Fue una excusa vivir. Yo apenas era
una piedra en la sombra desterrada
barruntando relojes, descontada
del tiempo y de la nada prisionera.
Una ecuación sin alma, pordiosera,
confesándose luz cristalizada,
que se puso a pensar una mirada
y se quiso vivir en primavera.
Yo era niebla de alientos indecisa,
aroma de montañas, voz de olvido,
silencio mineral, cristal de cuarzo.
Y me puse a pensar una sonrisa...
Se hizo empeño la piedra; su latido,
la excusa de un jardín para ser marzo.
(20 de marzo de 2009)
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Tienes voz de actor. No me extenderé en consideraciones sobre la voz masculina, que luego se me malinterpreta y tú ya las conoces.
ResponderEliminarTampoco sobre la importancia de leer la poesía... es que estoy triste de verdad. Me han propuesto hacer una lectura de mis poemas y no me atrevo, Antonio, voy a tener que decir que no porque soy incapaz.
Si dejasen actuar por delegación, delegaría en ti.
Es muy bonito el soneto, Antonio, y lo lees muy bien.
Un beso.
Pues no puedes imaginar, Olga, la voz que me sale cuando echo una bronca; no me tientes a hacerlo con ese “voy a tener que decir que no porque soy incapaz”. Ya sabes, ¡ni se te ocurra! Sólo hay una respuesta adecuada: sí. Cualquier otra puede desencadenar reacciones imprevisibles… en cadena como las nucleares.
ResponderEliminarMuchas gracias siempre por tus palabras. Y un beso con una orden de ánimo.
Vaya manera tan buena de comenzar la primavera, Antonio, gracias.
ResponderEliminarY como me da igual que se malinterprete, te lo vuelvo a decir: qué voz tan bonita tienes y qué importante es la voz en un hombre.
Con esa voz no se si te pedirán cosas, pero dártelas, como las pidas bien, hasta el número de la cuenta bancaria y el pin. Perdón, es un guiño a los tiempos de crisis y al pragmatismo, no me riñas ¿eh?
Hala, con Dios, un abrazo y un beso.
Aurora
Espléndido soneto y espléndida lectura, Antonio. He aquí otra forma de "leerte" que, presumo, irá extendiéndose por la red. Un abrazo admirado.
ResponderEliminarNo estaría mal lo de la “cuenta”, Aurora, nada mal. Pero, para mi que no funciona. Además, no me imagino a la puerta de un banco diciendo: “Prenda, me das el número de tu cuenta…” Creo que, como poco, el bofetón es seguro.
ResponderEliminarFuera de bromas, muchas gracias por tus palabras, tan excesivas.
Feliz primavera (¿lo ves?, se acabó el frío), y besos.
Muy agradecido, Antonio, una vez más, por tu visita y generoso juicio.
ResponderEliminarUn abrazo.
Queda preciosa la entrada con esta pincelada de color. Y con la voz. Supongo ue eso te lo dirá todo el mundo. Tienes una voz que parece inventada para "decir" poemas.
ResponderEliminarY el poema, precioso. Para recibir a la Dama... la Primavera.
A la dama la suelo mirar de reojo. Aunque se llama Primavera no siempre aparece con el mismo vestido ni con el mismo talante. A ver qué tal se porta este año. A vces, con la explosión de vida, de luz que va alargándose... estira demasiado las piernas y, si no estás atento, puedes caerte.
La Dama es espléndida, reverdece todo lo que toca. Mira al cielo y el sol se enamora de ella... y calienta más cada día que pasa.
Pero nunca se agacha. No hay tiempo que perder ... tiene los minutos exactos de su limitada vida. El verano la empuja. No puede agacharse... aunque te caigas.
A pesar de todo, bienvenida Primavera que llega acompañada de tu poema. Gracias, profesor.
Saludos desde Tarraco.
Si te digo la verdad, Sunsi, el poema es casi un desagravio por lo mal que suelo tratar a la primavera (date una vuelta por mi otro blog, “Al atardecer”, y en abril de 2007 busca la entrada “Primavera con humor”, entenderás por qué lo digo). Debe de ser porque el invierno este año ha sido de verdad invierno, lo que me ha suavizado el carácter y me ha vuelto más receptivo a la bonanza climática. Y es que cuando las cosas cumplen con rigor el papel del momento que les corresponde, yo hasta las aplaudo. Será por lo del refrán: cada cosa a su tiempo, y los nabos en adviento… No como ahora, que no hay “tiempo” de ninguna cosa porque todo es de cualquier tiempo. ¡Y luego nos definimos como amantes de la ritual y organizada naturaleza!
