Aunque parezca mentira a estas alturas de la Humanidad en que estamos, es asunto de capital importancia determinar, definir, promocionar y etiquetar que “es”, primero, y que “debe ser”, después, el “hombre” (léase en este caso como varón y no como especie). La tipología al respecto establece dos categorías fundamentales: los “machitos”, por sí mismos considerados "machos" o "machotes"; y los “blandengues”, que asisten a cursillos para superar su sentimiento de culpa porque son pecadores de un machismo original que heredaron del principio de la especie.
A mí, la verdad, todo esto me parece una tontería. Yo sé, como casi todo el mundo, que hay hombres en exceso cercanos al babuino, a los que sería pertinente soltar en la selva más cercana; también sé que hay otros, más amables y expertos, que, sin necesidad de desconocer lo que es un “fuera de juego”, hacen, y saben cómo hacer, las cosas debidas en la casa. Sé que hay hombres mezquinos y mujeres iguales. Sé que hay grandes mujeres y hombres… parecidos (uno no puede evitar la respetuosa elegancia en que lo educaron). Y sé, parafraseando a Éluard, que... hay otros hombres, pero están en éste:
Ser hombre es no tener por suficiente
la parcela de luz de su mirada,
es querer –sin tener ganas de nada–
ver el sol más allá de su occidente.
Es saberse cobarde, y ser valiente.
Es poner la verdad frente a la espada
y morir de una pena arrinconada
una tarde de siempre entre la gente.
Ser hombre es... ni pensar que se le ocurra
al amor denegarle su fianza,
al tiempo escatimarle su intermedio.
Ser hombre es desear que Dios discurra
por la espina dorsal de la esperanza.
Ser hombre es no tener otro remedio.
17 de julio de 2008
De la precariedad de la naturaleza humana (más lento, más débil, menos ágil, con sentidos más limitados, de nacimiento medio larvario...) procede precisamente el empeño de vencerla, la voluntad de superarla. Con términos que gustan tanto a la Psicología actual, el hombre, para mí, es el ser que hace “fortalezas” de sus “debilidades”. El soneto sólo pretende referirse a eso para arruinar la estupidez que se pretende sembrar en nuestras cabezas.
ResponderEliminar¿Y la mujer?, preguntas. Pues mira, Susi, en mi opinión es lo mismo. La mujer, igualmente, “no tiene más remedio” que afanarse en transformar sus “debilidades” en “fortalezas”. Para mí, el término “hombre” en su uso universal se refiere al concepto que abarca la especia. Ya sé que hay quienes se molestan muchísimo por escuchar esto. Pero, como comprenderás, la poesía no puede andar dando satisfacción al papanatismo de la corrección política y escribir por ejemplo:
“Ser hombre o mujer o trans o asexual es no dar por suficiente, etc.”
Gracias por tu visita y un beso.
Sería horrible que se hiciera eso!!!! No dejaba de ser una pregunta " picajosiña". A veces me gusta meterme un poquito contigo.
ResponderEliminarUn beso, Antonio.
Sí, sería horrible.
ResponderEliminarMaravilloso soneto. No se puede expresar mejor lo que significa ser un hombre con toda su miseria y su grandeza, aunque desafortunadamente sea una especie en extinción.
ResponderEliminarMuchas gracias, anónimo visitante, por la amabilidad de su juicio y la seriedad de su comentario. Es terrible pensar que tanto esfuerzo y tanta inteligencia se pueda estar consumiendo bajo tanta estupidez.
EliminarUn saludo cordial
Acertada reflexión y hermoso sonet, Antonio.
ResponderEliminarMuchas gracias. Grande favor me hace con su palabras, Dr. Livingstone -supongo-, quiero decir, Letrado amigo -supongo.
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