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–Es el más bello siglo de los siglos,
el más bello: valor, honor, palabra;
la espada o el amor… ¡Es el más bello!–
Te dije al detenerme en un semáforo.
Y de pronto, cruzó Villamediana.
–“…a ser morir, morir por esos ojos”–,
murmuró mientras dos hojas caían
sobre el capó del coche.
..........................................No lo viste,
ni siquiera llegaste a darte cuenta,
y eran tuyos los ojos de que hablaba.
Ni siquiera le oíste, ni siquiera.
–Juan de Tassis besó esos dos milagros–,
pensé cuando la luz se puso verde.
Por la noche soñé que recorría
callejones oscuros y desiertos
de un Madrid inviable entre latidos
metálicos de espadas y de espuelas;
soñé con soportales inquietantes
y citas misteriosas, y traiciones;
soñé que en San Ginés un mercenario
me arrancaba la vida a cuchilladas;
soñé que vi tus ojos… Vi tus ojos.
Te juro que los vi mientras moría.
Febrero 2007
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Me pasó hace casi un lustro. Lo conté algo después: un domingo de mayo alejado poco más de cincuenta meses. Nada nuevo, por tanto… ¿Que, por qué lo recupero ahora, al cabo de tantos “atardeceres”...? ¡Sabe Dios! A lo mejor, porque no puedo conmigo; a lo peor, porque no sé qué hacer con lo demás; eso que yo no soy, pero no puedo distraer de quien fui sin dejar de ser el mismo.
–Es el más bello siglo de los siglos,
el más bello: valor, honor, palabra;
la espada o el amor… ¡Es el más bello!–
Te dije al detenerme en un semáforo.
Y de pronto, cruzó Villamediana.
–“…a ser morir, morir por esos ojos”–,
murmuró mientras dos hojas caían
sobre el capó del coche.
..........................................No lo viste,
ni siquiera llegaste a darte cuenta,
y eran tuyos los ojos de que hablaba.
Ni siquiera le oíste, ni siquiera.
–Juan de Tassis besó esos dos milagros–,
pensé cuando la luz se puso verde.
Por la noche soñé que recorría
callejones oscuros y desiertos
de un Madrid inviable entre latidos
metálicos de espadas y de espuelas;
soñé con soportales inquietantes
y citas misteriosas, y traiciones;
soñé que en San Ginés un mercenario
me arrancaba la vida a cuchilladas;
soñé que vi tus ojos… Vi tus ojos.
Te juro que los vi mientras moría.
Febrero 2007
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Los sueños son un misterio.Mira que yo te veo más como Lope de Vega...
ResponderEliminarEse Lope de Vega,con su irrefrenable pasión,su desenvoltura y firme creencia en la vida y en los valarores íntimos del hombre y su fe en las cosas y en las gentes.
Tal vez a través de los siglos,seamos destinatarios de su abudante producción,o reencarnados en otros cuerpos.
"La muerte no puede matar tu alma"decía Ovidio.
Un beso renacentista.
¿Que me veis como a Lope, divina Circe…? Será que me habéis convertido vos y que además habéis cambiado de proveedor de hechizos: antes convertíais a vuestros prisioneros en otras criaturas. En cualquier caso, yo sería un Lope muy poco Lope; casi nada Lope, una mierdecilla de Lope. Y en cuanto a las reencarnaciones, la vacante de Lope la ocupó hace menos de un siglo Gerardo Diego. Él mismo lo dijo en uno de esos sonetos magistrales que parecían salirle sin querer. Merece la pena recordarlo:
ResponderEliminarQuiérele mucho a Lope: por ti vela
–madrugada de hielo– por ti canta,
decanta el verso de agua fresca y santa,
por ti, chiquilla, y no por Micaela.
Al nuevo albor reza por ti, locuela,
baja al jardín, le riega planta a planta,
peina a Micinda el lomo que levanta
y una comedia –tú en disfraz– encela.
Quiérele mucho a Lope: él nunca muere.
Ya pronto cuatro siglos que te quiere,
todos los siglos, años, meses, días.
Amale con amor arrebatado,
que él por ti sueña y canta enamorado.
Porque Lope soy yo, ¿no lo sabías?
Precioso, ¿verdad? Don Gerardo sí que llevaba algo del alma de Lope
Gracias, Veridiana, y un beso (el mío, barroco, naturalmente).
jaja,no subestimeis a una hechicera...
ResponderEliminarSí,es precioso el poema.
Gerardo Diego, insiste en la actualidad estética del contraste entre lirismo e ironía.
A mí, personalmente, me parece una preciosidad, será que tengo imaginación, pero lo de fundir los tiempos en uno,que al final es lo que es, un solo tiempo,donde coexisten ambos y decirlo de esa manera me parece especialmente bello. Creo, Antonio, que esta vez te mereces un..... BESAZO.
ResponderEliminarDoña Anónima
...¡Líbreme Dios de subestimaros, mi temida Circe!
ResponderEliminar¡Jajajaja…! Me hace gracia lo del “BESAZO”.
ResponderEliminarDices bien, el tiempo es “un solo tiempo”, el mismo entramado para todos los hombres.
Por eso no podemos prescindir de la Historia nunca y por eso podemos sentir (¡y hablar!) con cualquier ser humano de cualquiera de sus momentos.
Muchas gracias, Doña Anónima, por sus lisonjeras palabras.
Un beso de tamaño semejante al suyo.