Feliz finde.
Jajajaja... No me parece mala opción, Veridiana. Sea pues. ¡Empezaré a coleccionar mis cenizas!
ResponderEliminarBesos inmortales.
Antonio, tu palabra nunca luce en vano. Y en esa ausencia larga y triste donde caen los versos, estaremos algunos siempre para recogerlos.
ResponderEliminarUn abrazo, Antonio.
Sé de sobra, Juan Antonio, que vosotros sois capaces de sacar luz hasta de los agujeros negros de que hablan los astrofísicos, y no hay nada más acogedor para mí que los entrañables telescopios de vuestra compañía. Aunque a veces las ausencias no son físicas, o no sólo físicas, sino inevitablemente metafísicas. ¡Gajes del oficio!
ResponderEliminarMuchísimas gracias, y un fuerte abrazo.
Esos paseos eternos, por encima de las estaciones, con versos de la mano, o entre los dientes, como les digo a mis alumnos del taller.
ResponderEliminarUn rumiar sin descanso, sin principio ni fin...
Abrazos.
“Sin principio ni fin”, como bien dices, Francisco.
ResponderEliminar¡Este recurrente vicio de escribir…! ¡Esta “rumiante” necesidad de hacerlo…! ¡Estas ganas de hablar permaneciendo en silencio…! Aunque sea para nada… ¿Quién puede evitarlo?
Muchas gracias por la visita, mi admirado amigo.
Un fuerte abrazo.
Una ausencia, larga pero espero que no triste es la que inicio yo estos días, amigo Antonio. Tus versos me acompañarán durante el camino.
ResponderEliminarNos leemos en septiembre: pasaré lista y no quiero tener que ponerte una falta.
Un abrazo.
Por supuesto nada triste, Octavio: Europa se llenará de tu fama.
ResponderEliminarTe emplazo igualmente para septiembre, amigo mío.
Un abrazo y feliz verano.
Gracias Antonio por venir a leerme y dejarme tu comentario.Yo ya te había leído algunas veces y tu alta poesía ya me había conquistado, pero no quería perturbar el clima de belleza y complicidad que teneis en los comentarios y siempore he pasado de puntillas.Hoy te dejo mi huella para que sepas que agradezco tu lectura, y te felicito por tu buena literatura y tus excelentes comentaristas.
ResponderEliminarPara nada no, Antonio. Fíjate que has sacado de paseo tus hermosos versos y hay un montón de perros detrás para que no se pierdan.
ResponderEliminarBueno, yo no tengo perro. Utilizo las manos para arramblar con los papelillos que vas soltando...
Y mejor soltarlos de noche, invocando a los dioses del Olimpo para que soplen de vez, a ver si corre la brisa.
Un saludo afectuoso desde Tarraco.
Sin duda, Marisa, he tenido la suerte de encontrarme con comentaristas de altura, pero mi poesía no es “alta”. Mas bien le ocurre eso de la “gravitación inversa del deseo”: la palabra muchas veces cae en sentido contrario a su impulso.
ResponderEliminarGracias por tu visita.
Sunsi, reúno aquí las respuestas a tus tres comentarios, tan cariñosos como siempre. El grupo de segundo de bachillerato aprenderá mucho de ti, que eres una virtuosa en el oficio de pensar. Todo un honor para mí que quieras conservar esas líneas sobre el antojadizo sol que engañaba a su occidente; y toda una satisfacción lo perfectamente que me entendiste.
ResponderEliminarGracias por todas tus palabras y perdón por mi desidia bloguera. Ah, y no estoy de vacaciones: me queda un julio de intensidades administrativas. Parafraseando aquel soneto de Quevedo que empieza “Puedo estar apartado, mas no ausente”, yo podría decir “puedo estar sin alumnos, mas no ocioso…”
Un cordial saludo.
Para que luego digan que los profes tienen una cara Antonio... "fíjate... dos meses de vacaciones..." Ja. ¿Y reciclarse? ¿Y preparar material? ¿Y programar para el curso siguiente...?
ResponderEliminar"Sin alumnos
mas no ocioso..."
Menos mal que alguien lo escribe y , además, así... bonito...
El seminario de Filosofía, ojalá salga bien. Fue una idea que tiene aceptación pero, tal vez
acabará cuajando lo urgente más que lo importante. ¡¡¡La lengua!!!Sólo dos horas de clase semanales porque hay que repartir entre castellano y catalán. Misión imposible. Así salen los números que salen. Los estudiantes catalanes a la cola de la cola...