ResponderEliminarMuchas gracias, y un saludo desde este margen de Madrid.
Acabo de leer el post al que te refieres. Pues ya me puedes añadir, Antonio. Me ha gustado el post. Es más, lo comparto. Tal vez por razones distintas, pero a mí la Primavera no acaba de encajarme.
ResponderEliminarMe encanta el recuerdo de la primavera universitaria. En Plaza Universidad de Barcelona,en la Central, cerca de Las Ramblas. Y el despliegue de chiringuitos, los sorbetes de limón, comer un bocata al sol con los compañeros. Y ya, en abril, el día de Sant Jordi, paseando mientras rebuscábamos libros raros. Los estudiantes de filología... un poco snobs y otro poco de aire bohemio (cómo nos lo fomentábamos).
Pero eso pasa... y creces... y la Primavera es otra historia. Bodas-Comuniones..."Qué me pongo?". Y a los críos que se les ha quedado pequeña la ropa. Hala, a pasearse con ellos por las tiendas ... agotador. Regalos...¿Qué le regalo si tiene de todo?
Y ahora... sus exámenes, sus planes que no coinciden nunca con los de los adultos.
Es llegar la Primavera y se abre la puerta de fiestas nocturnas, calçotades, costiladas... "y yo no voy porque he quedado... y yo tampoco porque tengo exámenes."
Has desagraviado con mucha elegancia a la Dama. Está muy bien "Al atardecer". Fijo que me pasaré algunos ratos.
Un saludo primaveral y toco madera.
Por razones parecidas, Sunsi, hace ya mucho tiempo que perdí las ganas de la primavera y de otras muchas cosas. Creo que por eso decidí mudarme al siglo XVII... Aunque lo mío es una rareza exagerada.
ResponderEliminarHermoso soneto, Antonio, y feliz primavera... aquí ha amanecido con una tremenda nevada. El deshielo, la distancia, y este desencuentro mío me han recordado el poema 46 de Catulo (también el recitado, que tan bien le iría al latín del veronés). Y como ejercicio de invierno para calentarme me he puesto a ponerlo con tus mismas rimas... excepto esa genial e inimitable marzo-cuarzo, claro. En fin, una tontería de primavera.
ResponderEliminarYa de nuevo nos trae la primavera
tibieza fugitiva de la helada,
la furia del invierno mitigada
con la brisa del céfiro ligera.
Queden atrás de Frigia la pradera,
de Nicea la tierra regalada,
y a las urbes de Asia celebrada
condúzcanos veloz nuestra carrera.
Vagar desea el alma ya, deprisa
los pies recobran el vigor perdido.
¡Adiós amigos, séquito cordial!
Dejando nuestro largo viaje, pisa,
aunque juntos hubiéramos partido,
un camino distinto cada cual.
Rafa.
¡Caray!, Rafa, lo de amanecer hoy con una tremenda nevada me ha producido un escalofrío de rara intemporalidad. Todo sea para que tan "tonta primavera" se haya encontrado ese espléndido soneto que tan bien adorna tu traducción de Catulo. ¡Qué cosas! ¡Y aquí, sol radiante y 24º C!:
ResponderEliminarIam ver egelidos refert tepores,
iam caeli furor aequinoctialis
iocundis Zephyri silescit auris…
En Madrid era verdad.
Gracias por tu comentario, y un “caluroso” abrazo, que falta te hace.
Me invade una dolencia alérgica de gran envergadura.
ResponderEliminar¡ Qué dura para mí en estos momentos la primavera!
Me ha gustado una frase de Cabrera Infante:"Besarse es más complicado de lo que parece.
Besos que educan,besos que caducan".
Con ese tipo de “dolencias”, Veridiana, no tenías que haber leído esta entrada. Por ahí anda un “anónimo” al que le pasaba lo mismo con todas. Lo suyo tenía un tratamiento fácil: no leer ninguna. Y eso le prescribí. En tu caso, lo siento; pero tenías que haberte fijado en el título para evitar el malestar consecuente.
