A Félix y a cuantos como él saben lo que es amar el teatro por su grandeza, sin vicarias exigencias
Siempre he sentido por Cyrano la especial debilidad de un histrión fracasado. Digo esto porque entre los sueños rotos de la vida se me quedó el deseo incumplido y la voluntad naufragada de interpretarlo algún día. Tenía muy poquitos años, unos seis si no me falla la memoria, cuando vi por primera vez la película de Michael Gordon (1950) con José Ferrer en magistral encarnación del personaje. Y lo convertí en uno de mis héroes de referencia (he de aclarar que entonces no teníamos superhéroes; los nuestros no eran “super”, eran sólo héroes y al final se morían sin haber conseguido grandes cosas; sin embargo, podíamos soñar ser como ellos). Luego he visto más versiones, en cine y en teatro, pero siempre con el texto de Edmond Rostand, vertido a nuestra lengua, magistralmente en mi opinión, por Luis Vía, José O. Martí y Emilio Tintorer.
Circula en nuestros días una última versión (Cyrano, Joe Wright, 2021) que aún no he visto, pero que me ha dado pretexto y ocasión para recuperar, junto a su recuerdo, este soneto a él dedicado y a todos los personajes que fuimos y somos o tal vez quisimos y no merecimos ser.
- CYRANO (A LEBRET)
¿Qué tienes que decirme? Te escucho.
(Se sienta ante el mostrador y coloca encima, por el orden indicado, el pastelillo de almendras, el vaso de agua y el grano de uva.)
¡Cena, bebida y postre! Ahora: ¡a comer! ¡Ah! ¡Tenía un hambre espantosa!...
(Comiendo.)
E. Rostand. Cyrano de Bergerac
Pasear la ficción por la mirada,
soldado sin edad, frente al espejo
feo, cortés, desencantado, viejo,
de verso triste, de gallarda espada.
Acabar una estrofa en estocada;
batir, parar, herir de un ovillejo;
desarmar a un idiota, a un perplejo
petimetre al fintar una balada.
Cenar un pastelillo solamente;
de postre, un grano de uva… Ser Cyrano
en verbo de Rostand. Ser personaje
con ayer y sin luego en un presente
de mentira y cartón, sofista y vano…
¡Ser ceniza de un sueño en el paisaje!
23 noviembre 2011
Muchas gracias, querido Antonio. Gracias por la dedicatoria y gracias por regalarnos tan hermoso soneto. Yo también querría ser Cyrano. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarNaturalmente, querido Félix, ya sé que es un común deseo.
ResponderEliminarGracias a ti, y un fuerte abrazo.
Antonio Leerte es soñar con el pasado los hombres poetas Tus palabras siempre
ResponderEliminarMe llegan
La palabras tienen alma viajera; nada las hace más felices que llegar a un puerto amable. Gracias, Mucha, por recibir y acoger tan cariñosamente las mías.
ResponderEliminarUn abrazo.