Por Julia y a su hijo Julio Me han llegado noticias tristes por ese golpe tan temido de los teléfonos, repentinos y traidores como es su costumbre. Un familiar lejano, una mujer, mayor desde luego, aunque eso... ¿qué importa? …Y he pensado en uno de sus hijos; un niño detenido por la vida, varado en una luz de infantil inteligencia que oscureció la caprichosa divagación de un cromosoma y nació bendecido de inocencia interminable. He pensado en ese niño, que ha cumplido ya los años de los hombres, aunque no sus soberbias ni vanidades... Y he pensado en la tristeza y el abandono, un abandono en su caso más cruel por la distancia inmensa de los otros. He pensado en el desconcierto de su ternura mirándose al espejo; y en el estupor de su niña memoria ante el beso sin labios de su madre. Un río de pequeños recuerdos; tal vez, algunas lágrimas; un no saber, un sí sufrir la soledad repentina, inexplicable...Y el dolor de su alma en carne viva golpeándose desconcertada
Y qué solos nos deja sólo
ResponderEliminarAy, Antonio, ya no hay respeto por nada, ni por la soledad del solo ni por la manera de ser del solamente. En fin, que su diacrítica distinción permanezca siempre en nuestra memoria, porque ya no va a estar en ningún otro lado.
ResponderEliminarUn beso, caballero.
"Ha ido solo a la farmacia..."
ResponderEliminar¿Qué ha pasado? ¿No lo han acompañado? ¿O es que no le ha dado tiempo de pasar por el súper? ¡¡¡Ahhhh!! Nos vamos a quedar con la incógnita, Antonio.
Buenísimo el poema.
Un saludo afectuoso.
Lo que es terrible, Capitán, porque es señal de que también las palabras empiezan a “confundirse.”
ResponderEliminarClaro que no hay respeto, Olga: primero engañan al viejo “solo” y le dicen que además de adjetivo va a ser adverbio, y luego resulta que es mentira, que lo dejan en usurpador ambiguo del pobre y difunto sólo.
ResponderEliminarUn beso, mi Señora Doña Olga.
No sólo con ésa, Sunsi, sino con muchas más. Porque una cosa es decir que el lenguaje sea una realidad viva y, por lo tanto, naturalmente cambiante; y otra que la vida sea esta obsesión artificial por el cambio. Es una especie de enfermedad, que no sufren sólo los “académicos”: si algo es distinto, es mejor. Supongo que nos hemos olvidado de que la naturaleza propone cambios aleatorios constantemente. Pero elimina la mayoría.
ResponderEliminarNo quería ponerme serio, pero se me ha ido la luz (la de Edison, naturalmente) y se me ha quitado el humor.
Gracias y un cordial saludo.
Soledades juntas.
ResponderEliminarMi beso y tú.
Una hechicera nunca está sola, Morgana-Circe-Veridiana, eso es cosa de los adjetivos que ven arruinarse los adverbios que los prolongaban.
ResponderEliminarUn beso para vos.