ResponderEliminarY frente a la “caducidad didáctica” del beso, qué quieres que te diga… Parafraseando la frase que te gusta, yo opino que… besarse es más serio de lo que se piensa porque un beso que embrutece es un beso que envilece.
Un saludo, por si acaso.
Qué difícil es encontrar hoy a alguien que lea un poema como tú, Antonio. Como dice Olga, tienes voz de actor. Actor de los de antes, desde luego, como en las pelis de John Ford o Howard Hawks, porque hoy uno tiene que ir al cine con la trompetilla puesta, a ver si se entiende algo.
ResponderEliminar..."la excusa de un jardín para ser marzo". Como decía un común amigo nuestro: "Yo no sé hacer sonetos más que amando".
Un abrazo.
P.D.: Me sumo humildemente, por cierto, a la petición de que Olga se anime a la lectura y lea sus poemas.
De actor no sé, Juan Manuel, “de los de antes”, seguro; por la edad quiero decir. En cuanto a la trompetilla, a mí me pasa lo mismo. Hay una vagancia articulatoria demasiado generalizada. No sólo en el cine, sino en cualquier parte. Mucha gente habla como si se le cayesen las palabras por la comisura de los labios. Un horror de pereza para la pobre lengua.
ResponderEliminarUn abrazo, y gracias por todo (en particular porque haya aparecido Don Gerardo por aquí).
P.S.: Deberíamos recoger firmas para obligar a Doña Olga porque es bastante cabezota.
¡ Qué poco me reconfortan tus palabras!
ResponderEliminarMe gusta la primavera y ella me ataca con su efervescencia.
Si te leo, es poque me gusta.
Y me retiras tu beso de despedida por si acaso...
Un beso entristecido.
No, mujer, no era eso; no quise decir eso. Lo de la entrada y el beso que titubea entre “educar” y “embrutecer” era una broma al hilo de tus palabras. Porque la primavera es traicionera en todos los sentidos: yo no me fío un pelo de ella. Perdona que me explicara mal; y conste, Veridiana, que no se me ha olvidado que te debo un soneto.
ResponderEliminarUn beso arrepentido de su torpeza.
Hacía tiempo que no leía una frase tan sensata y... tan "políticamente incorrecta": "besarse es más serio de lo que se piensa porque un beso que embrutece es un beso que envilece".
ResponderEliminarProbablemente me quedé en el siglo XIX. Pero creo que el gesto de un hola o un adiós depende de la cercanía emocional: un apretón de manos(siempre fuerte), un abrazo despistado, un abrazo largo y apretado, un par de besos, y un beso. En sentido ascendente.
Me gusta guardar los besos para un círculo muy cerrado, lo que no significa que , si no doy un beso, el otro me sea indiferente... sólo que es diferente. Del aprecio al amor hay tantos grados como expresiones.
Igual me he caído de alguna nube antigua y soy una antigualla.
Ya ves, dando la paliza de nuevo. No he podido remediar el comentario.
Un saludo mañanero, profesor.
Vista la vulgaridad de la “corrección” en nuestros días, Sunsi, no sabes cómo me tranquiliza y enorgullece ser “políticamente incorrecto”, sobre todo porque, hoy por hoy, el “embrutecimiento” en los intercambios de afectos y desafectos entre los hombres se traduce, las más de las veces, en auténtico envilecimiento de lo que son por naturaleza o, según yo “incorrectamente pienso”, deberían ser.
ResponderEliminarPero aquí las relaciones son de otra índole, aquí se trata de palabras que saludan o despiden a otras palabras. Estos foros de hogaño se nutren de un nosotros irreal, sin terrenalidad palpable en la mayoría de los casos. No nos conocemos, en el habitual sentido de “conocerse”, ninguno de los que aquí estamos. Somos palabras que han salido al encuentro de otras palabras, que se citan con ellas y se abrazan o besan con una inocencia irremisiblemente platónica cuando se reconocen, cuando su equilibrio nos parece coincidir con el equilibrio de las nuestras. Esto, claro está, siempre que la palabra no nazca podrida o se cuelgue con intención perversa como un cepo para destrozar otras inocencias.