Mucha mandanga con la globalización , pero en lo curricular tira el terruño...
Un saludo, Antonio. Y perdona, que he derivado...
Así es, Sunsi, y gracias por tu reconocimiento, tan infrecuente en el común de la sociedad. Para que te hagas una idea de por qué hablaba de “intensidades administrativas”, te aclaro:
ResponderEliminarEn Madrid, tenemos prueba extraordinaria en septiembre (hay otras Comunidades en las que no es así). Esto significa que hasta principios de ese mes no sabemos “realmente” los alumnos que pasan de curso; ni éstos se pueden matricular, “realmente”, hasta entonces; ni, “realmente” hasta entonces, sabemos las optativas que puedan elegir; ni los grupos “reales” de materias con que podemos contar; ni los profesores “reales” que debemos pedir a la Administración; ni… Pero lo “realmente” malo es que los alumnos a quienes les quedan materias para el “posverano” no son dos o tres, sino más de la mitad de los matriculados. A lo que debe añadirse que el curso 2009-2010 empieza el 17 de septiembre. Es decir, del 1 al 17 hay que examinar a unos 400 alumnos, celebrar las pertinentes sesiones de evaluación (en mi caso, 27, que no pueden ser simultáneas porque lógicamente los profesores imparten materias en grupos diferentes); hacer la matrícula de los alumnos en el nivel “real”; agrupar y seleccionar las optativas viables; reunirse con la Administración para ultimar los profesores que “realmente” se necesitan; celebrar el claustro de “desideratas”; concebir el horario, que no es lo mismo que generarlo: esto lo hace el ordenador, luego de haberlo “concebido” Jefatura de Estudios; meter la información de esa “concepción”, una tarea tediosa que supone incorporar unos dos millones de datos (70 profesores por 27 grupos, por 30 horas semanales por 30 aulas disponibles) en el demiúrgico programa que habrá de trasladarlos al “mundo sensible”; celebrar el claustro de principio de curso y… ¡recibir a 700 desnortadas almas desde una incansable vocación de brújula!...
Sería imposible, Sunsi. Así que, muchos de esos “real” y “realmente” que te digo, son la tarea “virtual” de julio: tratar con los resultados de junio, pronosticar desde ellos, predecir grupos, vaticinar elecciones del alumnado, concebir una arquitectura fantasmal para el próximo curso y registrarlo todo mientras se cruzan los dedos para que septiembre sea posible. Porque si te equivocas, si en septiembre pierdes un grupo de los previstos o no sale una de las asignaturas vaticinadas, la Administración te retira uno o dos profesores de los que pediste en julio y la arquitectura tiene que reedificarse… ¡Pero entonces no tienes casi tiempo!
Tales son mis agonías de este mes. Y sólo he hablado desde Jefatura de Estudios, faltan montones de tareas (memorias, “reciclajes”, programaciones, a veces “tribunales de oposición”, etc.) que debe cumplir el resto del profesorado (y también uno mismo, que como tal ejerce cuando no va de sheriff por el Centro).
Gracias, pues, redobladas por tu reconocimiento, y perdón por esta catarsis, tan excesiva.
Un saludo.
Me voy a echarme una siesta, que he terminado agotado, no de leerte, sino de imaginarte, amigo Antonio. ¿Y todo eso para que los chavales salgan como salen? En fin. De todas formas, y vaya por delante mi reconocimiento a los muchos Antonios que sin duda circulan por la docencia -un saludo desde aquí a mi querido profe, Juan Antonio-, no sois mayoría, lamentablemente. Aunque quizás tampoco tan minoría como algunos creemos.
ResponderEliminarUn abrazo
"Y yo, en el mano a mano
ResponderEliminarcon la tierra, el olvido
y ese oficio
de inventarle a la luz
un artificio
que para nadie alumbra.
Luce en vano."
... y sin embargo, desde mi pequeña luz te contradigo, porque tu candela, tu pequeña candela... no brilla en vano. Ha encontrado un reposo seguro en el que permanecer. Quizá tú no lo sepas... pero no hay luz en vano. Tu luz habita en el alma de alguien, aunque tú no sepas sentir que allí está.
Hay pequeñas candelas que se quedan para siempre en nuestro pensar... Pequeñas candelas de luz que acogen cada dolor, que dan el calor de una hoguera infinita... y que ya nunca, nunca, se apagarán. Sin ellas, nos moriríamos de frío.
