Ir al contenido principal

Carta de mañana

.



.

Mi querido amigo,

Ni siquiera sé si estás, si aún estás, pero esta pequeña ignorancia no importa mucho. Que sea o no posible que una carta llegue a reventar el tiempo es algo intrascendente. Lo que importa es que sepas que me acuerdo. De vosotros, de ti, de tantas horas heridas al amor de tanta vida. De tanta fantasía inventándonos el mundo. De tanta seriedad para juzgarlo; para meternos con él y con los hombres, con ese “gran demás” que son todos los hombres… Lo que importa es que sepas –estando o sin estar– que te sigo suponiendo en otro ahora. Y estas cosas llegan siempre; de una forma o de otra; a pesar de las ecuaciones y en contra de los axiomas de la ciencia que manda. Porque tú y yo sabemos que la velocidad de la luz no es límite de nada cuando se viaja en la nave del corazón. Así que, no te extrañe que hoy te llegue una carta de mañana.

3 de mayo de 2023. Me he detenido aquí, en Mimas, tan próximo a los brazos de Saturno que sobrecoge verlo invadir la noche con su exuberante cercanía. Si tú ladras al silencio, yo puedo esculpirlo con los ojos. Lo veo y me conmueve. Lo escucho y me ilumina. A la derecha del Sol, que está distorsionado por la irrupción de Venus –¡siempre Venus haciendo de las suyas!–, en línea recta hay un punto minúsculo de luz azul (amplía la foto que te envío y podrás encontrarlo). Sois vosotros. Desde aquí, un vosotros muy pequeño, que se cree grandioso y hace bien porque tiene la obligación de serlo. Una pena que a veces se le olvide, un horror que se muerda las entrañas con tanta crueldad y tanta ira. Pero no hay grandeza sin insignificancia, ni luz sin oscuridad.

Sé que mi hoy todavía no es tu hoy, ni tu nunca mi nunca. Sólo me queda un siempre que es rebeldía de la condición humana. Sólo un adverbio sin frontera ni límite en el tiempo. Un día, un mes, un año… No, un siempre para pensar la luz desde cualquier parte y la esperanza de no anochecernos –por más que nos derrote la entropía de los sabios y amanezca ese otro silencio que no oiríamos–. La belleza está en la distancia. Y la sabiduría en la proximidad. Para saber hay que acercarse; para venerar, alejarse. Por eso me fui a andar la noche, para que se me agrandara el alma hasta la veneración de lo que nunca sabremos. Reconozco que desde aquí es más fácil decir esto. Porque aquí el silencio no responde hostilidad y la lejanía agranda la pequeña enormidad del hombre.

Un fuerte abrazo,

El caballero inactual


Comentarios

  1. Eres único escribiendo frases lapidarias, me quedo con éstas:

    No hay grandeza sin insignificancia.

    La belleza está en la distancia, la sabiduría en la proximidad.

    Del resto del escrito aprendo eso de: "...navegar con la nave del corazón", a la velocidad que sea, por donde sea y cuando sea.

    Gracias por abrir espacios y tiempos ignotos.

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias, Montse, pero no son tan lapidarias ni es tan único el caballero que las escribe. El que sí lo es, naturalmente, es ese señor del otro “Claro de Luna” que nos regala desde mucho más lejos... ¡Tú siempre tan generosa en tus visitas!
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  3. Hoy me siento estrella vespertina...¿ Afrodita Urania? ¿Afrodita Pandemos?

    Gracias por esta carta abierta,tan emotiva y hermosa.

    Un beso, fascinada con esta música insuperable, del gran Beethoven.

    ResponderEliminar
  4. Vaya, Veridiana-Circe, lleváis encima todo el divino Olimpo. Lo cierto es que, en la imagen, Venus (o Afrodita) parece robarle la luz al mismísmo Sol: ¡no en vano es Afrodita (o Venus)!

    Lo más gracioso es que esa imagen será verdad el 3 de mayo de 2023 a las 6 de la madrugada (fecha y hora de Greenwich). El caballero estará allí; mejor dicho, ya “ha estado” allí. Lo que no es tan seguro es que esté yo en el “punto” que dice. Beethoven, sin embargo, seguirá estremeciendo la noche.