Por eso los besos y abrazos que por aquí se prodigan, son de una especie más sutil: ni propiamente educación ni tampoco embrutecimiento (salvo casos como el dicho); no exigen un frente a frente, un encuentro real –aunque sea por carta– con alguien encarnado que se cruza o cruzó alguna vez con nosotros. Les basta la ficción verbalizada del tú. No son más que salutaciones entre almas (otra vez el recalcitrante platonismo) desde un nuevo soporte físico que nada tiene que ver con su soporte habitual.
Gracias y, con permiso, besos, o saludos si no hay permiso, desde las concéntricas esferas de este empíreo.
Antonio... pensaba yo que no éramos bicéfalos, ni que teníamos doble alma ni doble piel... Somos los mismos : personas que tenemnos relaciones reales y que , además, transmitimos a través de una bitácora nuestras particulares "imaginarias" y accedemos a otras bitácoras. No somos palabra; somos seres con capacidad para comunicarnos a través de la palabra. No somos almas; somos personas con cuerpo y alma que tecleamos para enriquecernos, para intercambiar impresiones...
ResponderEliminarHonestamente, creo y me reafirmo en que es así. Y que la red, para los adultos, a menudo tiene una doblez que nos enmaraña sin apenas percibirlo.
¿Qué significa un hombre... una mujer... de una pieza? Igual perturbo la paz de tu blog. Pero siempre pocuro ser sincera.Para mí no hay diferencia entre la vida real y la virtual.
Un saludo desde Tarraco.
Un hombre o una mujer de una pieza, Sunsi, es un hombre o una mujer con un discurso coherente en todas las realizaciones de su palabra. La palabra no es un vehiculo, es la identidad misma del ser. Origen y principio de todo. Lo es en filosofía, lo es en religión, lo es (o lo era) en la relación humana. Cuando alguien “da (o daba) su palabra” no hace entrega de un signo, sino de un compromiso moral: el suyo, su “sí mismo” más auténtico; y como todos lo entendemos así, no necesita especificar las cláusulas de su contenido.
ResponderEliminarPensaba Agustín de Hipona que el hombre era un alma que se servía de un cuerpo. El cuerpo es entonces el intermediario de la relación, y según sea aquél habrá que interpretar ésta. Por eso decía antes que los besos y abrazos en “este” mundo de desconocimientos “reales” (y empleo “real”, o “irreal”, etimológicamente, es decir: “cosa”, “objeto” visible, palpable, reconocible, sensorialmente corpóreo) son una inocencia platónica, porque aquí el cuerpo es la palabra misma sin otras connotaciones gestuales o físicas. Vamos, que aquí el alma sólo se sirve del alma para encontrarse con otras. No hay bicefalia (nunca dije nada parecido, creo) en el hombre, sino una exigencia que se impone por la circunstancia misma de la relación. Y es aquí donde está la diferencia entre las vidas real y virtual, no en la autenticidad, integridad o sinceridad.
Esto quise decir… Y, desde luego, no perturbas ninguna paz.
Saludos
Muchas gracias por tu explicación tan extensa, Antonio. Daría para mucho más y no quisiera robarte más tiempo. Tu hilo es muy coherente. Creo que el mío también. No pasa nada, supongo, porque no nos pongamos de acuerdo.
ResponderEliminarUn saludo esta ciudad mediterránea. Y gracias de nuevo
Un verdadero placer, Sunsi, charlar contigo.
ResponderEliminarVeo que nuestro " amor" da para mucho comentario jiji.
ResponderEliminarGracias poeta, por tus palabras. Mi corazon se llena de contento.
Esta tarde he visitado El Prado, no quería quedarme sin contemplar la exposición de F. Bancon. He salido entusiasmada.¡ Qué dominio del color, qué capacidad de sacudir los sentidos,de confudir y perturbar!
¡ Muy buena!
Un beso con arte.
Jajaja… Tu buen “humor”, Veridiana, sí que “da para mucho comentario.” El problema es que yo me enrollo más que una persiana y he castigado la amabilidad de Sunsi con un bodrio dialéctico que, espero, me haya perdonado.
ResponderEliminarNo sé cómo le habrá sentado el Paseo del Prado a la primaveral alergia tuya; por lo menos, Bacon parece haberte compensado. ¡Todo sea por el arte!
Besos verbales.
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