A mi padre
Fue allá por 2006, con poca
primavera y abril a medio hacer, en una de esas tardes en que Madrid concede al
cielo el privilegio azul de su mirada. Entre tus nietas y yo te habíamos arrancado
del dolor aún cercano del último día de mamá. La música siempre fue el paraíso
terrenal de tu consuelo, el rincón en que el alma reconoce la alta estatura de
su esperanza. Por eso, aquella luminosa tarde te subimos con nosotros a lo más
alto del Teatro Real, a ese otro paraíso donde la música y la palabra de los
escenarios sueñan la vecindad de los ángeles.
La Bohème... Siempre te gustó La
Bohème. Tal vez porque en el fondo siempre fuiste un artista, una voz
prodigiosa que ahogó la dramática circunstancia del país más estúpido que ha
conocido la Historia. Recuerdo ahora aquella tarde con dolorosa alegría. Y te
recuerdo a ti, sentado a mi lado, moviendo los labios en callado acompañamiento
de los acordes de Puccini. Al final del Acto I, cuando la hermosísima aria Che gelida manina conmovía todos los
silencios que en el mundo caben, no pude evitar mirarte. Tenías los ojos
convencidos de lágrimas. Sólo tú y yo sabemos che gelida manina estabas acariciando con el alma en aquel momento.
Han pasado diez años. Para ti diez
años de paulatino alejamiento de todo, diez años de vida sin la vida de quienes
la hicieron, diez años de ti casi sin ti. Tu distancia de la palabra convirtió
las miradas en diccionarios. ¡No sabes todo lo que he podido leer en tus ojos!...
Como entonces, como en aquel abril a medio hacer...
Ya sólo podré leer en tu recuerdo.
La semana pasada, un día gris y
lentamente lluvioso, cogí tu mano... Tú estabas ya en el último paraíso.
3 febrero 2016
Precioso, emotivo e intenso homenaje a tu padre.
ResponderEliminarLa unión perfecta entre tus hermosas palabras y la música del gran Puccini consiguen un efecto mágico.
Como siempre Antonio, entrar en tu imaginaria del alma reconforta mi alma en este caso, una tarde cualquiera de un lunes cualquiera.
Gracias a ti y a él desde dónde esté.
Inma
Muchas gracias a ti, Inma. Él está ya en el más perfecto y armónico paraíso.
ResponderEliminarUn beso.