En los años que corren a veces se leen cosas que lo primero que nos parecen son bromas simpáticas. Por ejemplo, veo en El Confidencial, en una sección titulada El erizo y el zorro, el siguiente título: Enseñar Filosofía a los adolescentes no tiene ninguna lógica. Luego advierto con desolación que su autor, Ramón González Férriz, en absoluto estaba bromeando: iba en serio. Mi inquietud inmediata ha sido buscar las razones que justificaban tan contundente afirmación, porque así, a bote pronto, lo primero que me ha venido a la cabeza es que Aristóteles entró en la Academia de Platón, siendo un mozalbete de diecisiete primaveras y que cuando, tiempo después, fue requerido como preceptor de Alejandro, éste contaba trece añitos. Claro que, a continuación, se me ha llenado la memoria con los cuarenta y cuatro años de vida que dediqué a esta "maltratada" asignatura con alumnos que, sin trauma manifiesto, pasearon su adolescencia por ella con la misma atención, dedicación y comprensión que en cualesquiera otras de su currículo. Quiero decir, que he tenido de todo: atentos, distraídos, compatibles, trabajadores, vagos, hostiles, maledicentes, entusiastas, brillantes, interesados... Los había que se enteraban plenamente y te exigían más, pero también había otros a quienes les parecía cosa de locos. Pero eso también pasaba con la Física, con la Química, con las Matemáticas… Yo diría, en conclusión, que no aprecié en mis "adolescentes victimas" un desafecto diferente al resto de las asignaturas
Cuestiona el articulista más adelante la oportunidad pedagógica del carácter crítico de esta materia en tales edades. Es preciso aclarar pues, porque al parecer mucha gente no lo entiende, que es eso de la dimensión crítica de la filosofía. “Criticar” en su primera acepción significa analizar pormenorizadamente algo y valorarlo según los criterios propios de la materia de que se trate. Así de claro lo pone el DRAE. De lo que se trata, por tanto, no es de elegir la teoría más guay o el filósofo más molón según las inclinaciones progres o retro del profesor correspondiente; lo que pretende esta disciplina es alimentar la capacidad analítica del alumno para ir poniendo los cimientos de su autonomía. Quien esto no hace tiene una pobre idea de lo que debe ser la Filosofía y ningún respeto por ella.
Tampoco entiendo yo qué oscuridades cercan al articulista cuando asegura, refiriéndose a los alumnos, no tener nada clara la importancia de que a los 14 o 15 años reciban clases sobre Platón o el imperativo categórico. En primer lugar, lo que ciertamente no parece tener claro son las edades ni el tipo de asignatura. Difícilmente se va a encontrar en cuarto de ESO un alumno con 14 años: la edad de este nivel puede ser 15 al principio, pero acaban el mismo con 16. Por otra parte se trata de una asignatura optativa, nadie ni nada va a obligar a los más reacios ni a quienes consideren que por su adolescencia no tiene ninguna lógica que la estudien. En segundo lugar, a mí me hace mucha gracia la recurrencia habitual a ciertos filósofos como para impresionar a la gente. Kant suele ser uno de los favoritos; no digamos ya si citamos alguna de sus obras. Una de las más impactantes ante audiencias profanas es "Fundamentación de la metafísica de las costumbres". En el caso del fragmento aquí recogido, lo que de este autor se cita es el imperativo categórico, recalcando encima la “prescindible importancia” de su enseñanza a tan cortas edades. Aclaremos la posibilidad de ésta. ¿Puede alguien estimar que un adolescente de 15 años no entenderá correctamente la regla de oro de la moralidad, esto es, la que dice “no hagas a nadie lo que no quieras que te hagan a ti”? Pues bien, partiendo de ésta es facilísimo que el adolescente menos proclive a la filosofía entienda el "amenazador imperativo kantiano".
Más adelante, cuando el articulista se refiere a la dificultad de Wittgenstein y a sus tiempos de BUP y COU es cuando caigo en la cuenta, torpe de mí, de que la adolescencia del título así como los 14 y 15 años de su desarrollo eran una falacia. Pensaba yo que la intención de la crítica era la Filosofía que se ha reclamado para la ESO; sin embargo, el objetivo es más agresivo: lo que el autor considera es que esta disciplina debe eliminarse por completo, también del Bachillerato. De hecho, en algún momento dice cosas como estas: ...quien no tiene plena conciencia de la muerte, quien no se ha enfrentado a importantes dilemas morales en su vida personal o profesional, quien no entiende el carácter con frecuencia trágico de la política o no ha sufrido las frustraciones del amor, el sexo y la amistad no puede ni remotamente comprender la filosofía. Parece que está esperando un reverente Amén a su existencial y contundente conclusión que, con todos mis respetos, es gratuita o no pasa de ser una opinión, bastante decadente por cierto. En el mundo que vivimos, sin embargo, hay gente real con conciencia, no ya plena, sino inmediata de la muerte, que ha tenido que enfrentarse a durísimos problemas morales arrinconada por la supervivencia, que ha huido trágicamente perseguida por políticas injustas o monstruosas, que ha perdido el amor, que ha sufrido violencia sexual, que le han robado el ser que era… Se llaman inmigrantes o refugiados… ¿Les hablamos de Wittgenstein, de Kant, de Platón a ellos?
5 abril 2022
A quién explicar la filosofía? Pues a todos. Desde pequeños hacen preguntas difíciles de contestar, como por ejemplo ¿porqué no vuelves cuando te mueres? ¿A donde te vas?
ResponderEliminarY como esas otras muchas. ¿Los perros piensan? Enseñarles a pensar, a ser críticos, a buscar respuestas se puede y se debe hacer desde muy pequeños.
De todas maneras hay opiniones diversas sobre el asunto, tanto a favor como en contra.
Aquí lo que interesa, políticamente hablando, ya se sabe lo que es, hacer individuos no pensantes.
Por cierto, existen preciosos libros de filosofía para niños muy recomendables.
Un beso, Antonio.
Muchas gracias, Susi, por tu espléndido alegato a favor de la enseñanza de la Filosofía. Hubo un proyecto, allá por los años noventa, que trabajó en la idea de una filosofía para niños. Probablemente no estaban los jardines preparados para aquellas semillas o no fueron adecuadas las semillas elegidas para aquellos jardines. Sea como fuere, de acuerdo contigo yo creo que la filosofía tiene un lugar necesario en las aulas de la adolescencia.
EliminarSé que hay múltiples opiniones al respecto, Susi, pero, todo lo que es múltiplo, matemáticamente al menos, siempre es simplificable. Quiero decir que, reduciendo lo complejo a lo simple, al cabo, tantas perspectivas las podemos simplificar en dos: las que consideran que se puede (o debe) prescindir de esta asignatura en los estudios de los “adolescentes” y las que valoran lo contrario. Pues bien, sin apasionamiento de ningún tipo, yo reduzco la disputa a una única pregunta: ¿daña o genera posibilidad de daño que esta disciplina se intente asomar a los vanos abiertos durante la convulsión brutal de la adolescencia? Quien considere que la respuesta a esta pregunta es afirmativa, debería argumentar y justificar los daños o sus posibilidades porque, si no es así, lo racional y lo justo es que dicha asignatura se imparta… No vaya a ser que, después de todo, a algunos les ocurra un “beneficio inesperado".
Un beso