Es una historia bastante conocida. La refiere Plinio el Viejo en el libro XXXV de su Historia Natural, la recoge también en su Estética Hegel. Nos habla de una especie de competición entre dos afamados pintores de la antigüedad: Zeuxis y Parrasio (o Praxeas). Ambos vivieron en la Grecia espléndida de los siglos V y IV, ambos gozaban de una mano maravillosa que jugaba con la luz y los volúmenes hasta lograr efectos de un realismo extraordinario; un realismo que, como todo realismo, siempre es una falsificación, pues su objetivo es presentarnos como real lo que no lo es. Se cuenta que, en aquel enfrentamiento de sus virtudes, Zeuxis pintó unas uvas de tan exquisita perfección que unos pájaros se acercaron a picotearlas. Nada pudo satisfacer más a Zeuxis que, convencido de su victoria, se aproximó a la tablilla de Parrasio para levantar la tela que la cubría. No pudo hacerlo: la tela que supuso ocultaba la pintura era la pintura de su rival. Zeuxis había engañado a los pájaros, pero Parrasio había burlado a Zeuxis.
No es ocioso recordar esta historia precisamente ahora que tenemos que cumplir (¡otra vez!) con los “religiosos oficios” de las urnas; precisamente ahora que vamos a acercarnos nuevamente a picotear el riquísimo muestrario de uvas que pinceles de palabras dibujarán sobre nuestras preocupaciones; precisamente ahora que los Zeuxis de proyectos, esperanzas y promesas dejarán su obra espléndida de reales irrealidades ante nuestros ojos de gorriones ingenuos. Más adelante empezará la segunda parte del cuento, la de Parrasio y el velo que nada desvela, la del perfecto realismo de la realidad falsificada. Pero ya no seremos pájaros ingenuos, sino algo peor: seremos, una vez más, hombres burlados.
La historia de Zeuxis y Parrasio encierra en el alma de las urnas una desoladora moraleja.
12 junio 2023
Una historia muy muy bien orquestada sobre el engaño y la no realidad que nos muestran aquellos que nos manipulan constantemente.
ResponderEliminarLos ves, los oyes, los lees y ya no crees nada de lo que proclaman. Sus promesas, se perderán otra vez en el tiempo que dure su mandato, hasta que de nuevo estemos al borde de unas nuevas elecciones. !!!Que cansancio !!Se repetirá la historia, volverá el desengaño, la impotencia y la certeza de ser burlados de nuevo y se apoderará de nosotros ese cansancio de perder una y otra vez.
Ni siquiera un mal menor me satisface.
Un beso, Antonio.
Gracias por tus palabras, Susi. Yo no sé si un mal menor podrá o no ser satisfactorio; lo que sí sé, y la Historia abunda en tales casos, que hay "pintores" psicópatas y cuadros demenciales. Esos males deben ser evitados a toda costa.
EliminarUn beso
La democracia es un horizonte normativo. Mientras los ciudadanos carezcan de sentido crítico y la clase dirigente de vocación de servicio público, la tan aplaudida fiesta de la democracia es poco más que una mascarada. A la que eso sí, estamos convidados todos.
ResponderEliminarAsí es, con el agravante de que ni la primera tiene posibilidad de adquirir tal sentido en la sociedad actual, ni la segunda la menor intención de explorar vocaciones que la distraigan de la única que atesora: el culto a sí misma.
EliminarUn saludo y muchas gracias por su visita y comentario.