Apareció publicado en este mismo blog hace siete años, en abril de 2009.
Trasteando hoy por los archivos, me he encontrado una grabación de no sé cuándo
de aquel soneto. He tenido un golpe de nostalgia –últimamente, padecimiento mío
de molesta frecuencia– y he decidido subirlo. Presenta algunas modificaciones,
no significativas, sobre el original; anteriores, según creo, al que entonces
publiqué. En cualquier caso, me sigue trayendo buenos recuerdos; como la amable
memoria de cuando creía, con firmeza mayor que la actual, que la razón estaba
al servicio de la voluntad y que las "razones del corazón" amparaban
la frágil verdad de la arquitectura humana.
...Por si alguien hay a quien interese oírlo
Hola Antonio. Me gusta tu voz grave recitando el soneto.Y claro, a mí, que nunca me han gustado las Matemáticas, tus paralelas me hacen imaginar un océano azul, a veces gris, a veces alterado y otras sereno y las dos estelas...preciosas, profundas, amigas y compañeras observándose en la distancia profunda del mar de la vida. Bastaría con que uno de los dos timoneles decidiera cruzarse en el camino de la otra para formar una más profunda quizás o quizás para descruzarse otra vez, sin embargo, "hay razones del corazón que la cabeza no entiende"
ResponderEliminarEn cualquier caso me gusta tu soneto aplicado a mi mar, con tu permiso, claro.
Un beso
Bueno, Susi, después de todo, es a un gran matemático a quien debe el corazón el reconocimiento de sus poco entendidas razones. Y además, ya que te gusta el mar, recuerda que el rompiente de una ola tiene no poco que ver con los fractales. Seguro que a partir de ahora cada vez que las veas romper, te gustarán las matemáticas.
ResponderEliminarY muchas gracias por tus siempre cariñosas palabras a mis entradas.
Un beso.
Si las matemáticas, todas ellas, me las hubieran enseñado cómo tú, me encantarían. Las más ásperas de las disciplinas pueden convertirse en apasionantes. Todo depende del maestro que las enseñe.
ResponderEliminarGracias por los fractales. En verdad, maravillosos.
Un beso
¡Jajaja...! ¡Qué tiempos aquéllos y qué cosas dices, mujer!... Gracias de todos modos.
ResponderEliminarUn beso.