    Y vos también, sin duda.

    ResponderEliminar
  5. "No hay grandeza sin insignificancia, ni luz sin oscuridad."

    Ni mañana sin pasado... ni esa carta de mañana sin un pasado vivido. Añoranza presentida.

    Gracias Antonio. Tus palabras suenan a amistad; a la verdadera.

    Y está muy bien así; permanecer, no haberse ido del todo.

    ResponderEliminar
  6. Es verdad, Ana, nada se va del todo. Hace poco vi la fotografía de una niña del siglo V (a. C.). Murió de la misma peste que Pericles. Una reconstrucción virtual a partir de sus restos ha permitido, dos mil quinientos años después, que se asomaran de nuevo su tenue sonrisa y sus negros ojillos a los nuestros, tan lejanos... ¡Nada se va del todo!

    Gracias a ti y un saludo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares

La metáfora amable

El mundo está tenso, enrarecido. Casi todo lo que uno oye o lee es desagradable; y si no lo es, parece contener un inquietante presagio. A los felices veinte del pasado siglo les sucedieron los amargos treinta y los trágicos cuarenta. Latía extraño el hombre, y cuando el hombre late de ese modo, algo podrido cocina la historia. Cientos, miles de veces ha ocurrido así. Para Sísifo –siempre Sísifo–, al final del esfuerzo sólo está la derrota. Su modesto placer de coronar la cumbre es efímero y repetidamente inútil. No hay paz ni paraíso al cabo de la escalada; sólo desolación, tristeza, crueldad, destino… ¿Existe el destino? ¿Debe ocurrir siempre lo que siempre ha ocurrido? ¿Es de verdad la historia la brillante sustitución de la fatalidad natural por la libertad humana o es simplemente la metáfora amable de la ‘ordenada’ crueldad de aquélla? Las especies combaten, y se destruyen y sustituyen. ¿Y las culturas? ¿Y los pueblos del hombre?... ¿Qué de especial creímos ver en los h

El destino de las supernovas

. . Luz, ¡más luz! J. W. Goethe …somos polvo de estrellas C. Sagan La mayor parte de los átomos es vacío . Al cielo le ocurre algo parecido con la oscuridad. La luz es toda una excepción: un paseo puntual de diminutas y alejadas insolencias. Porque la luz es una insolencia, un atrevimiento, una osadía rodeada de sombras que, al cabo, revienta hastiada de tanta y tan constante hostilidad. Luego se esparce en la noche, como un raro prodigio, y siembra lugares y posibles miradas. Del agotamiento de la luz ante su empresa nacen rincones en la oscuridad, surgen otras diminutas y alejadas insolencias que miran al cielo y admiran su vencida hazaña. Eso dicen al menos los sabios que de aquélla saben. El hombre es la mies de una derrota, el pan de un desastre. Pero también el atleta que recoge el testigo de una rebeldía luminosa. El hombre es un héroe trágico que se obstina en la luz, como la luz se obstina en no ser su contrario. Supongo que es así porque si no, ser humano sería una indecenc

La tristeza de la inocencia

Por Julia y a su hijo Julio Me han llegado noticias tristes por ese golpe tan temido de los teléfonos, repentinos y traidores como es su costumbre. Un familiar lejano, una mujer, mayor desde luego, aunque eso... ¿qué importa? …Y  he pensado en uno de sus hijos; un niño detenido por la vida, varado en una luz de infantil inteligencia que oscureció la caprichosa divagación de un cromosoma y nació bendecido de inocencia interminable. He pensado en ese niño, que ha cumplido ya los años de los hombres, aunque no sus soberbias ni vanidades... Y he pensado en la tristeza y el abandono, un abandono en su caso más cruel por la distancia inmensa de los otros. He pensado en el desconcierto de su ternura mirándose al espejo; y en el estupor de su niña memoria ante el beso sin labios de su madre. Un río de pequeños recuerdos; tal vez, algunas lágrimas; un no saber, un  sí sufrir la soledad repentina, inexplicable...Y el dolor de su alma en carne viva golpeándose desconcertada