. Hoy debería recordar muchas cosas, pero no tengo ganas; y no las tengo precisamente porque las recuerdo. De pasar revista a los años ya se encargan quienes los “inventan”; porque los años se han convertido últimamente en una patética invención. Nunca como ahora ha habido tanta información al alcance de cualquiera; y nunca como ahora, tanta mentira, tanta falsedad, tanta desfachatez, tanta perversión, tanta estupidez coronando la monocefalia del mundo. Puro cuento, vamos, donde las únicas verdades vienen emparedadas entre el dolor y la muerte. No nos engañemos, lo demás es un sutil argumento de lindezas para enmascarar los verbos de la basura. No tengo ganas de recordar nada porque el dolor de cabeza es mucho peor si además duele la memoria. Me crispan los exámenes de conciencia y los propósitos de intenciones cuando se ha perdido el valor de llamar pan al pan y vino al vino; es decir, bien al bien y verdad a lo que puede serlo. Me enerva la voluntad vicaria, la moral ancilar del pode...