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Esta mañana, mientras me afeitaba, me he preguntado si ocurría algo. No sé qué confusión del alma he visto en el espejo que me ha empujado a hacerlo. Para sorpresa mía, no me he hecho ningún caso.
Me he sentido incómodo; más aún, decepcionado. No hay derecho: uno pasa la vida sacrificándose para que nada le incomode y, de repente, un día aciago, deja de hablarse. Es injusto, con lo que yo he hecho por mí, con la cantidad de sueños que me he consentido, con todo lo que he empeñado en ser quien más me convenciera… Y ahora voy y no me hablo… Ahora, que me queda tan poco.
De momento no he roto relaciones; pero, si esto se repite, no tendré más remedio. La dignidad es la dignidad y no tengo por qué soportarme la insolencia. Si no quiero saber de mí, allá conmigo.
Al fin y al cabo, ser ‘yo’ es redactar un sofisma; y vivir, interrumpir un apacible silencio.
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Me he sentido incómodo; más aún, decepcionado. No hay derecho: uno pasa la vida sacrificándose para que nada le incomode y, de repente, un día aciago, deja de hablarse. Es injusto, con lo que yo he hecho por mí, con la cantidad de sueños que me he consentido, con todo lo que he empeñado en ser quien más me convenciera… Y ahora voy y no me hablo… Ahora, que me queda tan poco.
De momento no he roto relaciones; pero, si esto se repite, no tendré más remedio. La dignidad es la dignidad y no tengo por qué soportarme la insolencia. Si no quiero saber de mí, allá conmigo.
Al fin y al cabo, ser ‘yo’ es redactar un sofisma; y vivir, interrumpir un apacible silencio.
Hombre, no rompas relaciones. Yo lo sentiría como siente uno el naufragio de un matrimonio amigo que, con todas las miserias y grandezas de la vida, se había mantenido razonablemente unido hasta la fecha. Tú sigue hablándote contigo mismo, Antonio, perdona las insolencias y los silencios. Se contigo al menos la mitad de generoso de lo que eres con los demás.
ResponderEliminarY, si acabas rompiendo relaciones, ya sabes que las reconciliaciones -de ser posibles- suelen ser lo mejor;-)
Un beso.
Ojalá fuera yo así, Olga. Pero vivir “en paz con los hombres” y “en guerra con las entrañas” (que diría Machado) no garantiza, desgraciadamente, ningún duplo de “generosidad” con los otros. No obstante, mañana mientras me afeite, se lo diré al otro idiota de mí: a lo mejor se lo cree y volvemos a hablarnos.
ResponderEliminarGracias siempre, y un beso (en esto siempre estaremos de acuerdo) de ‘mis dos enemistados’.
He estado esperando a tu segunda cita contigo mismo ante el espejo para preguntarte si ya habeis arreglado vuestras diferencias. La armonía interior, Antonio, bién merece perder algo de esa dignidad.La opción de la enemistad,- que además no creo que vaya contigo- es una lucha esteril de fuerzas encontradas que te empide seguir avanzando.
ResponderEliminarEstoy segura de que ya lo habeis resuelto.
Un beso que te ayude a deshacer el lío.
Doña Anónima
Permítame que me presente, Doña Anónima: soy el “otro”, el que no ha hecho ningún caso al “uno” que se afeitaba. Agradezco su interés, pero su espera ha sido inútil. Lo siento.
ResponderEliminarEn realidad, nos hemos llevado bastante mal toda la vida porque los dos siempre queremos tener razón –aunque soy yo el único que la tiene, desde luego– y esto es motivo de enfrentamientos sin cuento.
Por otra parte, tampoco estoy de acuerdo con eso que usted dice sobre la “lucha estéril de fuerzas encontradas”. Yo soy heraclitiano (el “uno”, que es el otro, es parmenídeo) y como tal me acojo a eso que dice “El Oscuro” de Éfeso: “no comprenden cómo esto, estando separado, puede reunirse consigo mismo; hay una armonía tensa en los contrarios, como en el arco y la lira.”
Pues eso, como en el arco que hace volar la flecha, como en la lira que hace saltar la música.
Un placer, conocerla.
Pues, nada, encantada de conocerte, puedo tutearte? a "uno"lo hago pero a ti a lo mejor no te gusta. Ya me parecía a mí que meterme a deshacer entuertos no era buena idea. Tu quien eres el arco? o la flecha? Puede que me equivoque, pero apostaría a que tú eres el arco y "uno" es la flecha.
ResponderEliminarHace mucho tiempo que conozco a "uno" y sin embargo, de ti no sabía nada. ¿Acaso te escondes? o es que solo apareces a través de los espejos?
