A Félix y a cuantos como él saben lo que es amar el teatro por su grandeza, sin vicarias exigencias Siempre he sentido por Cyrano la especial debilidad de un histrión fracasado. Digo esto porque entre los sueños rotos de la vida se me quedó el deseo incumplido y la voluntad naufragada de interpretarlo algún día. Tenía muy poquitos años, unos seis si no me falla la memoria, cuando vi por primera vez la película de Michael Gordon (1950) con José Ferrer en magistral encarnación del personaje. Y lo convertí en uno de mis héroes de referencia (he de aclarar que entonces no teníamos superhéroes; los nuestros no eran “super”, eran sólo héroes y al final se morían sin haber conseguido grandes cosas; sin embargo, podíamos soñar ser como ellos). Luego he visto más versiones, en cine y en teatro, pero siempre con el texto de Edmond Rostand, vertido a nuestra lengua, magistralmente en mi opinión, por Luis Vía, José O. Martí y Emilio Tintorer. Circula en nuestros días una última versión (Cyran...