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Me llevé un equipaje
de resquemores,
de dolor y otras rosas
sin tierra o dónde.
Y ya se sabe:
los jardines del sueño
los piensa el aire.
Por tu nombre escribía,
para tu nombre;
de tu nombre tan sólo…
¡y no respondes!
Qué mal oficio
escribir para el nombre
de un artificio
Por tu nombre, en tu nombre...
¡Cómo dolía
ese nombre rondándome
día tras día…!
Quedó pendiente
de aprobar el silencio,
para septiembre
Los vencejos –me dicen–
volando se aman,
y descansan volando,
volando cantan.
Ay, los vencejos,
tan allá de nosotros;
tú y yo tan lejos.
La distancia no es cosa
de los paisajes,
sino asunto de almas
que andan de viaje.
Mira que es terca
la distancia, aunque estemos
los dos tan cerca.
Si los mapas supieran
caligrafía,
en tu piel y en tu cuerpo
me escribirían…
No son los mapas
los que ponen las lindes
que nos separan.
Porque el mundo es espacio…
y amar, el tiempo
que me queda de vida,
sin dividendo.
¡Qué más quisiera
que vivir por vivirte
se dividiera!
Me llevé un equipaje
de sinsabores
a rondar lejanías
y desamores.
Todo por nada;
por el nombre que un día
me rompió el alma.
17 de junio de 2009
.
Sin duda, ha sufrido un ataque de envidia. Es evidente que ha leído esas tonterías mías sobre los ‘apocalipsis’ cósmico-humanos o bélico-eróticos y ha querido reivindicar horizontes más platónicos para el amor. Platónicos a la vieja usanza, que dicen el mundo por nombres y hablan de eternidades y sentidos.
No voy a hacerle el feo de callar su mensaje. Por el móvil, ése que hogaño celebramos con ‘Príncipes de Asturias’, me han llegado sus seguidillas. Se las perdono por la intención: yo creo que pretenden decirme que los géneros, o sexos, o lo que sea, son capaces de encontrarse y desencontrarse en el mundo de un modo más amable que el usual, egoísta y demoledor a que, últimamente, tan acostumbrados estamos…
No voy a hacerle el feo de callar su mensaje. Por el móvil, ése que hogaño celebramos con ‘Príncipes de Asturias’, me han llegado sus seguidillas. Se las perdono por la intención: yo creo que pretenden decirme que los géneros, o sexos, o lo que sea, son capaces de encontrarse y desencontrarse en el mundo de un modo más amable que el usual, egoísta y demoledor a que, últimamente, tan acostumbrados estamos…
Me llevé un equipaje
de resquemores,
de dolor y otras rosas
sin tierra o dónde.
Y ya se sabe:
los jardines del sueño
los piensa el aire.
Por tu nombre escribía,
para tu nombre;
de tu nombre tan sólo…
¡y no respondes!
Qué mal oficio
escribir para el nombre
de un artificio
Por tu nombre, en tu nombre...
¡Cómo dolía
ese nombre rondándome
día tras día…!
Quedó pendiente
de aprobar el silencio,
para septiembre
Los vencejos –me dicen–
volando se aman,
y descansan volando,
volando cantan.
Ay, los vencejos,
tan allá de nosotros;
tú y yo tan lejos.
La distancia no es cosa
de los paisajes,
sino asunto de almas
que andan de viaje.
Mira que es terca
la distancia, aunque estemos
los dos tan cerca.
Si los mapas supieran
caligrafía,
en tu piel y en tu cuerpo
me escribirían…
No son los mapas
los que ponen las lindes
que nos separan.
Porque el mundo es espacio…
y amar, el tiempo
que me queda de vida,
sin dividendo.
¡Qué más quisiera
que vivir por vivirte
se dividiera!
Me llevé un equipaje
de sinsabores
a rondar lejanías
y desamores.
Todo por nada;
por el nombre que un día
me rompió el alma.
17 de junio de 2009
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Quién le puede romper el alma, qué desalmada...
ResponderEliminarNo me extraña que se refugie en Platón: "Todo el mundo asegura que llamó por su nombre/a las dulces ideas en que ya no creemos".
A las ideas o a las amadas sin alma, si las quieres, las nombras.
Una sonrisa para el caballero, siempre tan melacólico;-)
Y un beso para ti.
¡ Qué guay estas aquí!
ResponderEliminarVengo de comprar una revista La Fotogrfia ( por si te interesa ) n.132 de este mes, donde una amiga mía Pilar albajar ,fotógrafa, tiene una foto de una chica guapísima e inteligente, tocando la viola de gamba, que también es amiga mia.
Una foto muy bella
Un beso de bienvenida.