En cualquier caso estoy encantada de haber hablado contigo y de haberte " conocido" espero que vengas más por estos lugares, aunque yo echo de menos a"uno", pero bueno podemos hacer una tertulia. ¿te parece?
Un saludo para ti y un beso para "uno".
Doña Anónima
.. que gran persona eres. Eres tan entrañable en todo lo que escribes. He aprendido tantas cosas bonitas leyéndote. No dejes que el paso del tiempo te haga sentir cosas inverosímiles, sigues siendo tu mismo.
ResponderEliminarEsconderme, lo que se dice esconderme, Doña Anónima, lo hago como cualquier otro; pero soy tan políticamente incorrecto, que no tengo ningún pudor en hablar (o dejar de hacerlo) conmigo. No es la primera vez. Lo hice aquí; lo hago en cualquier parte casi todos los días. Los enemigos de la verdad se empeñan en menospreciarme. Pero a mí me da lo mismo: yo sé que el alma que discute consigo misma es más libre que la que se abandona al consenso de los demás. Mejor dicho, de las “eficacias” que inventan para su “felicidad prefabricada” las teorías de los demás.
ResponderEliminarPor supuesto, puedes tutearme; siempre que no me contradigas, naturalmente. A fin de cuentas, yo soy Mr. Hyde, ese ‘yo’ que no consiente que le lleven la contraria.
Un saludo.
Muchas gracias, Mª Angélica por ese “gran” que tan grande me viene.
ResponderEliminarTus palabras me hacen pensar en la “ventana de Johari”, ese instrumento de la psicología cognitiva que apunta, o lo pretende, al conocimiento del alma. Y pienso en ella porque a los cuatro espacios que define (lo que sé de ‘mí’ y saben también los otros; lo que de ‘mí’ no sé y saben, sin embargo, los demás; lo que yo sé de ‘mí’, pero los otros ignoran; y lo que ni los demás ni yo sabemos sobre ‘mí’) creo que le falta un quinto: lo que los otros saben y ‘creen’ saberlo ‘por mí’. Resumiendo, que las “cosas” que dices haber aprendido leyéndome son las que tú ya sabías. Sócrates y Platón estarían de acuerdo conmigo.
Gracias otra vez, y un saludo.
Es un texto sencillamente fabuloso.
ResponderEliminarYo, que he roto relaciones ya tantas veces y desde tan joven, le recomiendo lo mismo que Olga... intente mantener cordiales las relaciones diplomáticas.
Un saludo,
Hernán
Buenos días a los dos. No seré yo quien vaya a deciros,Dios me libre, como arreglar vuestras diferencias.Lo más probable es que no lo hagais, quizás de eso se trata, aun cuando sea cansino, pero ¿ qué es la vida? al fin y al cabo es estar continuamente buscando la armonía con nosotros mismos y con los demás.
ResponderEliminarEn cualquier caso espero que os sigais cuidando el "uno" del "otro" como hasta ahora.
Un beso a "uno" y un saludo para ti Mr.
Doña Anónima
Se hará lo que se pueda, admirado amigo mío, pero ya sabe usted que la diplomacia sólo funciona entre los que por su recíproco ignorarse pueden llegar a recíprocamente seducirse. Cuesta muchísimo más ser diplomático entre quienes, sabiendo tanto uno de otro, acabarían pretendiendo seducirse a sí mismos.
ResponderEliminarUn abrazo, Hernán.
En esto del cuidado, Doña Anónima, siempre hay ‘uno’ que del ‘otro’ cuida; y siempre ‘otro’ que se descuida hasta de sí.
ResponderEliminarPor algo es Mr. Hyde.
No hay que mirarse en el espejo...la realidad está siempre distorsionada.
ResponderEliminarHaces bien,si quieres romper esa relación.
Cuando se cumple cierta edad,uno puede permitirse esos lujos...
Un beso en sentido fantástico.
Con los espejos, Veridiana, nunca se sabe: unos deforman, como los de Valle-Inclán, otros fabulan, como los de Lewis Carroll. Aunque para mí, lo verdaderamente inquietante es de qué lado de ellos queda la fabulación o la deformidad.
ResponderEliminarSeguramente me moriré sin saberlo.
Un beso ignorante
Buenos días Anto! y a los demás (por supuesto) !! permíteme esta -unamás- intromisión, q hoy es mi cumple !! Esta mañana quería cantárselo a los cuatro vientos !! y sé que se encuentran todos(:los puntos:)aquí..
ResponderEliminarMuchos besos !!
Muchas felicidades, Mª Angélica. Un poco tardías, pero acabo de llegar a casa.
ResponderEliminarEspero que estés teniendo un día tan espléndido como te mereces.
Un beso.