Desde luego, amigo Tato, de todo hay, como en todas partes. Lo malo es que se haya generalizado la idea del “lado oscuro”. Con ello se ha hecho un flaco favor a la educación y a la enseñanza: nada tiene que ver lo que se piensa hoy de un profesor con lo que se pensaba cuando yo estudiaba. Y eso es un handicap adicional, porque a ese personaje que intenta enseñar, muchos lo ven como un carota que no hace nada relevante y huelga muchísimos meses al año. Entonces la sociedad elige modelos alternativos, “currantes” arquetípicos, de verdad… Como Belén Esteban, por ejemplo.
ResponderEliminarEspero que el calor te haya consentido la siesta, porque… ¡hay que ver la que está cayendo!
Un abrazo.
Muchas gracias, Ana, por las cariñosas palabras de tus dos comentarios. Tal vez esa “razón de haber vivido” que resaltas tenga que ver con una pequeña candela. Serías una excelente psicóloga tratando a pacientes depresivos que, en muchas ocasiones, lo único que necesitan es que alguien les vuelva la mirada a esa lucecita propia de que se han olvidado.
ResponderEliminarUn saludo cordial y muy agradecido.
Después de esta relacion pormenorizada de lo que ocurre
ResponderEliminar"realmente" a dia de hoy en la enseñanza, comprendo tu cansancio, y el hastío que te ha de provocar por fuerza.
Es un verdadero milagro que conserves energias positivas suficientes, para volcar sin mesura en tu blog esas perlas y brillantes con que nos obsequias tan a menudo, donde el mundo de las ciencias y el de las letras se dan un abrazo fraternal y poético.
O quizá es el contrapeso necesario para neutralizar ese desgaste injusto, brutal, excesivo e incomprensible en "intensidades administrativas".
Si duda tienes razón, Antonio. Lo que ocurre es que la ineptitud y la pereza, común hoy en día a casi todas las ocupaciones, quedan subrayadas en la docencia por sus amplios periodos de holganza formal, recordados machaconamente a los padres por la ociosidad de sus hijos.
ResponderEliminarEn cuanto a la siesta, fantástica. En Isla Cristina la temperatura es ideal.
Un abrazo
Ay, Montse, muchos de los que visitas, Juan Antonio el profe, sin ir más lejos, penan y saben, más incluso, al remo de estas galeras. Pero no me quejo: el trabajo no es cosa de los oficios, sino de las voluntades. Hay médicos, bomberos, arquitectos, policías, ingenieros, albañiles, abogados, tenderos, dependientes… que se dejan la piel en sus quehaceres. Y luego sonríen, o consuelan, o escriben, o pintan, o tocan la guitarra, o juegan con sus hijos... Hay buena gente, y hay… otras cosas. Mis agonías, eran mi personal catarsis. Nada grandioso, sólo un “pelín” reivindicativo frente a la injusta fama con que se nos ha adornado.
ResponderEliminar¿”Perlas”…? ¿”Diamantes”…? ¡Mira que eres!
Gracias y un saludo.
Huelga ese holgar, amigo Tato, huelga
ResponderEliminartanta holganza que no es sino vagancia
de un rosal perezoso de fragancia
y oculta decisión de ser acelga.
Odio las acelgas, dicho sea para hacer comprensible la metáfora. Y en mi opinión, retorcida sin duda, tal especie vegetal se ha multiplicado en la sociedad del bienestar. Dentro y fuera de los enseñantes, claro. Pero en estos huertos, en los de la educación, como en los otros, también abundan jugosos tomates y refrescantes sandías. La frecuencia del riego para holganza de sus raíces nada quita ni añade a los frutos que produce.
Un hortelano abrazo.
Me he reído mucho con la comparación, Antonio. Ir de "sheriff". Ésa es la gran reivindicación del docente. "Damos clases, somos animadores culturales,intentamos que la "guardería" no se rompa demasiado con los pupitres al viento (yo he visto volar pupitres ... no me dieron de milagro)hacemos el papel de mamá y papá, de psicólogo... y, fundamentalmente, de polis". "Es que yo no estudié ni oposité para ser poliiii..."
ResponderEliminarCuando me encuentre un día de éstos con Belén Esteban se lo explico. Igual ella, con esa adrenalina que le sube y le baja y sus explosiones de genio, desempeñaría muy bien el papel de sheriff... y de animadora "cultural".
Tu descripción... buenísima. Es tal cual. A más de uno y de una le vendría bien leerlo. Que se creen que los profes juegan a las canicas en los ratos libres. Y en julio, campo o playa... o las dos cosas.
Gracias por tu katarsis. Nada excesiva. Incluso te puedes haber quedado corto.
Un saludo, profesor