Pasó otra vez por mi casa el Caballero Inactual. Hablamos largo y tendido, como siempre heterodoxos (más él sin duda que yo), de todo lo que nos duele, que es todo después de todo. Y de enredar las palabras con el tiempo, las naciones con su historia, las vidas con sus recuerdos, me dejó estas soleares con billetes de ida a lo que fuimos y regreso plausible a lo que somos.
Acerca de aquel ayer
que no quisiera haber sido,
no vale cegarle el ser.
Maldito remordimiento
si sanar se cree arrancando
los ojos a los recuerdos.
Déjalos en paz mirar
lo que son y lo que fueron
y abraza su oscuridad.
Sólo quien se atreve a ser,
siendo quien no se quería,
se puede al cabo querer.
Porque la vida se hace
a fuerza de tropezones
con un yo que es un don nadie.
Un yo de ensayo y error,
de probeta cotidiana
mezcla de sueños y amor.
Laboratorio del alma
empeñada en descubrir
de qué ayer se hacen sus lágrimas.
Para al cabo comprender
que sin ellas nada fuera,
que por ellas todo es.
10 enero 2022
Qué alegría, Antonio! Cuanto tiempo sin aparecer " el Caballero"!.Se hace desear su visita. Quizás es lo que busca aunque me inclino más por pensar en que al ser un espíritu libre aparece y desaparece cuando le viene en gana. Habrás pasado un buen rato, eso seguro.
ResponderEliminarFelicitale de mi parte por estas "Soleares". Todos los versos son extraordinarios.Me encantan.
Hay que decirle que venga más a menudo.
Un abrazo.
Se lo diré, no lo dudes. Y sí, supuse que te alegraría porque sé lo que te simpatiza. ¡Siempre resulta atrayente un exiliado del tiempo!
ResponderEliminarMuchas gracias de su parte y un abrazo de los dos.