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Escribe Kant en el Libro II de la Crítica de la Razón Práctica: “… no es propiamente la moral la doctrina de cómo nos hacemos felices, sino de cómo debemos llegar a ser dignos de la felicidad.”
No me parece mala sentencia para acabar un año de malestar alcanzado y empezar otro de adversidad prometida. Las ‘vacas gordas’ fueron a todas luces consecuencia de un montón de ‘burbujas’ falaces y nada honradas. Las migajas de Epulón cayeron con abundancia sobre Lázaro porque Epulón obtenía pingües beneficios de su quehacer indecente.
Esa felicidad perdida era inmoral; nadie debe añorarla, nadie pretenderla, nadie reclamar su apuntalamiento engañoso. La felicidad debe ser otra; y la revolución necesaria, también. Hay que empezar por dentro, bajar a los suburbios del alma y sublevar nuestra voluntad contra nuestro egoísmo. Hay que levantar barricadas frente a la complicidad consentida cuando la bonanza. Hay que apedrear los escaparates del silencio si exhiben nuestra callada indignidad...
Pero dentro; para que funcione de verdad una revolución como ésta, debe empezar por dentro, por mirarnos la ciudad del alma en los espejos y poner patas arriba nuestro íntimo orden no debido. La algarada exterior, el ruido ajeno, la propagando, el titular, la crónica… son espectáculo y negocio, reventa de las mismas entradas para el circo de siempre. Con espectadores así, sólo se hace el aburrimiento de la Historia. Mi deseo para el nuevo año es diferente: yo quiero que se alcen las almas contra sí mismas y pretendan no ya la felicidad, sino la dignidad de gozarla.
Y proclamar después, también con Kant, esa preciosa conclusión con que cierra la obra citada:
El cielo estrellado sobre mí y la ley moral en mí.
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Escribe Kant en el Libro II de la Crítica de la Razón Práctica: “… no es propiamente la moral la doctrina de cómo nos hacemos felices, sino de cómo debemos llegar a ser dignos de la felicidad.”
No me parece mala sentencia para acabar un año de malestar alcanzado y empezar otro de adversidad prometida. Las ‘vacas gordas’ fueron a todas luces consecuencia de un montón de ‘burbujas’ falaces y nada honradas. Las migajas de Epulón cayeron con abundancia sobre Lázaro porque Epulón obtenía pingües beneficios de su quehacer indecente.
Esa felicidad perdida era inmoral; nadie debe añorarla, nadie pretenderla, nadie reclamar su apuntalamiento engañoso. La felicidad debe ser otra; y la revolución necesaria, también. Hay que empezar por dentro, bajar a los suburbios del alma y sublevar nuestra voluntad contra nuestro egoísmo. Hay que levantar barricadas frente a la complicidad consentida cuando la bonanza. Hay que apedrear los escaparates del silencio si exhiben nuestra callada indignidad...
Pero dentro; para que funcione de verdad una revolución como ésta, debe empezar por dentro, por mirarnos la ciudad del alma en los espejos y poner patas arriba nuestro íntimo orden no debido. La algarada exterior, el ruido ajeno, la propagando, el titular, la crónica… son espectáculo y negocio, reventa de las mismas entradas para el circo de siempre. Con espectadores así, sólo se hace el aburrimiento de la Historia. Mi deseo para el nuevo año es diferente: yo quiero que se alcen las almas contra sí mismas y pretendan no ya la felicidad, sino la dignidad de gozarla.
Y proclamar después, también con Kant, esa preciosa conclusión con que cierra la obra citada:
El cielo estrellado sobre mí y la ley moral en mí.
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Creo que el estado de embriaguez, permitido en una noche como la de hoy,va ha tener que durar todo el 2012.
ResponderEliminarTe deseo Felicidad Antonio.
De momento brindemos, Veridiana.
ResponderEliminarYo también te deseo la felicidad, y su dignidad kantiana. Aunque en tu caso no sea necesario: las diosas nunca son felices de modo indigno.
Un beso.
Yo espero que tú seas muy feliz en 2012, porque lo mereces, porque la dignidad ya la ganaste de antemano.
ResponderEliminarUn beso, maestro, y mis mejores deseos.
Gracias, Olga; siempre y por todo. Hoy, y a estas horas de hoy, más incluso.
ResponderEliminarLo mejor para ti y quienes quieres… Ten la certeza de que brindaré por vosotros esta noche.
Un beso fuerte.
"Apedrear los escaparates del silencio" como me gusta...
ResponderEliminarEstoy contigo en que la revolución hay que hacerla entre todos y desde dentro y bajar a "los suburbios del alma" y "poner barricadas a la complicidad consentida" para merecer la dignidad personal.
Un estupendo deseo de Año Nuevo.
Un beso grande.
Doña Anónima
Un aplauso cerrado y largo, Antonio. No sé si lo oyes porque llega de lejos, de la Tarraco romana. Ya me he cargado unos cuantos escaparates. Si no he roto más lunas es porque no me ha dado tiempo. No queda ya ni un ápice de nostalgia de ese falso bienestar. Para el 2012... te deseo mala memoria y , como ya has apuntado, cambiar de dirección. La revolución empieza en esas callejuelas silenciosas del alma, sí señor. Gracias por esta puntilla.
ResponderEliminarQue «El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz» (Nm 6,24-26)
Un abrazo, profe
De acuerdo, contigo ¡como no! y con Sunsi.
ResponderEliminarYo también quiero apedrear los escaparates del silencio y bajar a los suburbios del alma para desde allí prometerme ser mejor.
¡Ya era hora! Quiero contigo sumarme a esta revolución para encontrar una felicidad real y no disfrazada,que enloquecía y aturdía para alienar y dormir la capacidad de pensar.
Ojalá que a tu deseo, se sumen millones y millones de otros semejantes.
Que Dios te bendiga y Feliz Año.
Un abrazo fuerte
Doña Anónima
P.D. El día 1 de este año, creí que te había mandado mi comentario y al parecer no fue así. Soy una especialista en mandárselo al viento.
…De Tarraco, querida amiga, siempre me llegan tus palabras amables.
ResponderEliminar¿Te imaginas?... ¿Qué ocurriría en el mundo con una revolución así?...
Muchas gracias, Sunsi. Y no te me radicalices: tus “escaparates” no se merecen ninguna pedrada.
Un abrazo.
No; no los habías enviado “al silencio”, querida Doña-Anónima, pero algo extraño había o hiciste porque mi gmail los metió en la carpeta 'Spam'. No suelo entrar en ella ya que el programa los depura solito. Hoy lo hice por casualidad y... ¡ahí estaban tus comentarios!
ResponderEliminarGracias por ambos. Lo más importante, sin duda, es acostumbrar a la voluntad a enfrentarse con nuestro egoísmo para impedir que éste 'la sojuzgue' y 'explote' miserablemente.
Un beso y mucha felicidad (de la buena, claro) en el nuevo año.