Vaya, Olga, qué cariñosa en la lectura y qué oportuna en la cita… Como siempre, claro. De él sabemos, aunque “no lo dice la Historia”, que murió “…encadenado en el puerto de Egina / un día neblinoso frente a la mar inmensa.” Y si no, seguro que, por lo menos, allí se dio cuenta de que las cosas se hacen aquí abajo de modo bastante indebido y que el hombre está siempre demasiado lejos del amor y demás “dulces ideas”.
ResponderEliminarGracias por la lealtad, Olga.
Un beso.
En efecto, Veridiana, estoy aquí, dando la tabarra de nuevo... ¡Santa paciencia la del mundo!
ResponderEliminarMuy interesante el "fotográfico apunte": tendré que hacerme con esa revista.
Gracias y un beso.
Qué alegria me da leerte, aún que los temas sean como siempre, acicates para una honda meditación, que requieren una atención muy precisa, pues cada palabra tiene su peso específico y su sentido unívoco.
ResponderEliminarNo sé porqué, pero tus comentarios me hacen más llevadero el dia a dia con sus más y sus menos, con sus dulzuras y amarguras, quizá por una cierta empatia con las tuyas. Gracias por volver.
Un abrazo.
No; gracias a ti, Montse, que con tan exquisita atención sigues estos devaneos. Evidentemente tengo que aplicarme aquello de Antonio Machado…
ResponderEliminarEl ojo que ves no es
ojo porque tú lo veas;
es ojo porque te ve.
Pues eso: que lo que aquí digo dice algo gracias a lo que en ello leéis vosotros.
Un cordial saludo.
Como sueña la tarde
ResponderEliminarcon la mañana
y en la orilla la niña
su amor lloraba,
junto a la dueña
de su merte reposa
quien llora y sueña.
Como el sabio sin duende
nada sabía
y jugaba aquel ángel
junto a la orilla,
su muerte niega
quien del amor nos abe
y al amor juega.
Como cambia de nombre
la misma estrella
y semilla se llama
siembra y cosecha,
en la garganta
la palabra de todos
lleva quien canta.
¡Espléndidas, Rafa!
ResponderEliminarQué bien me acompañas siempre. ¡Qué requetebién!
Gracias, y un abrazo.
Cómo echaba de menos estos versos, Antonio (¿no falta un "de" -o una sílaba de cualquier otra manera- en el cuarto verso de la tercera seguidilla?). Por cierto, que este sábado, en las bodas de plata de mi promoción estudiantil, un antiguo compañero me comentó que era profesor de Música en Azuaga. Hombre, provincia de Badajoz, le dije yo. Él se sorprendió porque supiese el dato. Yo, claro está, me sonreí. Y me acordé de mi amigo Antonio.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Juan Antonio. Sin embargo -como ya sabes- mi relación con Azuaga es puramente nominal.
ResponderEliminarY, naturalmente, tienes razón: falta una sílaba. Lo cierto es que pretendí cambiar "de noche y día" por "día tras día", y algo debió de ocurrir que me dejó la corrección a medias. Luego se me olvidó. Corrijo pues
Gracias dobles. Y un abrazo
Pasaba por aquí para dejar un papel en una botella virtual y desearte felices vacaciones... y resulta que has vuelto. Cómo me alegro.
ResponderEliminarPero qué bonito el poema. Retomar con otro vuelo más alto, mucho más alto. Los nombres quedan a ras de suelo. Más alto, donde el amor ha derribado el muro del nombre que no dice... Y de nuevo Platón. Y esta vez no sé por qué tus versos me recuerdan a Juan Ramón Jiménez... por esa lucha con los nombres... que no son exactos ...
Gracias por volver...
Un saludo veraniego y de chicharrina. Hace un calor asfixiante y húmedo en Tarraco...
Habláis de nombres que no son exactos... y yo pienso que sí, que los nombres sí son exactos. Ocurre simplemente que habitamos mal el nombre de las cosas, de las personas, nuestro propio nombre.
ResponderEliminarNacemos ante una ineludible afrenta... la de habitar nuestra presencia, y habitar en la presencia de los demás. Perfilar mi persona en cuanto a que yo soy al lado de los demás.
(...)
Habitaré mi nombre ante tus ojos.
Toda una tarea esta, la de vivir.
(Creo que no me he explicado nada bien, lo siento... y me encanta que vuelvas a escribir Antonio, aunque la mitad de las veces me pierda por el laberinto de tus palabras)
Que sea el inicio de un estupendo verano...
Te has explicado perfectamente, Ana. El nombre es el sustantivo, el que dice la sustancia, y la sustancia –lo afirma Aristóteles– es la primera y fundamental categoría del ser. Eso es lo que hay “que habitar”. Aunque a veces la habitación está cerrada; o tristemente vacía.
ResponderEliminarGracias otra vez, e igual deseo mío para tu verano.