Siempre he sentido una especial debilidad por Villamediana. Este Conde, este don Juan de Tassis, tan de su tiempo y leyenda, se me ha cruzado cientos de veces en la vida. Leía ayer una composición suya sobre el desengaño; y se me que quedó en la memoria la última redondilla. Lo justo era glosarla.
Me gusta la lejana musicalidad que deja una glosa. No son frecuentes hoy, o yo no las conozco. Recuerdo a Gerardo Diego (otra debilidad mía) haciéndolo, también del “Conde”, sobre un soneto de milagrosos ojos que no se conoce lo suficiente (en mi opinión por lo menos).
Innecesario es decir que lo mío no es más que un ejercicio de temporal vecindad del alma. Y, ya se sabe, hay vecinos que viven en el “Bajo”, yo por ejemplo, y vecinos que miran desde el “Décimo”, don Gerardo sin ir más lejos.
Para Charo
Las razones que no digo
no son las que menos siento,
mas por no darlas al viento
quiero que mueran conmigo.
Tantas cosas he callado
a lo largo de la vida;
tanta palabra vencida;
tanto yugo y tanto arado
de silencio ha roturado
el verso que va conmigo;
tantas veces fui mendigo
de su ausente circunstancia,
que no tienen importancia
las razones que no digo.
Qué más da si un verbo acierta
o es como un sueño de nieve
que a ser blanco no se atreve
por si de pronto despierta.
Qué más da si un alma abierta
de par en par cuenta un cuento
de soledades por ciento.
¡Un porcentaje indecible!
Lágrimas de lo imposible
no son las que menos siento.
Para no escribir escribo,
para el silencio morderme,
pero no por no saberme
la muerte de estar tan vivo.
Presente de imperativo
de no sentir lo que siento
me hace mentir si desmiento
y confundir confusiones,
no por negar sus razones,
mas por no darlas al viento.
No hay calor para esta hoguera
ni fuego para esta fragua;
ni para esta sed hay agua…
Nada aguarda, nada espera.
Nunca hallar haza quisiera
tanto sentir enemigo
que siembra en la roca el trigo…
Estas calladas semillas
que ruedan por mis orillas
quiero que mueran conmigo.
26 de marzo de 2009
* La presente entrada apareció en este blog el 26 de marzo de 2009, pero esta mañana he cometido una torpeza de ésas que suelen cometerse en estos endiablados instrumentos. Al intentar editarla, para añadir el audio que se había borrado, he pulsado sin pretenderlo en "Borrador" y, diligentemente, ha sido obedecida la inoportuna orden. No he sabido cómo restituir la entrada a su momento y, por no querer perderla, no he tenido más remedio que publicarla, junto a los amables comentarios de entonces, con la fecho actual.
Léase entre los comentarios la espléndida DOBLE GLOSA DEL REVÉS con que un anónimo visitante que se firma Rafa ha enriquecido la belleza de las glosas.
Razón tienes en que la glosa es algo muy desacostumbrado en nuestro tiempo. Augusto Bembibre escribió unas de tinte burlesco, como conté aquí. Pero aquellas, como hijas de su padre, eran meramente burlescas, claro está.
ResponderEliminarEsta glosa tuya, Antonio, alcanza vuelos magníficos; leerlas acompañadas de tu voz es un privilegio. Ese sueño de la nieve llega al alma, como la muerte de estar tan vivo.
Enhorabuena y un aplauso, de nuevo (y van...), emocionado.
Del 31 de octubre al 19 de noviembre del pasado año, anduve por sabe Dios qué causas ajeno a estos menesteres blogueros. He leído la glosa espléndida de Don Augusto y me ha tranquilizado verla fechada el 13 de noviembre, que es tiempo de tales ausencias. No me disculpa, pero al menos explica que no recordara a Bembribe como glosador reciente:
ResponderEliminarUna ausencia imperdonable
–digo ausencia, que no olvido–,
no estar y no haber leído
entrada tan memorable
por no sé qué daño habido.
