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De solares, moscas y mierdas




A veces uno siente la apetencia de escribir raro. No por nada en particular, sino... en realidad, por todo. Decir para no decir; y vomitar de paso la mala bilis que soporta el alma por la digestión del mundo. Algunas, víctimas de precocidad literaria, lo hacen demasiado pronto. Otras, como la mía sin ir más lejos, demasiado tarde. En ambos casos el resultado es el mismo: la nada exquisita del silencio. Porque hablar de la verdad, de la justicia, de la honradez, no es sino visitar un estercolero; un solar al aire libre donde cualquier mierda se siente importante. Pero ¿cómo se le dice a una mierda que tiene equivocado el sentimiento?; ¿que no es ni más ni menos que el nombre en que se ocupa, o el olor que despide –esa sombra que deja en el olfato su triste desecho–…? Las mierdas tienen una extraña inclinación a valorarse en función del número de moscas por que son elegidas. Craso error. La mosca, como todos sabemos, es caprichosa y de impredecible vuelo: viene y va por el aire sin claras coordenadas. Para su fortuna –o su desgracia– la mosca nunca sabe por qué va adonde va ni qué tiene que hacer después donde ha llegado. Así que la importancia de las mierdas es azarosa: depende de un aleteo inconsciente y desnortado. Pero ellas lo ignoran, desgraciadamente.

Como no es previsible que esta historia cambie, lo único que nos queda es pasear por los solares sin mirar al suelo. Alegremente y para nada. O mejor dicho, para el distraído silencio de nuestra caminata. Y si pisamos una mierda, mejor que mejor: así se dará cuenta de que está muy por debajo del gayo horizonte en que aún creemos.

Aunque después tengamos que limpiarnos los zapatos… ¡Qué le vamos a  hacer!

Comentarios

  1. Recuerda, maestro, que pisar mierda trae buena suerte;-)
    No sé qué te habrá pasado (en concreto), aunque eso no importa, puede ser cualquier cosa nueva o una especie de constatación de algún clásico que hoy se te ha empachado) pero te aseguro que no te sienta mal escribir "raro". La excepción da mucha más fuerza a las palabras, la "rareza" no es en ti un vicio sino un recurso. Todo forma parte de la misma búsqueda, supongo.
    Que sigas viendo el horizonte, y que sigas creyendo en él.
    Un beso.

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  2. ‘En concreto’, mi querida Olga, no me ha pasado nada que no nos esté pasando a todos todos los días. No tengo empacho de ningún clásico (¡Dios bendiga a los clásicos!), sino un corte de digestión secular por “la historia interminable” de la basura en que vivimos.
    Esto no era nada más que un desahogo.
    Gracias siempre y un beso.

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  3. Sí, con lo de "clásico" me refería a temas que ya conocemos de sobra y que, sin embargo, un día cualquiera, nos hacen escribir "raro" porque alguna circunstancia -identificable o no- nos los vuelve un poco más insoportables de la cuenta. Si fuésemos estrellas, podríamos refugiarnos cayendo precisamente en el mágico límite que la cosmología denomina "horizonte de sucesos". Ese al que tú miras. Qué curiosa intuición...

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  4. ‘Curiosa intuición’, la tuya; tanto como tu brillante lectura de esta enorme vulgaridad mía. Aunque, sabe Dios si las mierdas no serán como los agujeros negros y al pisarlas nos engullen, mientras nosotros alargamos el pescuezo del alma para seguir creyendo en el horizonte, el de los luminosos y ya irreversibles sucesos, a que jamás volveremos.

    Gracias por el apunte.

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  5. Ya en 1961 Piero Manzoni etiquetó 90 latas de metal que contienen( según el autor)Mierda de Artista.

    Ta vez estemos rodeados de mierda, o es la vida una mierda?.
    Con tanta escatología...Esto no huele bien...

    Un beso perfumado.

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  6. Pues... Yo no pienso pisar ninguna " m " no deseo mancharme ni los zapatos y mucho menos que me engulla ninguna como si fuera un agujero negro. ¡ Qué asco !
    No quiero ni pensar que me contaminaría con todas esas ideas suyas tan insolidarias, inmorales y repugnantes.
    Te deseo que " pases " del estercolero de ese solar.
    Un beso

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  7. Desde luego, mi temida Circe, huele fatal. De hecho, lo de Manzoni –y otros mil que afortunadamente aparqué en el olvido– fue un ejemplo del narcisismo elevado a la infinita potencia de la estupidez que acabó definiendo un tiempo enfermo: el nuestro.
    Gracias por recordarme que la mierda y la estafa tienen no muy lejanos heraldos.
    Un beso que quisiera oler a los jardines de la infancia.

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  8. Para nuestra desgracia, querida Doña A, somos bípedos implumes, y este último rasgo nos impide volar. Así que tenemos que asumir el riesgo de pasear por los solares. ¡Ojalá su coprológico paisaje pudiéramos sólo divisarlo, borroso y diminuto, desde las alturas!

    Un beso, desafortunadamente implume.

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  9. Hay que encontrar la belleza dentro de la desolación.

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  10. Si no me queda más remedio caminaré por el solar pero ... Lo que se dice pasear...pasear ... En fin ...Me buscaré otro lugar aunque ese solo sea real en mis recuerdos.
    Un beso

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  11. No creo, Veridiana, que podamos encontrar ninguna belleza en la desolación. Con lo que sí estaría de acuerdo es con que debamos buscarla a pesar y fuera de la desolación.

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  12. En los "recuerdos" y en los proyectos, Doña A. Por eso no hay que mirar al suelo, sino al "gayo horizonte en que aún creemos".

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