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Del salto a la metáfora

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A mi alumno GCJ


Cuando allá por el mes de octubre contaba a mis alumnos el mito de la caverna, nunca supuse que uno de ellos pudiera hacer una interpretación tan literal y arriesgada. Es verdad que Platón habla de un prisionero que escapa y trepa por la escarpada dificultad de la dialéctica hasta llegar al sol real, hasta bañarse en su verdad. Es cierto que Platón, después, nos dice que el osado fugitivo decide regresar a estas terrenas oscuridades para contar las maravillosas alturas a que los encadenados no nos atrevemos. Pues bien, ni corto ni perezoso, mi alumno Guille se embarcó en la posibilidad del platónico mito: rompió las cadenas, montó un Rocinante alado (no un vulgar Clavileño, que es mofa burda de ociosos pijos) y se fue a comprobar si desde tan-allá merecía la pena dar el salto hasta tan-poco-aquí para contarnos la luz y cuestionar nuestras nubes.

Y lo hizo: regresó a la caverna con la misma alegría luminosa del esclavo platónico. Saltó, desde un poco más cerca del Sol, mientras sonreía. Probablemente pensaba que lo del hombre era subir para poder narrar; soñar primero y compartir después la altura que se merece un sueño…

Más o menos como Platón; aunque, en tan aventurado momento, él no fuera consciente de ser su metáfora.
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Comentarios

  1. ¡Madre mía, qué impresionante!
    Ese chico nadando por el cielo...
    Apúntame a su club de fans.
    Es cierto, parece que se ha traido una alegría luminosa. ¿Te vas a animar? Es muy bueno aprender de los alumnos. Si no quieres ir tú, manda al caballero, estaría magnífico a bordo de un Rocinante alado, pensando soleares;-)
    Y luego déjanos verlo, por favor, por favor...
    Un beso.

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  2. Le diré lo del “club de fans”.
    En cuanto a mí, Olga… ¡No…! Vamos, que ni en broma. Y el caballero, otro tanto: los dos somos animales “teóricos”. Una cosa es hablar de cielos y de ideas, y otra subirlos y navegarlos. La gravitación universal tiene una variante que es el principio de gravitación de la edad, según el cual la aceleración de caída es directamente proporcional a la masa de años. Y en esto, tanto él (a pesar de su inactualidad) como yo somos extremadamente masivos. Además, yo en caída libre parecería un punto negro arañando innecesariamente el cielo azul.
    Un beso... Y no pretendáis, Doña Olga, que me arroje a (o de) tan elevada empresa.

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  3. Como prisionero fugado he de decir que lo que he conocido allí arriba no me ha dejado indeferente. Es realmente un sensación maravillosa la que se siente, desde luego merece la pena.

    Ese "mundo de la ideas" me ha fascinado tanto que en tu blog testifico, Antonio, que volveré a iluminarme con esa luz, con esas magnificas vistas; que volveré a saltar desde tan-allá hasta tan-poco-aquí.


    Muchas gracias por esta entrada en el blog Antonio, es un honor para mi.

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  4. Gracias a ti, Guillermo, por también “dejarte caer” por aquí, pero no te aficiones a tanta altura porque vas a tener a tu madre constantemente en vilo... Aunque fuera iniciativa suya regalarte tan alto deseo. En realidad, Platón sólo pasó por aquí de puntillas: lo más grande fue tu arrojo y la generosidad de ella.

    De ahora en adelante, ya sabes, el mundo es tuyo; quiero decir, de tu voluntad. Sólo las almas grandes se alejan de él con la decisión de sobre él tirarse, aunque sólo sea para decirle que, desde allí arriba, los “grandes problemas” que nos comen la vida son una insignificancia que no importa al cielo.

    Nos vemos, en unas ocho horas aproximadamente.

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  5. ¡Qué gozada!
    Mi ilusión siempre ha sido que Superman me diera un paseo por el espacio.
    ¡ Qué maravilla esos alumnos arriesgados...!

    Un beso a una cirta altura.

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  6. Todos mis alumnos lo son, Veridiana: aguantarme a mí es una prueba de alto riesgo.

    Besos.

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