Discúlpenme tus poetas
–Virgilio, Ariza y Augusto–
cuitas tan analfabetas.
Por más que fuera lo justo
enviarme a hacer puñetas.
Muchas gracias, Juan Antonio, siempre por tus entrañables comentarios.
Hola, Antonio. He copiado el poema y lo he guardado. Me ha parecido... dulce y triste, con verdades que consigues expresar mediante preciosas antítesis.
ResponderEliminarSi me quedo especialmente con algo, sería con la tercera estrofa.
"Para no escribir escribo,
para el silencio morderme
pero no por no saberme
la muerte de estar tan vivo..."
Probablemente vas por otros derroteros. Yo no soy nadie para poder calibrar el fondo real de esta magnífica paradoja. Pero me es fácil aplicarla...es "primavera"!!!.
Muchas gracias por escribir... y también por darle voz a tus poemas.
Nada de bajo, Antonio: tú subes al décimo, vecino puerta con puerta de Don Gerardo y del gran conde. Y también de Medinilla. Vaya, la semana de finales de marzo ha sido la de homenaje a Gerardo Diego. Las décimas, espléndidas. Tenemos que repetir periódicamente estos homenajes, al margen de los estamentos oficiales, como hicieron los del 27 con Góngora. "Pues olvido es el mar, mudanza el viento".
ResponderEliminarUn abrazo.
Tú eres “muy alguien” para calibrar cualquier cosa, Sunsi. Además, la poesía no nace sólo de lo que uno escribe, sino de lo que al leerla otro, completa lo que ha escrito uno. Gracias, pues, por leerla y completarla. Gracias porque te haya gustado.
ResponderEliminarUn saludo.
Estoy de acuerdo con “los homenajes”, Juan Manuel. Tú iniciaste la ronda rescatadora, como buen andante caballero, con Gerardo Diego.
ResponderEliminarGracias por el “ascensor”, pero me sube muy alto. Lo cierto es que vivo en el bajo de una casa de diez plantas. Sólo subo al décimo cuando cambia la junta de la comunidad de vecinos y nos pasan los “trastos de matar”. Nada poético, sin duda.
Un abrazo.
Por varios motivos, sabes que te oigo con mucho interés;-)
ResponderEliminarMe gustan estos homenajes.
Es todo un personaje, el Conde de Villamediana, amigo natural del caballero, creo yo.
No me resisto a dejarte el principio de uno de sus sonetos, uno que me gusta mucho y siempre me ha recordado a otros versos de Ausias March que también me han venido a la cabeza al leer y oír tus décimas (aquel "Quien no esté triste deje mi lectura").
"Nadie escuche mi voz y triste acento,
de suspiros y lágrimas mezclado,
si no es que tenga el pecho lastimado
de dolor semejante al que yo siento"
También pienso ahora en las canciones a lo divino de San Juan de la Cruz "...y el pecho del amor muy lastimado"
Bueno, no sigo, que no sé dónde podría terminar;-)
Un beso, Antonio. Buen fin de semana.
¡Buena compañía das a los “silencios” del Conde, Olga! Juan Manuel trajo a Don Baltasar, que también murió como aquél a punta de espada, y tú a Ausias y a San Juan de la Cruz. Y… al caballero. Confieso que le robé la entrada. Hace unos días me dijo que estaba pensando homenajear a Villamediana, viejo amigo como bien supones. Le gané por la mano. Pero no me guarda rencor: ¡nos conocemos desde hace demasiado tiempo! Si será verdad, que, al hilo de tu comentario, me ha dicho que si la entrada la hubiera escrito él, habría llevado esta cita de Ausias March:
ResponderEliminarLirio entre cardos, mi querer se templa
en temple que amadores no conocen…
Me preocupa pensar si él lo hubiera hecho mejor.
Un beso, Olga, y muchas gracias por tu visita.
...me ha gustado tu blog , te invito a ver si te agrada el mio..cordiales saludos jose ramon.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu visita, José Ramón. Es todo un placer conocerte.
