Veritas? Quid est veritas? Se preguntaba escéptico o irónico Pilatos en su inesperado encuentro con la Trascendencia… Nosotros ya no nos hacemos preguntas de ese calado, ni siquiera escéptica o irónicamente. Tal vez porque la Trascendencia ha perdido el interés por nuestra insignificancia o quizá porque hemos adulterado tanto la verdad que somos incapaces de curiosear en sus profundidades. Por lo pronto, de un tiempo a esta parte, la hemos escoltado de compañeras bastardas, muy poco recomendables y aventajadas discípulas del confusionismo y la mentira. Primero fue la posverdad que llegó a adquirir galones semánticos y pudo figurar en el diccionario de la RAE. Por ahí anda ahora una callejera ─todavía─ y no menos repugnante preverdad haciendo méritos para colonizar nuestro vocabulario y, lo que es peor, nuestro pensamiento. De la primera, ya sabemos que, como dice el DRAE, es deliberada distorsión de realidades y manipulación de creencias, esto es, magisterio de demago...