ResponderEliminarUn saludo.
¡Cuántos amigos compartimos, Antonio! Las glosas y el conde. Me has recordado cuando andaba por la corte buscando sus lugares, acompañado del libro de Luis Rosales, sus fábulas fabulosas, sus atinados sonetos, y este vicio de la glosa del que es difícil zafarse... Tampoco lo consigue el embozado, que ha querido dialogar a la vez contigo y con don Juan en esta
ResponderEliminarDOBLE GLOSA DEL REVÉS
Quiero que mueran conmigo
tu lágrima y mi memoria,
y así detener la noria
donde se muele este trigo
que alimenta nuestra historia.
Sobre mi tumba pequeña
dará una leyenda seña
del amor y su frontera:
“No busques, viajero, leña;
no hay calor para esta hoguera”.
Mas por no darlas al viento,
las señas de lo que has sido
se las llevará mi olvido,
pues perdido el sentimiento
han de perder el sentido.
Y por imponerme el veto
de revelar tu secreto
de un engaño soy cautivo,
pues queriendo ser discreto
para no escribir escribo.
No son las que menos siento
las heridas de este engaño,
ni me causan menos daño
las mentiras que ahora invento
que las que inventara antaño.
El silencio no procura
remedio, ni el verso cura
la herida que sigue abierta:
cuando es la rima locura,
qué más da si un verbo acierta.
Las razones que no digo
son las mismas que declaro
escondiéndome al amparo
de este callado testigo
que vende el silencio caro:
doble glosa del revés
que dice lo que no es.
Proclamo, medio embozado
verdades a medias, pues
tantas cosas he callado.
Rafa.
Eres un fuera de serie, Rafa. He añadido –espero que no te moleste– una nota al final de la entrada que remite a tu espléndida réplica: me parece injusto que se quede en estos subterráneos.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por haberla escrito. Si descubrimos un “agujero de gusano” de esos que dicen hay en el espacio-tiempo, a lo mejor nos encontramos en cualquier callejón del XVII con esos amigos comunes; y nosotros entre ellos.
Un abrazo.
Ruboriza, no molesta
ResponderEliminaresta gentil distinción,
pues no admite parangón
con tu glosa mi respuesta
que es modesta imitación.
¡Un voto por los agujeros!
Rafa
Llevamos ya tanto hablado
ResponderEliminarpor sendas del viejo verso
que hay que acordar otro lado
del tiempo y del universo.
Punto de cita: ¡el pasado!
(Hay que coger el metro en la estación “Puentes de Einstein-Rosen”. La línea 17 te deja en 1601. No tiene pérdida. Para hablar con el Conde (todavía no lo es) tendremos que acercarnos a Valladolid: allí se estará casando con Doña Ana de Mendoza. Lleva espada, que, como sabes, son tiempos pendencieros)
Un abrazo, Don Rafael.
Genial Rafa. Y envidia sana a los que glosan.
ResponderEliminarSaludos a los dos
Gracias por volver por estos siglos, Sunsi. Estoy de acuerdo contigo: genial Rafa; creo que ya te lo has encontrado por aquí.
ResponderEliminarUn saludo.
Siempre me detengo en todos los comentarios, Antonio. Aprendo mucho. Todos aportan mucho.Pero el de Rafa es como... un post alternativo y lo leo como tal.
ResponderEliminarAhora caigo que cuando entro cambio de siglo. Gracias por recrarlo y ambientarlo.
Saludos mañaneros
¡A ver si va a resultar, Sunsi, que la estación de metro ésa se abre en esta ventana…!
ResponderEliminarEs verdad que, desde que apareció por aquí en los “Destiempos del caballero…” (nos conocimos días antes cruzando versos en las “Cuestiones naturales” de mi amigo Julio), Rafa ha sido un brillantísimo complemento. De eso nos conocemos y en eso nos reconocemos: ¡en palabras!
Saludos domingueros.
Del aprender callando
ResponderEliminaren lugar inespacial,
mi alma siente el encanto
y placeres sin igual.
Gracias amigos por tal
inmersión en la poesia,
ya veis que lo hago mal
más seguiré en la porfía...
La princesa encantada
¿”Mal” dices, Montse? ¿Que lo haces “mal”…?
ResponderEliminarNo estoy de acuerdo contigo
pues, gentil y cortesano,
catalán o castellano,
prosa o verso, el verbo amigo
bien sabe esgrimir tu mano.
Un saludo.
P.S:: ¿"Encantada"? ¿No será cosa del mago Frestón, verdad? Hablaré con él, por si acaso tuviere que ver en ello.
Ni el mágico Don Frestón,
ResponderEliminartiene parte en este estado,
ni el bicéfalo hombron
ni su gran bosque encantado.
Quizá algun bípedo osado
que escribiendo tan certero,
sin sentido me ha dejado
con su pluma y su tintero...
Bueno, Montse, muchas gracias, por más que tú y yo sepamos que es excesivo.
ResponderEliminarUn saludo.
¡Si mi fue tornase a es,
ResponderEliminarsin esperar más será,
o viniese el tiempo ya
de lo que será después...
Glosa
Al fin, como todo pasa,
se pasó el bien que me dio
fortuna, un tiempo no escaso,
y nunca me le volvió,
ni abundante ni por tasa
Siglos ha ya que me ves
fortuna, puesto a tus pies:
vuélveme a ser venturoso,
que será mi ser dichoso
si mi fue tornase a es.
No quiero otro gusto o gloria,
otra palma o vencimiento,
otro triunfo, otra vitoria,
sino volver al contento
que es pesar en mi memoria.
Si tú me vuelves allá,
fortuna, templado está
todo el rigor de mi fuego,
y más si este bien es luego,
sin esperar más será.
Cosas imposibles pido,
pues volver el tiempo a ser
después que una vez ha sido,
no hay en la tierra poder
que a tanto se haya estendido.
Corre el tiempo, vuela y va
ligero, y no volverá,
y erraría el que pidiese,
o que el tiempo ya se fuese
o viniese el tiempo ya.
Vivir en perpleja vida,
ya esperando, ya temiendo,
es muerte muy conocida,
y es mucho mejor muriéndome
buscar al dolor salida.
A mí me fuera interés
acabar, mas no lo es,
pues, con discurso mejor,
me da la vida el temor
de lo que será después.
Antonio. La composición es preciosa pero tú glosa quizás lo sea más.
Como yo no sé hacer nada de eso, eso que se llama escribir, aparte de alabar tus magníficos versos, que lo son, como siempre han sido y serán te dejo yo esas palabras que un día inactual le dijeron a nuestro amigo D. Quijote.
Un beso grande
Don Quijote, tenía sus reservas con respecto a las glosas al considerar que, no pocas veces, la exigencia de sus reglas hacía que se apartasen del sentido del mote (espero que no sea mi caso). Pero el hijo del Caballero del Verde Gabán, le hace cambiar de opinión con la espléndida muestra que tú has recogido.
EliminarMuchas gracias, Susi, por el cervantino aporte que, sin duda, hace mucho más honor a las glosas que la mía, a pesar de tu muy generosa valoración de ésta.
Un beso
P.D. Lo que queda claro es que las glosas tienen una cadencia musical maravillosa.
Ayyyyyy pero que bonito todo esto Antonio!!!Me he quedado gratamente sorprendida y creo que nada es casual, me refiero a la explicación en cuanto a la publicación!!!Será que teníamos que deleitarnos con estas glosas y con la declamación que ha quedado estupenda.los que no tuvimos oportunidad de disfrutar de esta entrada antes!!! Una maravilla!!! Abrazo grande y esplendido fin de semana.
ResponderEliminarEs bonito, Eli, ese destino que asignas a lo que fue una metedura de pata técnica. Pero, sea por azar o por necesidad” que esta entrada haya vuelto a aparece, agradezco sinceramente la compañía de tus amables palabras.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo